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Reportaje:

La música de la 'nueva era'

Sonidos blandos para gustos exquisitos en las tiendas norteamericanas

Diego A. Manrique

En las tiendas de discos norteamericanas ha aparecido una nueva sección. Está reservada a la new age music (música de la nueva era) y acoge a un piélago de artistas cuyo principal punto de contacto está en la presentación gráfica de sus surcos y en el hecho de que son consumidos por un público adulto que rechaza las estridencias del rock o la vetusta tradición del jazz. Lo de new age music es una bandera de conveniencia, un feliz hallazgo de la mercadotecnia que agrupa experiencias sonoras dificilmente clasificables

La new age musie tiene su mito fundacional, su historia de bravos pioneros que lucharon contra circunstancias; adversas para establecer los cimientos de un imperio. Hace ahora 10 años un guitarrista llamado Will Acker man convencía a conocidos y fa miliares para que le ayudaran a pagar un prensaje de 300 copias de su primer disco, En busca del ombligo de la tortura. Hoy la compañía que Will Ac kerman fundara de modo tan humilde es un sólido bastión de la industria discográfica: Windliam. Hill ha registrado incrementos constantes en el volumen de ventas -en un año llegaron a multiplicar por 10 los resultados del ejercicio anterior- y, el mejor indicativo de su éxito, compite ahora con abunclantes nuevos sellos (Private Music, Terra, Coda, New Age, Gramavision, American Gramophone, Caeles te Arc) en un mercado que está en expansión. Los consumidores son yuppies que precisan bella música ambiental para amueblar sus momentos de descanso y poner a prueba las prestaciones de sus equipos estereofánicos, personas agobiadas con necesidad de sonidos tranquilizantes, inquietos degustadores de músicas diferentes.

No es casualidad que la sede de la casa discográfica Windham Hill esté en Palo Alto (California), muy cerca del famoso Silicon Valley: aspira a ser la banda sonora del presente, expresión intimista de un tiempo marcado por la alta tecnología.

Para intentar acotar la naturaleza de la new age music lo mejor es buscar precedentes. Está emparentada con la escuela del minimalismo norteamericano; hoy los discos recientes de Philip Glass, Steve Reich o Terry Riley se venden al lado del producto de Windham Hili.

La música de la nueva era es heredera de la tradición de magos del sintetizador alemanes (kosmische musik) o franceses (musique planante) que se desarrolló especialmente en los años setenta. Recoge experiencias del trabajo de Brían Eno, experto en creación de ambientes para uso particular o colectivo. Extiende la labor de instrumentistas heterodoxos, a lo John Fahey o Paul Horn, que partieron de lenguajes existentes -folk, jazz, clásica para crear mundos musicales propios.

Influencia de ECM

Finalmente, la gran influencia es el sello alemán ECM, cuyo jazz de cámara anticipó muchos de los hallazgos de Windliam. Hill: grabaciones impecables, cuidados prensajes, exploraciones reflexivas, portadas identificables y levemente impresionistas. Pero el sonido ECM resulta frecuentemente intimidatorio: la estrella de la compañía, el pianista Keith Jarrett, no favorece un culto masivo con sus bruscos virajes, su arrogancia o sus caja de 10 elepés plagadas de improvisaciones de piano. Por el contrario, el equivalente a Keith Jarrett en Windham Hill es George Winston, la estrella máxima del sello norteamericano, que ha conseguido extraordinarias ventas con discos líricos y accesibles. También demasiado vaporosos para muchos oyentes habituados a experiencias más intensas. "George Winston hace lo que yo podría hacer si me sentara un día tranquilo a jugar con el piano, música que no plantea problemas y que puede impresionar a alguien que no sepa tocar el piano", dice Joe Jackson.

Un género proteico

La heterogeneidad de fórmulas que se agrupan bajo el paraguas comercial de new age music hace imposible lanzar juicios globales.

William Ackerman reacciona agresivamente cuando se presenta a Windhain Hill como proveedor de música tibia e inocua, alegando que el grupo Shadowfax o el guitarrista Michael Hedges tienen los dientes bien afilados. Igualmente, hay océanos de distancia entre los bucólicos panoramas del arpista suizo Andreas Vollenweíder o los rigurosos trabajos del Kronos Quartet, cuarteto de cuerda cuyo repertorio incluye numerosas obras de Philip Glass o Terry Riley. También es preciso recordar que muchos de estos artistas trabajan con parámetros muy particulares: así, el prolífico Steve Halpern, un psicólogo y terapeuta con inclinaciones musicales, se presenta como parte de "la alternativa antifrenética", con discos que aseguran carecer de "impetuosos ritmos o apremiantes progresiones melódicas y armónicas", ya que lo que busca es provocar "un delicioso estado de relajación y disfrute", fruto de sus estudios del efecto del sonido en el sistema nervioso. A vista de pájaro, la new age music es un terreno donde todo vale, desde una dama como Lucia Hwong, que toca instrumentos orientales, hasta el último Juan Palomo del sintetizador, pasando por flautistas que graban con delfines o solistas en los más inesperados artilugios. Un área donde se cocinan platos de merengue y complicadas recetas para paladares que buscan huir de las hamburguesas habituales. Zona de libertad que produce músicas inofensivas y ensayos provocadores, (tal vez) el sonido del futuro.

La versión española

Las grabaciones de Windham Hill son distribuidas en España por Polygram. Se trata de prensajes originales, con el obsesivo control de calidad de Will Ackerman. Nuevos Medios también ofrece abundante material de los sellos Gramavisión y ECM, en ediciones nacionales y discos importados. Por lo que respecta a la producción original, Grabaciones Accidentales cobija abundantes aventuras que en Estados Unidos irían directamente a las estanterías de new age music, tales como los discos de Suso Saiz, Finis Africae o La Orquesta de las Nu bes. Lo mismo se podría decir de las producciones del sello El Cometa de Madrid, patrocinado también por Grabaciones Accidentales. Y el trabajo de francotiradores como el barcelonés Michael Huygen, de amplia trayectoria, o Ars Mundi, seudónimo del productor Julián Ruiz. Discos que sufren ahora mismo de la dificultad para encuadrarlos y el escaso eco de los medios de comunicación.Aparte de ocasionales apariciones en el Metrópolis televisivo, se pueden oír muestras de new age music en el programa Diálogos (Nacional 3 FM) o en espacios radiofónicos locales como el de Juan Alberto Arteche en Onda Madrid.

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