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Crítica:CINE / 'EL BOSQUE ANIMADO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Humor mágico

Hay muchas películas dentro de un libro como El bosque animado, que es más que una novela o un conjunto interrelacionado de ellas. La obra cumbre de Fernández Florez -uno de los libros más bellos de la literatura contemporánea escrita en este idioma- es una cosmogonía, irónica y mágica, del universo rural gallego. Rafael Azcona, guionista del filme, ha elegido el más dificil de los caminos para extraer de esta compleja joya literaria un soporte para su visualización en una pantalla. Es el camino de la síntesis.Casi la totalidad de El bosque animado está en la película, unas veces en letra grande y otras en las pequeñas grietas que hay entre líneas. No obstante, y por fuerza, hay zonas del inabarcable libro eludidas y las hay que se encuentran únicamente enunciadas, en función coral o de telón de fondo respecto de aquellas otras que el guionista ha elegido para componer la armazón de un relato unitario y construido con el orden y la claridad expositiva que necesita una película de estructura y duración convencionales. En este sentido el trabajo de Azcona es magnífico: ha formalizado, con sorprendente ligereza y en poco más de hora y media de cine, una materia que daba de sí para alimentar muchas horas de imágenes y de fabulaciones.

El bosque animado

Dirección: José Luis Cuerda. Guión: Rafael Azcona, basado en el libro del mismo título original de Wenceslao Fernández Florez. Fotografía: Xabier Aguirresarobe. Música: José Nieto. Producción: Eduardo Ducay. Española, 1987. Intérpretes: Alfredo Landa, Encarna Paso, Fernando Valverde, Alejandra Grepi, Miguel Rellán, Alicia Hermida, Amparo Baró, María Isbert, Luma Gómez, Laura Cisneros, José Esteban. Estreno en Madrid: cine Avenida.

La solidez y comodidad que transmite el soporte del guión contagia al resto de los estadios posteriores del filme. Y lo hace en doble sentido. El primero es positivo, porque les proporciona esa imapagable seguridad que en un rodaje produce saber que se pisa el terreno firme creado por un guión perfectamente compuesto. La gracia, comodidad y transparencia del trabajo de Azcona les arrastra y lleva a su terreno. Personajes, ficciones y situaciones se suceden con agilidad y eficacia, y hacen que la película se vea bien, e incluso sepa a poco.

Más acá del guión

Y el segundo es negativo, porque la creatividad del guión parece haber eximido, sobre todo a la puesta en escena, del riesgo -y ese riesgo es consustancial al cine- de ir más allá del guión, de desarrollarlo, de no detenerse en sus zonas explícitas e ir en busca de sus trastiendas.En este sentido, el trabajo, por otro lado impecable, del director José Luis Cuerda adolece de timidez. Un ejemplo entre muchos: la preciosa escena en que el pocero y la criada se refugian para hacer el amor en el desván de las solteronas, queda nada más que hilvanada y da de sí en la pantalla mucho menos de lo que prometía sobre el papel.

Actores y actrices están sueltos, igualmente contagiados por la comodidad que les ofrecen en bandeja Azcona y una dirección de actores de Cuerda que acierta a conjuntarlos y a dejarles en buena libertad sin por ello permitirles sembrar desorden y dispersar los hilos que cada uno aporta al entretejido. Landa monopoliza las mejores secuencias y sobrepone, sin perturbar la uniformidad, su gracia a la gracia de lo que le sucede. El resto del reparto, le ofrece una réplica cuando menos digna, en este buena película que, con más riesgo, podría haber sido mucho mejor.

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