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Reagan asume "toda la responsabilidad" del 'Irangate'

Francisco G. Basterra

Ronald Reagan, arrepentido, pero sin llegar a pedir abiertamente perdón, aceptó "toda la responsabilidad" por el escándalo del Irangate y anunció, en un discurso televisado al país, en la madrugada del jueves (hora peninsular), que no es aún un presidente vencido. La esperada intervención ha tenido un efecto psicológico positivo y ha sido bien acogida por el Congreso y la Prensa, que coinciden en que marcará probablemente el comienzo de la recuperación de su presidencia.

Con un estilo directo y sobrio, Reagan afirmó que hay razones que pueden explicar lo ocurrido, "pero no hay excusas". "Como dicen en la Marina, ocurrió en mi guardia", dijo. El presidente explicó que ha aprendido una lección", y pro metió cambios en la dirección de la política exterior que impidan la repetición de desastres semejantes. "Hay que seguir adelante a pesar de que continúen las por que esto es lo que están esperando nuestros aliados, si leo las señales bien, también los soviéticos, y el pueblo norteamericano", aseguró.Un acuerdo con la URSS de eliminación de euromisiles y una cumbre este año, en Washington, con Mijail Gorbachov, conforman ahora la mejor esperanza de distraer la atención del Irangate y lograr un triunfo de política exterior para un presidente que sólo horas antes parecía deshauciado. Los nombramientos de Howard Baker, como jefe del gabinete presidencial, y de William Webster, como director de la CIA, que traen "nueva sangre, nueva energía, credibilidad y experiencia", han servido, junto con el discurso, para crear, en pocos días, un nuevo ambiente.

Reagan admitió, por primera vez, que aunque él no lo quiso así en un primer momento, autorizó el intercambio de armas por rehenes norteamericanos. Reconoció también que actuó contra su política de no negociar con terroristas, pero no llegó al punto de condenar la política en sí misma -que, insistió, estaba dirigida a abrirse a los moderados en Irán por razones estratégicas- sino sólo su ejecución. Tampoco pidió perdón por sus acciones, pero su tono fue de arrepentimiento, desconocido en un discurso presidencial al país, desde que John F. Kennedy aceptó la total responsabilidad del desastre de la invasión de Cuba.

MiIes de llamadas inundaron la centralita de la Casa Blanca después del discurso, y el 90% fue de apoyo al presidente, informó ayer el portavoz de éste. La popularidad de Reagan ha caído más de 20 punto en tres meses, y está en un 40% el nivel más bajo de su presidencia, con un 51% de los ciudadanos que cree que miente.

Campo minado

"El presidente ha comenzado a hacer frente a los problemas que han conmocionado los ci mientos de su política exterior afirmó Gary Hart, el principal candidato demócrata a la presi dencia. Pero tiene que demos trar que controla la situación señaló el líder demócrata en el Senado, Robert Byrd. Le espera un campo minado con una triple investigación: del fiscal especial y de dos comités del Congreso, que piensan ir más lejos que el informe Tower, y durante meses producirán nuevas revelaciones que aún pueden dañar más al presidente.

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Los principales interrogantes del Irangate no han sido aún respondidos. Reagan, aun aceptando una responsabilidad global, no admitió que sus ase sores montaron una red priva da de ayuda a la contra nicaragüense, cuando el Congreso lo había prohibido. Tampoco re conoció que miembros de la Casa Blanca trataron de encubrir lo sucedido. El presidente, que afirmó que ha pagado un precio por su silencio en términos de confianza, omitió que mintió con sus primeras decla raciones al país. Tras aceptar "todas las críticas" del informe Tower, a las que consideró "ho nestas y convincentes", el presidente reiteró que no conocía el desvío de fondos a la contra. "Pero, como presidente, tampoco puedo escapar a la responsabilidad", concluyó.

El presidente se presentó como un político bien intencionado, que no prestó atención a lo que hacían sus subordinados, con los que fue muy crítico. "Acepto la responsabilidad por mis propias acciones y las de la Administración", afirmó en la declaración más importante de su breve intervención. "Por irritado que pueda estar por actividades emprendidas sin mi conocimiento, aún soy responsable por las mismas. Por disgustado que pueda estar con algunos de los que me sirvieron, todavía soy el que debe responder ante el pueblo norteamericano por este comportamiento. Ocurrió mientras yo estaba de guardia".

Reagan prometió que se ha acabado la política exterior "por libre" a cargo de los "fontaneros del Consejo de Seguridad Nacional", que éste no realizará acciones encubiertas y que las leyes que obligan a informar al Congreso de las operaciones secretas, serán observadas "no sólo en la letra, sino también en su espíritu".

Reagan sólo abandonó su rostro grave al final del discurso, para esbozar una sonrisa y afirmar: "Cuando se llega a mi edad, uno ha cometido muchos errores si ha vivido como debe ser. Aprendes. Pones las cosas en perspectiva. Reúnes energías y cambias. Vas hacia adelante". "Mi estilo de gobernar", explicó, "ha sido identificar los problemas, buscar a los individuos adecuados para hacer el trabajo y dejar que lo realicen. Y hasta ahora no había funcionado mal".

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