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Entrevista:

Enzo Cucchi: "En España comienza la memoria oscura de los pueblos de Europa"

El creador de la transvanguardia italiana expone su obra reciente en Madrid

El pintor italiano Enzo Cucchi, uno de los artistas más significativos del panorama plástico internacional de los años ochenta, presentará esta tarde una amplia muestra de su obra reciente en las salas de exposiciones de la Fundación Caja de Pensiones en Madrid. Elemento clave en la célebre aventura de la transvanguardia italiana, Cucchi (Morro d'Alba, 1950) nos ofrece aquí, junto a una selección de dibujos, un conjunto de 13 pinturas de gran formato, realizadas expresamente para la muestra a lo largo del último año y medio. La presenta en España, entre otras cosas, porque piensa que en este país comienza "la memoria oscura de los pueblos de Europa".

La exposición, que permanecerá abierta hasta el 2 de febrero, viajará después al Museo de Arte Contemporáneo de Burdeos en la próxima primavera, anteponiéndose, según declara el propio artista, a sus proyectos para 1986 en el Museo Guggenheim, de Nueva York, o el Centro Georges Pompidou, de París."En España , en Madrid", dice el pintor, "comienza África en el mejor sentido del término. Claro que no es ésa la visión de los intelectuales europeos, que piensan justo lo contrario al hablar de África. Desde hace mucho tiempo ha comenzado a bajar el nivel de civilización y, por tanto, a no respetarse ya a sí mismos, a no trabajar con las cosas elementales, a no reconocerse. Estoy contentísimo de hacer esta exposición aquí, y no es por equivocación. Ha sido una elección animal, instintiva. Muchos amigos se sorprendieron de que eligiera Madrid antes que otros museos de Europa. Resulta evidente que, en un cierto sentido, no habéis tenido una posguerra como la nuestra. Tenéis una suerte enorme; se siente aquí una gran voluntad de reinvención. Me refiero a que sois capaces de producir un material , respecto al plano del trabajo artístico, que no se produce en absoluto en Europa. Allí se comenzó a desbordar todo el trabajo hacia lo que le era externo, y éste se ha convertido sólo en un hecho de carácter social".

"Pero el arte", -añade- "se ha interesado siempre por cosas elementales, simples. Extrañamente, dramáticamente, desde un cierto punto de vista, ahora se han dado cuenta de que ellos mismos son responsables de ese desastre".

Pregunta. Usted alude con frecuencia a una noción de verticalidad respecto al trabajo creativo.

Respuesta. Me refiero a una forma de centralidad a través de la cual poder desarrollar un esfuerzo moral, ético y épico, fruto de un testimonio y de un deseo. El arte siempre ha testimoniado sobre eso, sobre una forma de centralidad, porque se trata de encontrar y salvaguardar un pequeño lugar de civilización, para poder elevar después ese nivel de civilización. El artista puede hacer poco, pero en eso debe ser muy claro; su disciplina no puede ser ambigua como lo es la de la política. Está ligado a una materialidad inmediata, una materialidad que te conduce al misterio de la forma.

P. La tradición de la vanguardia ha estado ligada a esos aspectos externos al trabajo creativo.

R. Ése ha sido el gran drama. Los artistas entraron en el campo de los intelectuales, desarrollando esa forma -curiosa, muy interesante, pero fatal- de llevar el trabajo hasta un territorio en el que degenera, en el que sufre una mutación, mimetizándose con lo externo, y se convierte en algo pavoroso, en una especie de código, un instrumento sin ninguna disciplina ética de carácter moral o material. El artista debe surgir de su relación con otros artistas, y no con el lenguaje, la estructura o el pensamiento. Eso es posible para otras cosas de mucho interés, pero que nada tienen que ver con el arte.

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