_
_
_
_
LA NUEVA DISTENSIÓN

El difícil final

Francisco G. Basterra

, Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, minutos antes del final de la cumbre, comían en el comedor privado de la Casa Blanca sin ni siquiera tener un mínimo acuerdo que anunciar a 7.000 expectantes periodistas.El modesto pacto para obviar la pelea sobre la guerra de las galaxias y comprometerse a cumplir con el tratado de limitación de sistemas contra misiles balísticos (ABM), sin entrar en su interpretación, fue logrado sólo minutos antes de que los dos líderes se despidieran, bajo la lluvia, en el jardín de la mansión presidencial.

Un grupo de cinco hombres clave -al igual que en Reikiavik-, que habían trabajado durante la madrugada y toda la mañana sin hallar la fórmula mágica, estaba reunido en otra habitación de la Casa Blanca mientras sus jefes concluían el almuerzo. Era la una y media de la tarde -el fin de la cumbre estaba pactado para las dos. Nitze, Max Kampelman y Ronald Lehman, por parte norteamericana, y el mariscal Ajromeiev y Víctor Karpov por la URSS, encontraron una solución que aplazaba el debate y lo trasladaba a la mesa de negociaciones de Ginebra.

Más información
El triunfo del realismo
Gorbachov quiere un acuerdo sobre armas estratégicas con Reagan en la Casa Blanca

Era suficiente para tener algo a que agarrarse y anunciar ciertos progresos hacia la consecución de una reducción de armas estratégicas. En la habitación de al lado, el secretario de Estado, George Shultz; su homólogo Shevardnadze; el jefe del Pentágono, Frank Carlucci, y el consejero de Se uridad Nacional, Colin Powell, que atacaban los postres en la mesa que compartían con Reagan y Gorbachov, se excusaron. Pasaron a reunirse con los cinco expertos.

Mientras los líderes concluían la comida a solas, Shultz y Shevardnadze daban su luz verde. Luego, los dos informaron a los números uno, que dieron el visto bueno definitivo. Los soviéticos lo hicieroil en la sala de Mapas de la Casa Blanca, y los norteamericanos, en la biblioteca de la residencia presidencial.

Esto supuso retrasar 25 minutos la ceremonia de despedida. Y esto explica las deliberadamente blandas declaraciones de despedida de Reagan y Gorbachov. Fueron redactadas antes de que se supiera el resultado final. Esta apresurada recta final provocó también un retraso de más de cinco horas en el comunicado conjunto.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_