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La guerrilla traslada sus arsenales a Afganistán

En la frontera de Pakistán, decenas de tractores, camiones y carretas cruzan sin descanso a Afganistán para trasladar los arsenales de la guerrilla al interior de ese país. Al menos mil muyahidín se hicieron el lunes con el cuartel de Yayi, de donde ya se habían retirado las tropas soviéticas. Las fuerzas gubernamentales afganas, que habían permanecido en el lugar tras la retirada soviética, abandonaron el cuartel dejando tras de sí 26 tanques, armamento pesado y municiones, y fueron atacadas en su retirada por los rebeldes, que coparon después el lugar. Fuentes rebeldes señalaron que en el ataque al convoy de retirada hubo varias decenas de muertos y fueron tomados prisioneros 100 soldados afganos.

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ENVIADA ESPECIAL, El lunes por la noche, coincidiedo con el fin del Ramadán, los musulmanes rebeldes celebraron con una gran fiesta la toma de este lugar, ambicionados desde el comienzo.Tari Mangal, situado a sólo tres kilómetros del centro de la frontera entre Afganistán y Pakistán, es el punto más importante para la distribución de la ayuda militar que las guerrillas reciben de Estados Unidos, Arabia Saudí y otros países. A unas siete horas de coche desde Peshawar, capital política de la resistencia, el paso de Tari Mangal se encuentra en medio del área tribal de Pakistán. En esta región el Gobierno paquistaní apenas tiene poder, y ello ha facilitado la instalación de grandes depósitos de armas de la guerrilla afgana.

Por Tari Mangal se accede a las montañas y al valle de Yayi, en Afganistán. En este área el partido mejor asentado es el tradicionalista Itihad-I-Islami (alianza islámica de muyahidin), que dirige Abdul Sayaf.

Muchos de los 7.000 muyahidin que Sayaf tiene en Yayi trabajan estos días en el desmantelamiento de un arsenal cercano a la ciudad de Sada (Pakistán), que por sus enormes dimensiones ha sido uno de los primeros en tener que iniciar el éxodo hacia el interior de Afganistán.

Armas apiladas

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Misiles, lanzagranadas, ametralladoras, fusiles y municiones de todos los tamaflos se apilan al aire libre en Tari Mangal. Camiones y tractores procedentes de los 21 depósitos de armas de la zona descargan en el pequeño poblado para que otros carguen e inicien el ascenso del tortuoso camino que les lleva a las montañas afganas.

Cada una de las siete fuerzas que forman la alianza muyahidin tiene su depósito de armamento y un número destacado de hombres para hacerse con el valle de Yayi, que tienen sitiado desde hace dos años. Los combates en este momento son menores, y de hecho las tropas soviéticas que permanecían en este enclave se retiraron el domingo y a la guerrilla no le quedaba más que asaltar definitivamente el cuartel donde estaban atrincheradas. Sin embargo, la principal preocupación en Yayi estos días es colocar y resguardar los arsenales que acogía Pakistán.

A pesar de ello, esta enviada pudo ver encenderse, como en un fuego de artificio, los picos de la montaña al aproximarse un avión enemigo que lanzó dos bombas. La guardia es permanente, y tanto de día como de noche el aire se llena con los zumbidos de los disparos. El armamento y las municiones que utilizan los guerrilleros son de fabricación china. Sin embargo, se ve a algunos muyahidin con armas soviéticas que, según ellos, pertenecen a lo capturado al enemigo o los han conseguido a cambio de hachís, droga muy común en esta zona tribal de Pakistán y ampliamente utilizada tanto por las diferentes etnias como por los muyahidin.

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