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Honecker, ansioso por liberarse por los que huyen

El número de ciudadanos de la República Democrática Alemana que a media tarde de ayer habían llegado a la República Federal de Alemania procedentes de las embajadas de Bonn en Praga y en Varsovia superaba ampliamente los 7.000, haciendo que todas las previsiones se quedaran cortas. Medios gubernamentales en Bonn insistían anoche en que la decisión de permitir la salida de los refugiados, proporcionar los trenes que los transportaran y aceptar su paso por el país fue tomada personalmente por el presidente de la RDA, Erice Honecker. A menos de una semana del 40º aniversario de la fundación del Estado, Honecker está obsesionado por desprenderse de este engorro.

Sin embargo, otros 300 germano-orientales que habían perdido el último tren se precipitaron ayer por la tarde en la embajada de Bonn en Praga, después de haber permanecido durante varias horas frente a la puerta de ésta, acordonada por la policía checa que les impedía el acceso. Finalmente, ante la protesta formal de Bonn, se les abrió la puerta de la sede diplomática. Otros 50 refugiados se han negado a abandonar la embajada y exigen emigrar junto a sus familiares que permanecen en la RDA.De Varsovia, donde a media tarde del sábado no había más de 600 refugiados, llegaron finalmente cerca de un millar de personas. Se sabe que varios centenares de alemanes orientales, tan pronto conocieron la noticia por la televisión de la RFA, se subieron a toda prisa a los trenes que desde la RDA salían hacia la capital polaca para sumarse al éxodo.

Otro tanto sucedió en Praga. Tras el anuncio del artífice de la operación, el ministro de Exteriores de Bonn, Hans Dietrich Genscher, desde el balcón del palacio Lobkowitz, sede de la embajada de la RFA en Checoslovaquia, de que se les permitía emigrar, más de un millar de alemanes orientales que se encontraban en la capital checa, pero no en la cancillería, se dirigieron directamente a la estación para sumarse al éxodo masivo. Asimismo, durante la noche del sábado al domingo otros mil refugiados cruzaron a Austria por la frontera húngara, que permanece abierta desde el pasado 11 de septiembre.

El canciller federal Helmut Kohl, que sigue convaleciente de una operación de próstata, declaró al periódico sensacionalista Bild Zeitung que se sentía "aliviado" por el final feliz de esta historia.

Pero, pese a los suspiros de alivio a ambos lados de la frontera interalemana, así como en Polonia y Checoslovaquia, no parece haber llegado aún el momento de poner punto final a esta crisis que dura ya más de dos meses. Las 50 personas que siguen en el interior del palacio Lobkowitz insisten ahora en aceptar la última propuesta que les hizo el abogado de la RDA Wolfgang Vogel, para trasladarse a Occidente junto con sus familiares. Pretenden, por tanto, que se les permita volver a su país, recoger a sus allegados y salir hacia la RFA.

El primer tren de los ferrocarriles de la RDA -Reichsbahn- que transportaba a los refugiados de Praga llegó a la estación fronteriza de Hof, en la Alta Francoma, en Bavier, a las 6.14 con 1.200 emigrados a bordo. A las tres de la mañana partió de Varsovia otro convoy con cerca de un millar de alemanes orientales. El último tren partió de Praga a las 8.30 de ayer, con menos refugiados que los cinco que le precedieron.

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El recibimiento de los refugiados ha tenido detalles ciertamente emocionantes. Numerosas personas esperaban, por ejemplo, en Hof, y vitorearon a los recién llegados a quienes regalaron ropas y comida.

Por la frontera entre Hungría y Austria sigue habiendo un alto flujo de refugiados. Este fin de semana llegaron a Viena más de 1.500 alemanes orientales, con lo que el número total que ha cruzado por la puerta húngara desde que se abriera el pasado 11 de septiembre supera los15.000. Si a esto se añaden los cerca de 7.000 que lo habían hecho ilegalmente en agosto y la primera mitad de septiembre, y los que ayer llegaron en tren, el éxodo del este verano roza ya la cifra de 40.000.

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