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Philippe Sollers: "El mundo pertenece a las mujeres"

El escritor francés presenta en España su última novela

"El mundo pertenece a las mujeres. Es decir, a la muerte. Al respecto, todo el mundo miente". Philippe Sollers, el ex enfant terrible de la literatura francesa contemporánea, confesó haber partido de esta reflexión bíblica como inspiración fundamental de su penúltima novela, titulada precisamente Mujeres (Editorial Lumen), que se presentó el martes en Madrid en el Instituto Francés. Femmes (Mujeres) constituyó en Francia un escándalo, pues suponía un brusco giro en la trayectoria del escritor, una profunda transformación de su manera de escribir, y una especie de provocación frente al mundo intelectual galo y a las teorías del feminismo.

El traductor de la obra al castellano, Arturo Firpo, y el director del citado instituto, Christian Delacampagne, participaron en el insólito acto de esta presentación.Sollers, nacido en Burdeos en 1936, fue descubierto a finales de los cincuenta cuando su primera novela -Une curieuse solitude- fue descubierta por dos de los grandes patrones de las letras francesas de aquel tiempo: el premio Nobel Mauriac y el gran escritor comunista Louis Aragon. Poco después, su segunda novela, Le parc, de inspiración más vanguardista, obtenía el Premio Médicis, y el joven escritor lanzaba la revista Tel Quel, eje de la vida intelectual.

Sollers fue, durante muchos años, un radical excesivo: se apuntó a todos los extremos, políticos y literarios, desde el comunismo y el maoísmo a una vanguardia explosiva inspirada en el estructuralismo y las últimas consecuencias del nouveau roman. Pero a mediados de los setenta todo empezó a cambiar. Sollers mató a Tel Quel, se pasó con armas y bagajes al bando opuesto, combatió el marxismo, el feminismo, defendió a los disidentes del Este y abrazó una fe religiosa donde se entremezclan curiosamente el anarquismo y el catolicismo.

De pasiones y sufrimientos

Una nueva revista, L´Infini, y dos novelas, Femmes y Portrait du joueur, han ilustrado este viraje, lo que ha provocado su penetración entre el gran público, para el que su obra anterior, minoritaria, seguía siendo demasiado hermética. En Mujeres, Sollers parece abominar de su etapa anterior por boca de uno de sus personajes: "Ha terminado una gran época literaria que se ha distinguido por la preeminencia del pensamiento crítico; pero el pensamiento sin obras de creación no puede subsistir tan sólo. Y las muertes de Lacan, Barthes, Poulantzas o Foucault, o la locura de Althusser, han sido como un símbolo de este final". En su libro, todos estos personajes son contemplados, bajo nombres más bien transparentes, desde el punto de vista pasional y humano: "No hablo de su pensamiento, sino de sus figuras como hombres, de sus pasiones y de sus sufrimientos. Quien no lo vea así, no entenderá mis reales intenciones y podrá pensar que les ataco injustamente. Por eso mi novela ha provocado tanto escándalo y tanto rasgarse las vestiduras"."Mujeres es una summa, un repaso a todas las ideas y los acontecimientos del mundo contemporáneo", dijo el traductor, Arturo Firpo, "pero también un tratado de amor, un conjunto barroco". Con un estilo entrecortado, que recuerda los geniales balbuceos de un Céline, aunque con un lenguaje más culto y burgués, Sollers ha fabricado un grueso volumen de 600 páginas, como una larga meditación, en la que se contrapone a un escritor francés llamado S., con el verdadero protagonista, un periodista norteamericano que vive en París y escribe una especie de diario profesional, político y erótico y de inspiración filosófica y bíblica.

"Mi novela anterior, Paradis, era un largo texto acumulado sin signos de puntuación y escrito en forma continua, sin puntos y aparte, mientras que en Mujeres hay cinco veces más signos de puntuación que palabras en cada página. Pero en mi próxima novela, Paradis II", de la que leyó fragmentos, "vuelvo al texto continuo, que puede parecer experimental, pero que es el mismo en profundidad". ¿Y las mujeres? "No es un libro contra las mujeres, sino contra el feminismo ideologizado. En la Biblia, Eva fue la causante de todo; por las mujeres nacemos, esto es, por ellas morimos, a ellas pertenece al mundo. Kundera dice que 'sólo los misóginós hacen felices a las mujeres', y creo que las mujeres no necesitan hombres que se identifiquen con ellas, sino que están tentadas por lo que se les escapa. De todas formas, mi personaje no es misógino, y además no todos los personajes femeninos son abominables, ni mucho menos. Las hay espléndidas".

En realidad, según su autor, Mujeres es una novela filosófica y casi de espionaje. Sollers se siente como un espía, dispuesto a aprovecharlo todo para su obra. "Esta misma sesión", amenazó en el acto, "puede pasar a una obra de ficción. La ficción debe inquietar", terminó, con su permanente sonrisa de niño travieso y juguetón.

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