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El hospital General de Cataluña ha generado en cinco anos un déficit de 8.000 millones

El fracaso en la ocupación de camas en el hospital General de Cataluña plantea a su actual directiva el dilema de tener que vender el centro o buscar nuevas fórmulas de financiación, que en estos momentos parecen difícilmente alcanzables. El hospital General de Cataluña se construyó con una capacidad para 750 camas, distribuidas en cuatro lujosas plantas de un edificio situado en Sant Cugat del Vallés (Barcelona).

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Confortable y humano

A pesar de los años transcurridos desde su inauguración, en 1983, en la actualidad sólo funciona una planta, con una ocupación media de entre 80 y 90 camas, atendidas por unos 300 empleados.Después de invertir en la construcción del hospital los 7.000 millones recaudados como participaciones de 70.000 personas, se recurrió a un préstamo hipotecario de 1.500 millones de pesetas que suscribió el Banco Hispano Americano. Sin embargo, esta nueva inyección no fue suficiente y los directivos del centro comenzaron a emitir obligaciones a cinco años, con un interés del 12%. Las primeras terminan su plazo el próximo año.

El carácter ciudadano del proyecto y la impresión de que una institución de estas características estaría siempre respaldada por las autoridades autonómicas catalanas, a pesar de su naturaleza privada, volvió a provocar una buena acogida por parte de los inversores, que ya han suscrito sucesivas emisiones de obligaciones por un valor global de 4.500 millones. El déficit acumulado y la falta de generación de recursos propios obliga permanentemente a realizar nuevas emisiones de obligaciones para proseguir con la actividad del centro y próximamente para abonar las obligaciones anteriores, con lo que se está generando una espiral imparable.

La única solución

Expertos del sector consideran muy difícil la venta del Hospital General de Cataluña en estas circunstancias, pero a la vez señalan que sería la única solución para evitar su fracaso total. Hipoteca aparte, el precio para una solución que no dañara a los 70.000 socios participativos sería la suma del montante de las participaciones -7.000 millones- más el global de las obligaciones -4.500 millones-, en su mayor parte suscritas por los mismos secios, es decir, un total de 11.500 millones de pesetas. Un precio de este nivel es dificil que pudiera estar al alcance de ningún grupo médico- sanitario español, por lo que parece que la única vía posible es encontrar un grupo médico multinacional interesado en invertir en España.

Otra posible solución sería la venta por el precio de la deuda a.cumulada -4.500 millones de obligaciones- más los intereses firiancieros, lo que puede alcanzar un total de 8.000 millones, más los 1.500 millones del préstarno hipotecario. Ello supondría reducir a cero el capital invertido, con la pérdida de los 7.000 millones de las participaciones.

A finales de 1984, el censor de cuentas, Joan Ros Petit, realizó a solicitud del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, un informe en el que señalaba que la única solución viable para el centro era trasladar a sus instalaciones el hespital de Sant Pau y la fundación Puigvert, de Barcelona, per diendo de esta forma el carácter de centro privado que lo inspiró Esta solución, sin embargo, en contró la oposición tanto del Ayuntamiento de Barcelona, que defiende su patrimonio del hospital de Sant Pau, como del presidente del Consejo de Administración del Hospital General de Cataluña, Leoncio Doménech.

Uno de los iniciales promotores del proyecto aseguró que existe interés por parte de un grupo sanitario francés en la compra del hospital.

La junta general de la institución, que debía haberse celebrado el pasado 30 de junio, fue aplazada hasta mañana.

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