Sergio Ramírez disecciona la sociedad nicaragüense en la que triunfó Somoza
El vicepresidente de Nicaragua publica en España 'Castigo divino', su tercera novela
Los historiadores que analicen la sociedad en la que estalló la revolución sandinista tendrán que detenerse -desechando montañas de documentos- en la novela que acaba de publicar Sergio Ramírez, vicepresidente de Nicaragua. Castigo divino es la reconstrucción minuciosa de un proceso real por parricidio y asesinato que sacudió a la Nicaragua de 1930 y que, según Ramírez, "refleja la mentalidad de la época. El protagonista y presunto asesino, Oliverio Castañeda, "produce una rasgadura en la estabilidad social y su acto se vuelve intolerable: una provocación en ama sociedad muy conservadora".
Oliverio Castañeda, un oscuro personaje procedente de Guatemala, fue acusado en 1933 de la muerte por envenenamiento de su esposa y de dos miembros de una familia de la, aristocracia de la ciudad nicaragüense de León. Castañeda, al que en León aún se le recuerda como un hombre apuesto y atractivo, se permitió incluso alardear de sus amores prohibidos con las mujeres de la respetable familia leonesa."Cuando yo era estudiante de Derecho, en 1959" afirma, "este proceso se estudiaba como ejercicio. Me interesé en la historia por todo el trasfondo que tenía y porque siendo la. universidad de León parte del establishment provincial de la ciudad, la historia se entregaba a los estudiantes expurgada de intrigas, celos y amores clandestinos. Incluso la familia víctima de esta historia había impreso un folleto que se daba en clase, pero también expurgado. El proceso eran 2.000 folios y ya era una novela que. se podía publicar sin retoques. Yo usé el proceso, hice una investigación en los periódicos de la época y recabé algunos testimonios de gente de León. Todo estaba envuelto en un aura mística".
Historia oculta
Sergio Ramírez, de 46 años, autor de dos novelas, Tiempo de fulgor (1970) y ¿Te dio miedo la sangre? (1977), fue secretario del juez- Fiallos, -encargado del caso Castañeda. Fiallos era entonces rector de la universidad de León: "Yo le acompañaba en sus viajes y entre una variedad muy grande de pláticas tocábamos el tema del proceso, del que hablaba con cierta reticencia porque era también leonés. Hay que ver el peso que tiene esta historia oculta en una ciudad a la que no le gusta hablar".Todos los personajes, excepto la familia objeto de los crímenes, conservan sus nombres en el relato: "El periodista Rosalío Usulutlán es tío de mi mujer, y le conocí en León; el capitán Prío todavía vive; al doctor Salmerón no lo conocí, pero era profesor en la facultad de Medicina; al doctor Darbishire también le conocí, y era un hombre extremadamente excéntrico". Usulutlán, Prío y Salmerán eran miembros de la mesa maldita, una tertulia ciudadana empeñada en descubrir la verdad.
Sus aportaciones fueron decisivas, pero los acontecimientos les desbordan. El proceso de Oliverio Castañeda llegó a convertirse en peligroso para el equilibrio de aquella sociedad. "Yo conocí todavía a esa sociedad" de clara el vicepresidente, "antes de que la clase dominante emigrara a Miami con la revolución".
Como ya no tenía credibilidad en la Prensa, Castañeda se defendía en hojas sueltas que él mismo editaba. La sociedad se dividió: mientras unos le insultaban públicamente, otros le llevaban a hombros de la sala del juicio hasta la cárcel. Entonces interviene y resuelve la historia Anastasio Somoza, jefe director de la Guardia Nacional de Nicaragua, quien, según Ramírez, ya detentaba el poder real del país.
El vicepresidente traza un relato minucioso y detallado en el que los testimonios jurídicos y periodísticos se reproducen íntegros. Escribió esta novela entre 1985 y 1987; de seis a ocho de la mañana, antes de ocuparse de los "asuntos políticos" ("otros hacen yoga"). Para el vicepresidente de Nicaragua, la conclusión íntima de la novela es que "hay un pasado en Nicaragua dinamitado por sus actores".
Babelia
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