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Namibia, el convidado de piedra

, Namibia, enclavada en el desierto de la costa occidental de Suráfrica, es la razón real por la que miles de soldados combaten y mueren en el sur de Angola. El Gobierno de Windhoek y la Organización Popular de África del Suroeste (SWAPO), el movimiento guerrillero namibio, no han sido invitados a las negociaciones cuatripartitas.

El presidente surafricano, Pieter Botha, no ha dejado lugar a la duda sobre el contenido de las negociaciones al afirmar en el Parlamento: "Los cubanos deben marcharse... No podemos permitirnos el lujo de que tropas extranjeras nos dicten cómo África del Suroeste (Namibia) debe obtener la independencia".

Esa dura postura no comprometedora ha frenado el progreso real hacia la paz durante cerca de ocho años. No hay calendario ni fecha límite para el autogobierno de esa desértica nación. Para sus dirigentes, blancos y negros, nombrados en 1985 por Pretoria para formar parte de un Gobierno transitorio, tal circunstancia no puede darse lo bastante pronto Mientras exista incertidumbre sobre el futuro de la región y su legitimidad internacional, el crecimiento de las inversiones y el desarrollo económico del país será lento, según sostienen fuentes políticas.

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La resolución 435

Hace 10 años, la ONU aprobó la resolución 435, que prevé la celebración de unas elecciones generales supervisadas por las Naciones Unidas, el fin de la guerra y la retirada de fuerzas y la elaboración de una nueva Constitución para Namibia.

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La resolución fue aceptada por todos hasta que Suráfrica con el beneplácito norteamericano, agregó una cláusula por la cual antes de que sea implantada, los 30.000 soldados cubanos que se estima se encuentran respaldando al Gobierno y al Ejército angoleños tienen que abandonar Angola. La respuesta de ésta fue traer más cubanos al país, hasta llegar a los 40.000. El pasado mes, llegaron otros 10.000, según Washington.

La SWAPO está considerada por la ONU como el único representante legítimo de Namibia desde que el Tribunal de La Haya dictaminé en 1971 que Suráfrica continuaba controlando ilegalmente la ex colonia alemana. Desde la mitad de los años sesenta, la SWAPO ha mantenido una campaña guerrillera de baja intensidad, encaminada a expulsar a los surafricanos.

La política ha fracasado en el logro de ese objetivo, pero está costando a Suráfrica más de un millón de rands (alrededor de 500.000 dólares) diarios mantener tropas allí y un total de unos 500 millones de dólares anuales en apoyo de Namibia.

Hace dos años, el Gobierno provisional pidió a uno de los jueces más respetados del Tribunal Supremo de Suráfrica, Víctor Hiemstra, encabezar una comisión de trabajo, integrada por 18 personas, para redactar una nueva Constitución para Namibia. Su plan, presentado este año, eliminaba las leyes racistas del sistema surafricano y proporcionaba "igualdad de derechos para todos los namibios".

Las propuestas constitucionales fueron aceptadas con entusiasmo por 15 de los 19 miembros del Gobierno interino y rechazadas por el Partido Nacional Namibio.

Louis Pienaar, el administrador general de Namibia designado por Pretoria, y la propia Suráfrica también objetaron a la organización de elecciones sobre bases no raciales, afirmando que no protegería a los grupos minoritarios.

Suráfrica se muestra reacia a permitir que evolucione la situación, porque teme que si la SWAPO ganara unas elecciones supervisadas por la ONU, la bandera roja ondearía sobre Windhoek y la guerrilla abriría las puertas a las fuerzas cubanas y soviéticas hasta la misma frontera del régimen de Pretoria.

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