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Crítica:'EL RAÍL'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Romanticismo y capacidad profesional

El raíl es un espectáculo de fragmentos sin unidad narrativa, pero con una gran fuerza visual y sonora, centrada en el trabajo de ocho actores canadienses de una capacidad profesional poco común.Puede uno dejar libre su voluntad y, si no se controla un poco, hasta su pedantería para encontrar explicaciones a la exhibición: el trozo de raíl en el cual, y en torno al cual, se desarrolla la incesante acción puede tener una metafísica de principio y fin o, como dice el programa, de Eros y Tánatos; puede unir o no el amor, la violencia y la muerte. Sus creadores apelan sobre todo a un cierto romanticismo o neorromanticismo; injertan un fragmento de La traviata, una canción tierna, unas notas de saxofón, otras de piano y esa ya larga metáfora de sobrecogimiento literario que da siempre el ferrocarril y la estación. Trasciendo la misma emoción impalpable en los textos de Dylan Thomas y de Marguerite Duras. La mezcla de idiomas -preferentemente inglés y francés-, la falta de identidad de los personajes, sus extrañas interrelacionestienden, sobre todo, a un diseño del misterio y de la inseguridad en el que cada espectador podrá poner sus metáforas.

El raíl

Por el grupo Carbono 14, de Canadá. Puesta en escena y escenografía de Gilles Maheu. Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Estreno, antiguas cocheras de Renfe, estación del Príncipe Pío, 27 de septiembre.

En todo caso recibe dos cosas: una impregnación sentimental y una admiración sin límites por la perfección del trabajo realizado. En primer lugar, del trabajo humano: la fuerza, la flexibilidad, la capacidad expresiva de los cuerpos, la calidad de sus voces y su sabiduría para proyectarlas, hacerlas reverberar y acoplarse a un espacio insólito para ellos y la afinación musical. En segundo lugar, la adecuación técnica: los aparatos, los fingidos asientos de ferrocarril, el fuego, los trapecios, las inesperadas iluminaciones.

Toda esta sensibilidad llega al público con facilidad. El espectáculo brillante y profundo desprende las emociones previstas.

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