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Colonia acoge una insólita exposición sobre los ritos sociales de las bodas

Una interesante y única exposición que acaba de inaugurarse en Colonia documenta la sumisión de la novia a través de los ritos nupciales de los distintos pueblos del planeta. La exposición, fruto de tres años de paciente trabajo de dos etnólogas alemanas, se titula simplemente La novia. Pero su subtítulo no puede ser más significativo: Amada, vendida, comprada, raptada. La exposición estará abierta hasta finales de octubre.Las especialistas Gisela Voelger y Karin von Welck han logrado juntar en el museo Josep-Haubrich trajes, galas y todo tipo de objetos relacionados con la ceremonia en diversas culturas.

Integran la muestra alrededor de 3.000 piezas, entre ellas el traje usado por la emperatriz austriaca Sissy en la despedida de soltera, el mismo que le hizo comentar: "Me siento como un enano de circo". También puede admirarse el traje de novia de lady Di.

Cuchillos para el harakiri japonés, pañuelos de delicadas sedas, joyas nupciales, coronas de huevos y otras galas y adornos representan la faceta vistosa y espectacular de un acontecimiento que para la mujer no era, muchas veces, sino el tránsito de un tipo de sumisión a otro.

De la autoridad paterna, la mujer pasaba, a través del matrimonio -tantas veces arreglado al margen de su voluntad-, a la del marido, sin que se le diese ocasión de desarrollarse como persona ni como mujer: tal es la impresión que queda de la visita a la exposición y de la lectura de los textos que la ilustran. Como explica Gisela Voelgar, siempre era la mujer quien debía cortar sus raíces: lo mismo en China o África que en Europa o América.

Existen, y están también documentadas en esta exposición, algunas excepciones a esa regla: por ejemplo, entre los minaangkabau, tribu de Sumatra dedicada fundamentalmente al cultivo del arroz y organizada matrilinealmente. Las mujeres de esa tribu se independizan gracias al trabajo agrícola. Son las propietarias de tierras y casas, y cuando la pareja se casa, es el marido quien va a vivir con su esposa, y no al contrario.

Pero en la mayoría de las culturas el papel de la mujer refleja la sumisión más absoluta: hay tribus en las que es costumbre que el día de la boda la novia sea sometida a los peores insultos por parte de los parientes del futuro esposo, quienes la humillan para demostrarla que no tiene ningún derecho y debe agradecer el que, pese a sus defectos, alguien se haya apiadado de ella.

Tampoco en la aristocracia, y mucho menos entre las familias reales, tenían las mujeres capacidad de decisión, sino que los matrimonios eran en su mayoría arreglos con fines patrimoniales o de Estado. En esos matrimonios el papel de la mujer no era otro que el de sellar alianzas entre Estados y parir herederos, y su destino, muchas veces, morir de parto.

La exposición ilustra usos similares del matrimonio en grupos primitivos. Así, entre los íatmul de Papua, Nueva Guinea, pueblo esencialmente guerrero, donde servía sobre todo para establecer la paz entre familias, o en Afganistán, donde puede dar paso a una alianza entre dos pueblos vecinos.

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