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50 AÑOS DESPUÉS

El papel del intelectual frente al mercado

La primera mesa redonda del congreso llevaba por título Las incógnitas de la información y sus seis componentes rondaron el tema del mercantilismo cultural, la pluralidad y la objetividad informativa.Enrique Bustamante, profesor en la facultad de Ciencias de la Información de Madrid, y Juan Luis Cebrián, director, de EL PAÍS, interpretaron el primer choque. Para Bustamante, a la época en la que se era muy sensible sobre el poder de manipulación de las conciencias por los medios de comunicación en poder del Estado, ha seguido este tiempo en que falta una conciencia crítica sobre esa misma manipulación de los medios de comunicación privada. En su opinión existe hoy una beatificación del mercado como lugar de la libertad y mejor equilibrio posible. Esgrimiendo datos y encuestas, Bustarnante buscó desmitificar la supuesta neutralidad tecnológica (la que llamó "ideología profesionalista") y alertó sobre otros males. Entre ellos, hizo hincapié en el crecimiento del "intelectual mediático", entendiendo por tal aquél que se afirma en una materia no por la producción de "un gran libro meditado varios años", sino por su aparición más o menos frecuente en un medio audiovisual. Este personaje de discurso breve y simplificado sería el modelo del intelectual contemporáneo.

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En esa misa línea, la creación tiende hoy a producir artículos destinados a una fácil y rápida comercialización. Para este analista, la producción intelectual obedece a un destino de mercancía, sin cumplimiento ideológico y abdicando de su eventual valor simbólico. Ocioso es decir que aunque Bustamante invitaba a investigar sobre este fenómeno, su posición crítica ("apocalíptica", diría Eco) era clara.

Frente a ella, pero en la retórica manera de hacerse preguntas en alta voz, Juan Luis Cebrián, decía dudar de que la preocupación por la manipulación de las conciencias, debiera desviar su atención de los medios controlados por el Estado. En su parecer, todavía esta forma de dirigir la información es la más inquietante y abusiva. En cuanto a las empresas privadas, lo importante, argüía el director del EL PAÍS, no sería dilucidar si el mercado es bueno o malo; lo decisivo es que hoy el medio de comunicación desempeña el papel de "intelectual colectivo" y que un mensaje a través de él, fuera un concierto o un telefilme, será visto simultáneamente acaso por cientos de millones de personas. Efectivamente, seguía, el intelctual que quiera hacer llegar su mensaje a través de los mass media habrá de tener esto presente y condicionará el carácter de su producto.

¿Prograrnas que se ven por cientos de nifillones o cientos de programas simultáneos que fragmentan los segmentos de audiencia? Miquel de Moragas, en nombre de la pluralidad y la democracia auténtica, propugnó una política de la comunicación que dé opción a todas las voces sociales, por minoritarias que sean. Cuando intervino Giuseppe Richeri, sin embargo, se puso de manifiesto el proceso de creación de opinión pública-general frente a la creciente complejidad social y la proliferación de subsistemas. Refiriéndose al ejemplo italiano y el nacimiento de miles de canales, Richeri dibujaba el comportamiento de un espectador minoritario que tras haber elegido su canal particular cuya visión no le permitiría sino relacionarse con un subgrupo reducido, saltaba durante la emisión y casi simultáneamente -mediante el mando a distancia- a ojear en media docena de canales. Lo que sin duda acaba afectando al saber del espectador, pero también a los productos que, en lo sucesivo, el intelectual o el artista conciban para la televisión.

Pilar Miró, directora general de Radiotelevísión Española, se manifestó interesada en reflexionar sobre la posible objetividad del medio televisivo. Un medio al que acabó calificando de inobjetivo tras emplear los ejemplos de Robert Redford y Luis Marifias como locutores alternativos que teñirían el atractivo de una misma información. Y dijo: "Me he llegado a aprender tan bien los argumentos para defender la objetividad de la televisión pública ante el Congreso de los Diputados, que cuanto mejor me salen menos me los creo". Igualmente escéptico sobre la objetividad de la información se manifesto el veterano correponsal en España del Frankfurter Allgemeine, Walter Haubrich.

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