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RELIGIÓN

El VII Congreso de Teología aboga por el fin de las discriminaciones en la Iglesia

Francesc Valls

El VII Congreso de Teología -organizado por sectores progresistas, movimientos católicos y comunidades de base- concluyó ayer sus sesiones en Madrid con la aprobación de un mensaje final en el que se indica que la excesiva distinción entre clérigos y laicos en el interior de la Iglesia conlleva "casi inevitablemente" discriminaciones "contrarias a los derechos humanos".

Este hecho es especialmente grave en lo que se refiere a la mujer, añade el documento, que se mueve en un tono de moderación mayor al de años anteriores. A este hecho no han sido ajenas las tensiones mantenidas entre los organizadores y la Conferencia Episcopal, a raíz de una carta enviada por la jerarquía a las órdenes religiosas recomendando implícitamente la no asistencia a estas sesiones que se iniciaron el pasado jueves.Sin embargo, la asistencia se ha situado en los parámetros de otros años. Unas 1.200 se han inscrito en este séptimo congreso, en el que ha tomado parte un solo obispo, Javier Osés, titular de la diócesis de Huesca. Osés, que participó en una mesa redonda en la tarde del viernes, fue largamente aplaudido por los asistentes que llenaban la sala de sesiones.

Poco antes de que se iniciara la intervención del obispo de Huesca fue leído en una sala de sesiones abarrotada y aprobado -con seis votos en contra- un comunicado en el que se criticaba la información facilitada por el episcopado a la Confederación de Religiosos (Confer) masculinos y femeninos sobre el congreso, por considerarla poco ajustada a la realidad. En el texto se pide "clara y abiertamente" a los obispos que acepten la existencia y la realidad de estos congresos y "se hagan presentes en los mismos con cercanía de hermanos y nos permitan, con todos los diálogos necesarios, participar en la entera responsabilidad de la Iglesia".

El comunicado añade que los asistentes se sienten "en comunión con los obispos", pero en ningún caso "súbditos de nuestros prelados". Una vez concluidas las sesiones, los teólogos de la Asociación Juan XXIII, de carácter civil, continuarán las conversaciones con los obispos, diálogo que ya mantienen desde la edición del año pasado, en la que participaron el teólogo Hans Küng y el sacerdote nicaragüense Fernando Cardenal, considerados por la jerarquía eclesiástica como personajes "problemáticos".

La voluntad de no ahondar las divergencias entre episcopado y los convocantes de las sesiones ha provocado, a juicio de los observadores, que el propio congreso se moviera en parámetros de moderación. El mensaje final parte de la consideración de que sin laicos no hay pueblo de Dios y sin pueblo de Dios no hay Iglesia, y sugiere una evolución del binomio clérigos-laicos a la dialéctica pueblo-ministerios.

"Sería positivo un cambio sociológico en el que ser ministro no implicara necesariamente la pertenencia a un estamento clerical", añade el mensaje, que considera la experiencia de las iglesias latinoamericanas como "una esperanza, a la vez que una enseñanza para nuestras iglesias de Europa". "Hay que reimplantar en la realidad social de la Iglesia el principio de igualdad proclamado por Pablo en la Carta a los gálatas: 'Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, ni varón y hembra, pues todos vosotros hacéis uno en Cristo Jesús", se añade en el mensaje final.

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