'El verano peligroso' de Hemingway, publicado en EE UU por primera vez como libro
The dangerous summer (El verano peligroso), que relata los mano a mano de Antonio Ordóñez y Luis Miguél Dominguín por los ruedos de España en el cálido verano de 1959, acaba de aparecer 26 años después de que lo escribiera Ernest Hemingway como una serie de reportajes para la revista Life, que le había pedido sólo 10.000 palabras y que acabó publicando unas 70.000. Una compleja labor de reedición ha sido necesaria para dejar en 45.000 palabras una de las últimas obras sobre las que trabajó Hemingway antes de su muerte, ocurrida en 1961, y que ahora se publica por primera vez como libro.
"Éste es un libro acerca de la muerte escrito por un vigoroso hombre de 60 años que tenía razones para temer que su propia muerte era inminente. También es un relato emocionado de su vuelta a aquellos heroicos días, cuando él era joven y aprendía acerca de la vida de los ruedos de España". Así define a The dangerous summer en la introducción del libro James Michener, un amigo de Hemingway y experto en su obra, al que en 1952 Life le pidió su opinión sobre el famoso cuento El viejo y el mar. Para el crítico William Kenne, "Hemingway fue a España en 1959 buscando la juventud, y en vez de ello encontró la muerte y la locura".En algunos sectores de Estado Unidos aún se mantiene viva la mística de papá Hemingway, el padre del nuevo periodismo, profesión a la que el escritor denigró al final de su vida ("el periodismo, después de alcanzar un cierto punto, puede ser una autodestrucción diaria para un escritor creador serio"), pero que nunca llegó a abandonar. The New York Times abrió el pasado domingo su prestigiosa revista de libros con una crítica de El verano peligroso, que tituló 'El último olé'. Para el periódico, "si esta obra hubiera sido publicable o incluso concebible con esta extensión y con esta calidad durante la vida de Hemingway, éste quizá no se hubiera pegado un tiro en la cabeza".
Placer melancólico
No todos los críticos son de la misma opinión, y David Lehman afirma en Newsweek que la obra encantará a los partidarios a ultranza de Hemingway, pero no contribuirá a realzar el cartel literario de su autor. "Es un placer melancólico ver al envejecido Hemingway, campeón de la prosa precisa y fuerte, convertirse en un ensalzador parlanchín de su propio pasado ('Pamplona. El vino era tan bueno como cuando teníamos 21 años, y la comida tan maravillosa como siempre. Había las mismas canciones. Las caras que fueron jóvenes eran ahora viejas como la mía, pero todo el mundo recordaba cómo éramos'). El famoso estilo sobrevive, pero como algo puramente mecánico", escribe Lehman.
La idea de El verano peligroso fue concebida en principio por su autor como un epílogo para su clásico libro sobre el mundo de los toros, Muerte en la tarde, que escribió en 1932. Los editores de Life se enteraron de sus planes y le pidieron que ampliara su artículo a unos miles de palabras, para que la revista lo publicara como había hecho anteriormente con El viejo y el mar, por el que Hemingway recibió el Premio Pulitzer en 1953.
Cuando recibió el encargo, el escritor se quejó en una carta a su amigo A. Hotchrier de que "parecía que uno de los dos hombres (Ordóñez y Dominguín) podían morir y Life quería que se cubriera la historia. Resultó sin embargo la gradual destrucción de una persona por otra, con todo lo que condujo a ello, y produjo este resultado. Tenía que describir la personalidad de los dos grandes artistas y mostrar lo que ocurrió, y tú no puedes hacer esto en 4.000 palabras".
Hemingway necesitó bastantes más: 120.000 palabras en 668 páginas mecanografiadas, producidas en cinco febriles meses de trabajo. "Lo que he escrito es proustiano en su efecto acumulativo, y si eliminamos los detalles destruimos ese efecto", dijo Hemingway a su amigo Hotchrier, que fue a verle a La Habana para realizar la labor de dirigir y comprimir el manuscrito para Life.
La revista las condensó en 70.000 y publicó los reportajes en septiembre de 1960. Fueron un completo fracaso. El ágil estilo de Hemingway se convertía en algo reiterativo, aburrido, que ni los lectores ni los críticos pudieron aguantar. Sin embargo, Charles Scribner y Sons, los editores de Hemingway, pensaron que el manuscrito podía ser mejorado y que un, día sería, editado de nuevo. El suicidio de Hemingway, un año más tarde, interrumpió los planes que ven ahora la luz.
En el libro, Hemingway toma partido descaradamente por Antonio Ordóñez, el hijo de Cayetano Ordóñez, El Niño de la Palma, en que el escritor se inspiró en parte para su novela Fiesta. "La primera vez que vi a Antonio me di cuenta de que podía dar todos los clásicos pases clásicos sin engaño, que sabía'de toros, que podía matar bien si quería y que era un genio con la capa. Me pude dar cuenta de que tenía los tres grandes requisitos para ser un torero: valor, habilidad y gracia ante el peligro de la muerte".
Por el contrario, Hemingway carga la mano sobre Dominguín "un hombre encantador, moreno, alto, sin caderas, con un cuello un poco demasiado largo para un torero".
Babelia
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