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LA LIDIA / FERIA DE BILBAO

El toro despanzurrado

ENVIADO ESPECIALLa feria de Bilbao es la feria del toro como uno se imagina que debe ser un toro, o la feria del toro despanzurrado; según. Ayer le correspondió ser la feria del toro despanzurrado. Primero y sexto toro estaban despanzurrados, siempre en el supuesto de que realmente fueran toros. Les ponían delante un capote sin ánimo de ofender, y se caían de morro. Cuando el simulacro de las varas, se caían de panza. Y cuando el de banderillas, con sólo mirarles se caían también.

Niño de la Capea, que es inteligente coletudo, miraba de soslayo al toro despanzurrado, para que no se pegara barrigazos, y muleteaba descargando la suerte, para que hubiera el menor parecido posible entre su afanoso trajinar y el toreo, que para los toros despanzurrados es ejercicio mortal. Los toros no despanzurrados, como el cuarto, que tenía mal conformar, escasa fijeza, habilidad para abandonar el engaño y buscar al engañador, ya admiten el toreo verdadero, incluso sólo eso, y Niño de la Capea lo intentó con auténtico valor. Pese a los inminentes peligros del gañafón, aguantaba el embite, hacía por someterlo, ensayaba insistentemente la suerte del redondo y natural. Finalmente, aliñó, ya que los pases de siempre no eran posibles.

Plaza de Bilbao

20 de agosto. Tercera corrida de feria.Cinco toros de Juan Pedro Domecq, escasos de trapío y sin fuerza; primero y sexto, absolutamente inválidos. Quinto, de Murteira, de gran presencia y trapío, con problemas. Niño de la Capea: media estocada (palmas); pinchazo, estocada atravesada y tres descabellos (silencio). Tomás Campuzano: estocada caída (petición y dos vueltas); bajonazo (aplausos). Espartaco: dos pinchazos y bajonazo descarado (ovación y saludos); dos pinchazos y bajonazo (ovación y saludos).

Espartaco bulló ante el santo toro despanzurrado que cerró la corrida. Ya que no bullía el toro, bullía el torero; el flequillo en continuo vaivén, sonrisas dentífricas al graderío, gran actividad e irrefrenable dinamismo ruedo a través. Dio verónicas echando el paso atrás, galleó por chicuelinas, encadenó vertiginosos derechazos y naturales, se tiró de rodillas, y culminó la ruda tarea mediante un sartenazo. A su anterior toro, también manejable aunque menos pastueño, le aplicó parecido frenesí muleteril, y en el turno de los naturales fogosos parecía El Cordobés, aquél fenómeno de la naturaleza taurina. La estocada, en cambio, en lugar de sartenazo había sido paellón para doce; en las proximidades del brazuelo dejó la espada.

Por esas casualidades que se dan en todas las corridas donde hay figuras, al diestro de menores pretensiones -ayer, Tomás Campuzano- le correspondieron los toros de mayor trapío. El primero de ellos resultó noble y Campuzano le hizo una faena muy torera y ligada, añadiendo temple y gusto a los muletazos fundamentales. Los trincherazos con que la inició le salieron de firma; poseían todos los atributos que encierran los cánones de la tauromaquia. Al quinto, un Murteira con cuajo y arboladura que se quedaba en la suerte, le consintió más de lo que merecía la catadura del animal y aún consiguió sacarle algunos redondos y naturales de impecable factura.

La cuadrilla de Campuzano intentó no desmerecer de su jefe, y tanto Guillermo de Alba como Silverio Sierra prendieron excelentes pares de banderillas, por los que saludaron montera en mano. El caballo que sacaron para picar al primer toro de Espartaco tenía la misma elegancia espiritual y voluntad de emulación que los mencionados subalternos (mejorando lo presente), y echó a triscar sobre la negra arena. Noble bruto -más bruto que noble- no advirtió en su desbocado galopar que tiraba al picador, el cual se pegó una costalada terrible, ni que había barrera, contra la que se estrelló varias veces. Niño de la Capea fue el que consiguió atrapar al penco alborotón, y lo celebró el público con una salva de aplausos. La feria del toro como uno se imagina que debe ser un toro o la feria del toro despanzurrado, según, recibió de regalo este montaraz acontecimiento, para inscribirlo en sus anales.

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