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Tribuna:FERIA DE SEVILLA
Tribuna
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La vocación de torero

El toreo nunca debe ser planteado como la búsqueda de una simple salida a la vida. En esto del toreo ha de haber más profundidad, más sinceridad. Tiene que ser por verdadera vocación. Si no existe esa profunda vocación capaz de hacer soportar los más duros sacrificios, en ningún caso un hombre lograría vencer los terribles obstáculos que supone ponerse delante del toro para buscar el triunfo por encima de las condiciones del animal. Sólo cuando el hombre se ve dominado por el deseo-vocación de ser torero puede superar el instinto de conservación y hacerlo además de una forma natural.No hay sosiego en la vida de quien quiere ser torero. Para él el tiempo se pasa demasiado pronto y tiene que luchar contra él. Muchos quieren ser toreros y quedan en el camino, y pocos son los que logran llegar. La vida del torero va deprisa, y sabe que el juego es a todo o a nada.

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Mi búsqueda ha sido siempre un camino de rebelión, por eso tengo reparos... Por eso muchas veces, cuando se habla de que a los que pertenecen a familias de toreros les es más fácil llegar, yo abrigo mis dudas. El público te encierra en un mismo círculo y te identifica con los de tu sangre; tristes, lamentables comparaciones, como si por ser hijo, sobrino, primo o hermano de... estuvieras obligado desde el primer momento sólo a repetir. Esto es una exigencia equivocada. Tienes que revelarte buscándote a ti. Además, si no tienes algo dentro de ti, diferente, nunca, serás nada; quizá sólo un espejismo, pero nada más.

El torero lo es por lo que lleva dentro, no por lo que quiera aportarle desde fuera. La fuerza que lo mueve es siempre interior, ha de brotar de sus más íntimas convicciones, nadie desde fuera se la puede inducir, ni el padre, ni el hermano..., nadie. La fuerza que al torero le llega desde fuera se le puede acabar pronto o tambaleársele ante las dificultades, pero sólo la que brota del interior de uno mismo puede fortalecerse cada vez más y hacerse firme.

El oficio se hace en el transcurso del tiempo, yendo a las cosas, pero el poder artístico está sólo en ti. Con la voluntad y el esfuerzo, toreando, claro está, tienes que ir haciéndolo nacer, haciéndolo poder. El toreo es un arte. Yo antepongo por delante de vencer, de matar al toro, lograrlo artísticamente. No se logra el triunfo solamente con el arrojo, como tampoco la simple victoria lleva consigo, como inmediata consecuencia, el triunfo. En la vida del torero la fuerza del reconocimiento es importante, pero el éxito no crea el arte. Aunque uno alcance la categoría solamente después de los triunfos, en el fondo, torero, lo que se dice torero, se es desde siempre, se es desde antes mismo de los éxitos. Igual ocurre con el valor. De verdad, yo no creo que el torero piense que se está jugando la vida. Para una persona la vida es una cosa muy importante, demasiado seria como para jugársela. Hay que tener valor, pero éste será un valor para seguir sin desmayo buscando su propio arte, su diferencia con los demás, su propia identidad artística.

Manolo Vázquez es matador de toros.

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