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El humor puro de Martes y Trece

Su único deseo insatisfecho es parodiar a la familia real

Martes y Trece, Josema y Millán, son los humoristas de moda en el mundo del espectáculo español. Seguidores de un humor limpio, despolitizado y asexuado, arrancan fácilmente las carcajadas de los espectadores con sus recreaciones de los personajes de Joaquín Arozamena entrevistando a Gloria Fuertes, Pablo Lizcano conectando con José María García o Jesús Quintero dialogando con Julio Iglesias. Aseguran tener pocas cosas en común -sólo la manera de meterse los pantalones- y ser feroces críticos de un trabajo para el que se consideran dotados desde que iban al colegio. Están muy contentos con lo que hacen y sólo tienen un deseo, que se verá cumplido el día que puedan hacer una parodia de la familia real española.

Josema es el más alto de Martes y Trece. Es madrileño, tiene 34 años, los ojos muy azules y se acaba de casar por segunda vez en una operación en la que ha terminado con dos hijos, ya que cada contrayente aportaba uno de sus respectivos matrimonios anteriores. Millán es el menos alto, nació en Ciudad Real hace 34 años y cree estar soltero para siempre "porque Josema me ha hecho ese favor y se ha casado por mí; además, yo en esto salgo a mi padre". Los dos se conocieron en la Escuela de Arte Dramático de Madrid cuando no habían cumplido los 20 años, antes de que Millán tuviera que hacer el servicio militar en Santander y Josema hiciera lo propio n Ceuta.Pero antes de llegar a ser el dúo de moda, Martes y Trece fueron Josema, Millán y Fernando durante cinco años, desde 1978, en que debutaron en la discoteca People, de Madrid, hasta 1983, año en que Fernando dejó el grupo. Millán recuerda que todo empezó a cuajarse durante el servicio militar. "Fernando y yo hicimos la mili en Santander. Actuábamos juntos en el cuartel, en Santander, que ya no existe, y no me extraña, todavía sigo teniendo pesadillas con aquel cuartel. La experiencia de la mili es algo que se tiene que pasar, porque se pasa, pero se pasa afortunadamente. Luego te quedas como zumbadillo, pero en 20 o 30 años espero que se me haya quitado de la cabeza. De momento, sólo me quitaron la gorra de plato. Hacíamos galas Fernando y yo por los pueblos. Cuando vine de la mili nos juntamos los tres en Madrid. Yo propuse la idea. Siempre he sido un tío inquieto, y pensé que había que hacer un trío. Vivir del teatro, entonces y ahora, era algo imposible".

Primeras imitaciones

Sus primeras imitaciones afectaron ya a personajes populares de televisión. "Hacíamos a Manolo Martín Ferrand", recuerda Millán, "que entonces era supermoda. Lo hacía Josema. Yo hacía una parodia llamada ciclo menopáusico pornográfico para menores. Era una parodia de las series de dibujos animados de esos años: Heidi, Marco. Luego hacíamos cosas muy avezadas para la época. Teníamos ventipocos años y éramos unos tíos raros atrevidos".

Josema cree que la clave que les facilitó su inmediato entendimiento con el público está en las características de su humor. "Nuestro humor es muy original, muy puro. Cuando empezábamos se llevaban las parodias de políticos, y nosotros no las hicimos. Éramos distintos. Nuestro humor es blanco, pero con algún tinte mordaz, histriónico y esperpéntico. Si a veces resulta sangriento no es porque esté así planeado, sino porque nuestro modo de trabajar es meterríos en el personaje y luego dejarle volar dando rienda suelta a la imagmación y, a veces, a la más pura invención".

¿Cuál es el personaje que peor ha reaccionado por sus inútaciones? "Ninguno", aseguran los dos. "Nunca se ha cabreado nadie con nosotros. El otro día apuntaba un crítico que él no sabía si los que se veían reflejados por nosotros sonreían cínicamente ante el temor de ser atacados más. Puede ser. La verdad es que no hay ninguna reacción hostil. Algunos se quedan un poco cortados, pero reaccionan bien. Recuerdo una vez que trabajamos para los Premios TP y hacíamos el personaje de Lizcano, que era una de las partes fuertes del show. Él estaba entre el público. Cuando terminamos la actuación vino al camerino, y sin mediar palabra ni decir nada, ni ¡hola! ni nada, vino directamente a nosotros y me dijo: '¿Qué, ahora .ya subnormal perdido, noooooo?'. Y nosotros: ¡glup! Pero nada, muy bien todo".

