'Papel y pluma', una gran exposición para recorrer la historia de la escritura
La exposición Papel y pluma, con un millar de libros e instrumentos relacionados con el arte de la escritura, está formada por objetos como tinteros napoleónicos, sacapuntas, pizarrines y escribanías. Estará abierta hasta el 6 de enero en la Capiñaa del Oidor, de Alcalá de Henares (Madrid). La colección ha sido recogida durante 17 años por Javier G. del Olmo y Esther Vilas en tiendas de Europa, almonedas y lugares como el Rastro. Es un homenaje a la escritura porque la letra queda", dice Del Olmo, "aunque sea fosforesciendo en la pantalla de un monitor o en la impresora de un terminal".
Una media de 200 personas visita cada día la exposición, cifra que se incrementa notablemente los fines de semana. Se ven padres con sus hijos, los primeros ejercitando la nostalgia mientras contemplan lápices, plumillas y portapalilleros, y los segundos mirando con curiosidad unos objetos que en su mayoría ya no están al alcance de su memoria. Hay un tintero de cristal soplado en La Granja (Segovia), del siglo XIX, modelo involcable, porque no se derrama la tinta aunque se ponga boca abajo, y otro de cerámica de Sargadelos (Lugo), también del XIX, cuya escena del estampado es una mujer en pleno campo ordeñando una vaca. Desde tinteros del siglo XVI, pasando por otros renacentistas, napoleánicos, art decó y art nouveau, hasta los secantes tarros de cola o barras de tinta de los años 1930 a 1960, la muestra recoge un período de cinco siglos sobre objetos al servicio de la escritura.Un hombre que fue a la escuela enla posguerra comenta la muestra: "Reconozco muchos de estos instrumentos", dice. "En mi época la calidad del papel en el que escribíamos era muy mala, la tinta líquida era un lujo y los maestros nos daban barras sólidas que había que disolver en el agua. Era todo muy guarro, te ponías perdido". En su opinión, los maestros de entonces conferían mucha importancia a la caligrafla y a las máximas morales, idea corroborada en una lámina expuesta, con un recuadro para escribir, en la que un alumno felicita las Pascuas a sus propios padres con la siguiente frase, escrita con letra impecable: "Los niños obedientes a sus padres y maestros son queridos por cuantas personas los tratan y serán estimados por todos".
La muestra incluye libros de famosos caligrafías, como el de Díaz Morante, de 1623, y cuadernos de caligrafía, uno de ellos fechado en 1913, que es una guía para hacer letras de carácter inglés "con arreglo al nuevo método compuesto y escrito por Juan A. Jiménez, profesor de caligrafía, por, oposición ( ... ) premiado por sus trabajos artísticos y caligráficos en varias exposiciones y concursos". Otro cuaderno es Fantasías caligrafías para dibujantes, pintores y bordadoras.
Además de los libros e instrumentos están las tarjetas postales. En un cuadro aparecen enmarcadas 12 de ellas, cada una con una letra del abecedario impresa. Leyendo lo escrito a mano alrededor de las letras se descubre una historia que transcurrió en 1904.
La última tarjeta
Durante ese año un galán fue enviando a una dama cada uno de los caracteres del nombre y primer apellido de ésta. Terminado el envío del nombre propio le dice: "Señorita Juanita: como verá, con la presente termina el angelical nombre que he tenido el gusto de mandarle". La última tarjeta, fechada en 1905, es una advertencia sobre lo que será el contenido de la siguiente, en la que el joven va a descubrirse como un hombre de acción: "En otra seré yo quien pedirá su favor, si no es molestaria".El contenido de un cajón, de sastre expuesto es un ejemplo de objetos que sirven para evocar otros tiempos: un fragmento de planta de papiro; seis plumas naturales de ave, dos calcadores de papel en alambre, dos barras sólidas de tinta china, un tarro de goma de pegar Ebro, un humedecedor de sellos de cristal, dos pizarras escolares con marcos de madera y un pizarrín una salvadera de porcelana blanca, una tapa de imprentilla infantil y un borra de tintas Ebro.
Babelia
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