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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Esta vez triunfó la Nacional

Muy distintos han sido los programas de las orquestas madrileñas en el Teatro Real este fin de semana. La de RTVE, bajo la dirección de Enrique García, Asensio, preciso y animoso, nos dio un pop-concert hispano-norteamericano. Elemento común a todas las obras: las raíces populares más o menos directas.En la Suite ingenua, el burgalés Antonio José trabajó sobre dos canciones procedentes de Olmeda y una danza recogida por el compositor, que fue también interesante folclorista. La suite, bien armonizada e instrumentada con sencillez y eficaz encanto, fue interpretada en una versión plena ole encanto.

En la Rapsodia española para piano y orquesta, de Isaac Albéniz, revisada por Cristóbal Halffter, la pianista granadina Maribel Calvín se expresó con timidez y no demasiada gracia, y la orquesta sonó aparatosa y popular. Hubo aplausos, para todos.

Orquesta Sinfónica de RTVE

Director: E. García Asensio. Solista: M. Calvín, piano. Obras de Antonio-José, Albéniz, C. Halffter, M. Gould y Coopland. Orquesta Nacional de España. Director: W. Weller. Solista: M. Frager, piano. Obras de E. Halffter, Mozart y Dvorak. Teatro Real. Madrid, 10 y 11 de diciembre.

El tango y la conga

De la Sinfonietta latinoamericana, de Morton Gould (Nueva York, 1913), con sus aires de rumba, guaracha, tango y conga, poco hay que decir. Son pentagramas característicos de los años treinta y propios de la música de consumo. Por otra parte, García Asensio no da. con el estilo de unos ritmos más propios de sentir que de estudiar. Más brillante, dentro de su característico primer estilo popularista, stravinskiano y parisiense, el Aaron Coopland del ballet Rodeo, que cerró una jornada indecisa y mediocre que produjo en el público desorientación.La Orquesta Nacional estuvo dirigida por Walter Weller, uno de sus maestros invitados principales. Weller logró traducir con toda propiedad los juveniles y deliciosos Bocetos sinfónicos, de Ernesto Halffter. La claridad y la elegancia expositiva brillaron tanto en el pararromántico Paisaje muerto como en el desenfadado popularismo imaginario de La canción del farolero.

Malcolm Frager superó con creces el desencanto de su recital para protagonizar una magnífica versión del Concierto en do menor, K.491, de Mozart, situado entre el sturm und drang y el beethovenismo. El gran pianista americano volvió por sus fueros gracias a la perfecta técnica mecánica, a la justeza de estilo y a la fascinante calidad sonora. Weller y la orquesta dieron lecciones de bien colaborar y cerraron el programa con una magnífica traducción de la Sinfonía en re menor, opus 70, de Dvorak. Los aplausos fueron unánimes.

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