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José Afonso murió ayer en la pobreza

El autor de la canción que desencadenó la 'revolución de los claveles' falleció tras una larga enfermedad

José Manuel Cerqueira Afonso dos Santos (conocido por José Afonso) murió en la madrugada del domingo al lunes en el hospital de Setúbal (Portugal), a los 58 años, tras una larga enfermedad, de la que un médico portugués sospecha que pudo contraer en España al consumir aceite de colza adulterado. La agonía del autor de Grandola vila morena -la canción que sirvió de contraseña para la revolución de los claveles de Portugal, el 25 de abril de 1974- fue larga, amarga, en medio de dificultades económicas increíbles para quien tenía 14 elepés editados y un nombre famoso en todo el mundo.

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Pete Seeger, Daniel Viglietti, Mercedes Sousa, Paco Ibáñez y Luis Pastor reconocían en éI al maestro. Pero, expulsado de la enseñanza oficial portuguesa en 1968, tuvo que esperar hasta 1983 para ser reingresado y tener derecho a un miserable sueldo de 30.000 pesetas.Las primeras reacciones oficiales fueron prudentes y circunspectas: el presidente, Mario Soares, ofreció sus condolencias a la familia de este "hombre generoso", artista "de enorme talento, solidario y comprometido, que merece el respeto y la consideración de todos los portugueses". La secretaria de Estado de Cultura, Teresa Gouvela, saludó en José Afonso a "una figura importante de la música popular, que renovó y enriqueció literaria y musicalmente".

Pero el homenaje popular va por otros cauces: para instalar la capilla ardiente, la familia ha escogido el Club Naval de Setúbal, especie de corazón proletario del cinturón rojo de Lisboa, donde se realizaron en 1974-1975 algunos de los más importantes mítines de la revolución de los claveles, y ayer por la mañana empezó la romería de los militantes de izquierda ante el féretro de Zeca, cubierto, según voluntad expresa del cantautor, con una bandera roja, sin otros símbolos. Muchos claveles rojos, mucha música. Zeca exigió que nadie se vistiera de luto por él.

Nacido el 2 de agosto de 1929 en Aveiro, en el norte de Portugal, José Zeca Afonso nunca fue un hombre del Norte, conservador e individualista. Sus raíces se encuentran en el Coimbra de los estudiantes, donde cursó una licenciatura de historia y filosofía; en las tierras y los ritmos calientes de África, de Mozambique, donde vivió parte de su infancia y de su vida adulta; en el Alentejo de Grandola, de las mieses y de las luchas campesinas, y en el cinturón industrial de Lisboa, bastión de las luchas proletarias.

Cinco años de agonía

Se sabía condenado desde 1982, cuando los médicos le detectaron una enferniedad rara y hasta ahora incurable, esclerosis lateral arniotrófica, producida por un virus que afecta el sistema nervioso central y provoca la destrucción progresiva del tejido muscular. Murió por asfixia, cuando la parálisis le afectó al diafragma.Un neurocirujano de Lisboa, Armando Hasse Ferreira, afirmó en 1983 que la enfermedad de Afonso podía tratarse de una variante de las neumonías atipicas provocadas por el aceite español adulterado. Afonso había estado en España, en casa de su amigo Luis Pastor, cuando se verificaron los primeros casos de neumonía atípica, y a su regreso a Portugal sufrió una enfermedad pulmonar semejante al cuadro clínico de las víctimas de la colza.

El artista portugués admitió esta explicación, sobre todo porque le dejaba la esperanza de salvarse, mientras que el diagnóstico inicial, confirmado en Londres y Estados Unidos, excluía toda posibilidad de cura, o siquiera de estabilización de la enfermedad. Pero tampoco quiso que se hiciera demasiado escándalo acerca del caso. "Si es verdad, soy apenas una de las víctimas a las cuales el Estado español debe ayudar y proteger", dijo.

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