Eligen a los personajes en función de su popularidad. "La televisión es una buena fuente", dice Josema, "porque ahí es donde la gente se hace más famosa. Se van haciendo solos. Nuestros personajes son como bolas de nieve que se echan a rodar y van cogiendo cosas del suelo. Tenemos un estilo muy determinado para hacer la parodia. Hay personajes que nos duran muchos años. El que más es Encarna, que después de año y medio lo quitamos, pero lo hemos repuesto porque la gente se iba insatisfecha si no lo representábamos. María Ostiz es otro de los personajes que más tiempo hemos tenido con nosotros. Ahí se ve clara nuestra forma de trabajar, porque María Ostiz es una persona como monjil, pues nosotros al parodiarla hacíamos una madre abadesa de película de Almodóvar. Ella vino a vernos, y se tapaba la carita con las manos, pero se reía. Nosotros hacemos astracanadas. Trabajamos conjuntamente los personajes, y al echarlos a rodar no sabemos en qué van a terminar. No tenemos un texto limitado ni preconcebido, damos un amplio margen a la improvisación. Para la parodia de Quintero con Julio Iglesias tenemos dos apuntes, y luego improvisamos aplicando lo. que hemos observado. Eso es lo fundamental, observar y tener gracia".

El único deseo insatisfecho que tienen es el no haber podido hacer una imitación de los Reyes. "Nos gustaría parodiar a la familia real en el buen sentido y con toda la fineza que nos caracteriza, pero está absolutamente prohibido. Evidentemente, si hacemos una cosa de los Reyes no vamos a hacer un disparate. Creemos que los Borbones darían mucho juego".

Los colegios

Los dos son conscientes de que desde muy pequeños tenían una gran facilidad para hacer reír. Josema dice que en todos los colegios en que ha estado -"más de cinco, porque después de morir mi madre, a mi padre le dio por cambiarnos de colegio"- ha sido el gracioso de la clase. "Sienípre quise ser actor cómico. Lo tuve clarísimo desde bien pequeño". Millán también es consciente de sus facilidades cómicas desde su más tierna infancia, aunque él, interno en un colegio de curas de Ciudad Real durante ocho años, tenía menos posibilidades de demostrar sus gracias a los compafleros. "En mi colegio no te podías pasar ni un pelo. Fueron ocho años con curas de los que tengo unos recuerdos muy fuertes. De lo que sí les estoy agradecido es que desde pequeñín vieron en mí la faceta de actor, y siempre que había una velada me dejaban actuar en el escenario".

Hacer reír al público les parece algo "ma-ra-vi-llo-so", y el humorista favorito de los dos es Tip, "el mejor del ínundo". A Josema, lo que más le divierte es estar con su familia y jugar al tenis. Millán prefiere ver y jugar al fútbol, y lo que más les disgusta a los dos es el tráfico de Madrid. "A mí también me cabrean mucho los vendedores de El Corte Inglés, porque cuando vas a comprar algo creen que eres idiota y pretenden venderte lo que quieren", termina Josema.

Joselito, Marisol y la Anunciación

Martes y Trece parecen convencidos de que lo suyo es tranquilamente atribuible a los hados, la suerte o la casualidad. Millán dice que su entrada en el mundo del humor le fue revelada durante una dura guardia militar. "De verdad, creo que estábamos llamados a esto. No sé si desde un más allá o un más acá. Fue como una visión de la Anunciación. Estaba yo de guardia en la mili, con un frío espantoso y se me apareció la Virgen y me dijo: 'Tú vas a hacer reír'. Y no veas lo que me reí".

Para narrar su incorporación real al mundo del espectáculo prefieren recurrir a los beatíficos cuentos infantiles que protagonizaban los niños prodigio del cine español. "Nosotros debutamos en la desaparecida discoteca People, de Madrid, en 1978, cuando sólo teníamos un proyecto de show. Fue muy bonito porque fue como en esas películas de Marisol o Joselito, en las que Joselito está en el campo, lejísimos, a tomar puñetas, y se le ve, ti-ro-ri-ro, cantando a sus ovejas, y de repente acierta a pasar por allí un empresario de puta madre que le dice al chófer: '¿Qué ruido es ese? Baja las ventanillas'. Entonces le escucha y le ofrece una gira mundial. Lo nuestro fue así. Era una noche en la que Joséma, Fernando y yo habíamos estado por varios sitios y entramos en la discoteca que decíamos. La sala estaba llena de gente, con periodistas y todo, porque le daban la H del Humor a Andrés Pajares, y nosotros no sabíamos nada de todo esto. Entramos y dijimos: '¿Dónde está el encargado? ¿Es usted? Mire, es que somos un grupo de actores que queríamos hacer un show cómico?'. Antes de terminar la perorata nos contesta: '¿Por qué no subís y trabajáis?'. ¡Glup! ¿Cómooo? Le echamos seis valores -dos por cada-, y sin atrezzo ni nada subimos. Fue increíble, como en las películas de Joselito".

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