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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Creaciones Boadella

En marzo de 1983, Albert Boadella arengaba a los alumnos de un curso para actores con estas palabras: "Os aseguro que me empiezan a resultar reiterativas las dudas de Hamlet y la ceguera de Edipo, me pasa ya como con el ¡pom, pom, pom, pom! de la 5ª Sinfionía de Beethoven. Representando el repertorio podéis pensar que hacéis teatro en mayúsculas, pero creo que a muchos nos resulta ya pesado, y la pesadez habría de ser siempre delito o, al menos en nuestro oficio, motivo para la incapacitación profesional".Delito o incapacitación, lo cierto es que son bien pocos los que se libran de acudir un día u otro al repertorio. Tal es el caso de Albert Boadella, el cual, hurgando en el suyo propio, nos devuelve ahora Laetius (1980), con idénticas imágenes, precedidas de -un popurrí con claros guiños a Mary d'Ous (1973), Olympic Man Movement (1981) y Gabinete Libermann (1984); un popurrí aliñado a la soviética, con alusiones al inevitable chernobylazo y al no menos inevitable "virus apocalíptico" (léase Sida), todo ello acompañado del ¡pom, pom, porn, pom! beethoviano.

Bye, bye, Beethoven

De Albert Boadella, por Els Joglars. Teatro Condal, Barcelona, 1 de octubre.

Ese new look de Creaciones Boadella, más que dignamente mostrado por sus actores-modelos, tiene una fácil explicación: la próxima gira europea del patrón. Ante la imposibilidad de echar mano de las vírgenes y de los cabezudos autonómicos, Boadella se ha visto obligado a recurrir a una imaginería y a una temática más próximas a nuestros, bárbaros colegas de la Comunidad Europea (ese "water de cinco estrellas", como la llamó Boadella), estructuradas en pequeñas secuencias reiterativas, con el inconfundible toque Boadella.

Este, y no otro, se me antoja el motivo de la asombrosa resurrección de Laetius, embutido en ese Bye, bye, Beethoven apocalíptico que Boadella vende en los papeles poniendo cara de circunstancias y preguntándose qué futuro les espera a sus hijos. Como diría el pequeño Boadella -Arnau Boadella i Català, hijo del cómico y ahijado mío-, cada cual "s'agarra" a lo que puede. Aunque sea a un water de cinco estrellas.

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