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RELIGIÓN

Estupor en Italia por la afirmación del Papa de que los animales tienen alma

Juan Arias

La afirmación de Juan Pablo II -inédita hasta ahora en un papa católico- según la cual "los animales poseen un soplo vital recibido por Dios" ha tenido gran repercusión en la Prensa italiana y ha desencadenado todo un rosario de declaraciones de teólogos, filósofos y ecologistas."El Papa abre el cielo a los animales", tituló en primera página el serio diario milanés Corviere del la Sera, y La Stampa, de Turín, el diario de Fiat: "Los animales, más cercanos a Dios". Por su parte, La Repubblica, glosando las palabras del papa Wojtyla, tituló: "También las bestias tienen un alma como los hombres".

En realidad, las afirmaciones de Juan Pablo II no han llegado a tanto, aunque se advierte en el Papa el deseo de abrir una brecha en un campo hasta ahora poco explorado de la fe católica, como lo es la posibilidad de que pueda existir un paraíso terrenal también para los animales.

El Papa polaco, haciendo un estudio de la Biblia, recuerda que "el hombre, salido de las manos de Dios, resulta solidario con todos los otros seres vivientes, como aparece en los salmos 103 y 104, donde no se hace distinción entre los hombres y los animales". La conclusión de Juan Pablo II es que "la existencia de las criaturas depende de la acción del soplo-espíritu de Dios, que no sólo crea, sino que también conserva y renueva continuamente la faz de la Tierra".

Según el sacerdote Luigi Lorenzetti, director de la revista italiana Teología Moral, la aplicación del concepto de alma a los animales puede ser sólo "analógica", ya que, según él, los animales no poseen una conciencia como el hombre.

Argumentos bíblicos

Más radical ha sido Mario Canciani, párroco de San Giovanni deí Fiorentini, a dos pasos del Vaticano y de la que es feligrés asiduo el actual presidente del Gobierno, Gitilio Andreotti. Dicho sacerdote está preparando una obra voluminosa para probar con argumentos bíblicos y teológicos que los animales poseen un alma inmortal como nosotros, y que por tanto, según la fe cristiana, tienen que ir también al cielo.Por lo pronto, Mario Canciani permite y hasta estimula a los fieles a que vayan a misa acompañados por sus perros, gatos, papagayos y demás animales que conviven con ellos. Y dos veces al año les bendice pública y oficialmente. Cuando este corresponsal entró en su iglesia, el párroco estaba celebrando el funeral por un embajador, y allí, al lado del féretro, tumbado, con ojos tristes, asistía al rito, como un fiel más, su ladrador negro, el perro que le había acompañado hasta el momento de morir.

Al parecer, Pablo VI tuvo siempre un perro que le sobrevivió a su muerte. En una ocasión, el papa Montini consoló a una niña a quien se le acababa de morir su perro diciéndole: "No te preocupes, que volverás a encontrártelo en el cielo".

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