_
_
_
_
LA LIDIA / FERIA DE SAN ISIDRO

El morucheo

JOAQUIN VIDAL , Si el arte de darle pases a un toro se llama toreo, al de dárselos a un morucho habrá que llamarle morucheo. El término no es feliz, porque queda peyorativo, pero habrá que acuñarlo hasta que surja otro. De manera que sobre la corrida de ayer en Las Ventas es propio decir que los toreros moruchearon a base de bien.

La indirecta quiere significar que los toros salieron moruchos; pero no moruchos cosa pequeña racilla escasa, sino moruchos a conciencia, con vocación moruchera propia de catecúmeno. Los catecúmenos de Sepúlveda, en cuanto saltaban a la arena buscaban por donde salir, sin la mínima curiosidad para contemplar el ruedo, tan lleno de historia y de arena o el tendido, tan lleno de gente y de banderas de la Comunidad.

Plaza de Las Ventas

23 de mayo. Décima corrida de feria.Toros de Sepúlveda, amoruchados. Niño de la Capea: dos pinchazos y descabello barrenando (silencio); estocada recibiendo (oreja, petición de otra y dos clamorosas vueltas al ruedo). Julio Robles: pinchazo y estocada desprendida (ovación y saludos). Dos pinchazos -aviso- y estocada corta (vuelta);, pasó a la enfermería. Luis Francisco Esplá: pinchazo hondo perpendicular -aviso- y tres descabellos (ovación y salida al tercio); estocada corta perpendicular y desprendida (aplausos). Robles sufre rotura fibrilar y contusiones de pronóstico reservado.

Casta no tendrían pero olfato sí pues querían escapar por la puerta de arrastre, justo por donde salen todos los toros, bien que a su pesar. En varas recargaban, es cierto, pero en seguida escapaban a buscar puertas. Uno que derribó al percherón, cuando lo vio caído de hocico huyó espantado, porque creyó que saldría El Pimpi y le haría pagar el desastre a garrotazos.

Afortunadamente los toreros tenían la casta que les faltaba a los moruchos, con perdón. Los toreros estuvieron ayer superior. Si no acometían los moruchos acometían ellos, se metían en el terreno propio del enemigo, le robaban pases. Se trataba de moruchear a costa de lo que fuera, y tanto empeño pusieron que acabaron obrando el prodigio de convertirlo en toreo.

Mérito principal tuvo la primera faena de Luis Francisco Esplá, con un morucho bronco. Luis Francisco Esplá aguantó tarascadas y coladas hasta que logró encelar al morucho y sacarle varias docenas de derechazos, ceñidos y mandones, algunos de ellos hasta con su sabroso condimento de temple. El público quedó impresionadísimo con esta generosa exhibición de valor y poderío.

El sexto estaba inválido y Esplá abrevió. El sexto, morucho como todos, había salido sobrero de otro morucho inválido. Renqueaba el morucho titular, eran las tantas y llovía a cántaros, cuando un vozarrón emergió de entre los paraguas: "¡Cojooo!''. Pocas veces le habrá sabido tan mal a la gente que devuelvan un toro al corral, aunque sea morucho, y buscaba al responsable con ira: "¿Quién ha sido el gracioso que ha dado la voz de alarma?". Así que a la hora de la cena aún estábamos metidos en Las Ventas, y a remojo.

La casta torera de Esplá alcanzó sus mejores momentos en los tercios de banderillas. En uno de los pares esperó al morucho sentado en el estribo, lo dejó llegar de frente, y sólo cuando lo tuvo a pocos metros se levantó y reunió en terreno comprometidísimo. Hubo otro, espeluznante, por los adentros. Siete pares prendió en total, todos distintos. Esplá es una figura importante porque enriquece con variedad su torería. También con el capote, lo mismo en quites que al poner en suerte a los moruchos, mediante recortes de todo tipo. Esplá, torero total, convertía la lidia en gran espectáculo, y tenía encandilada a la afición.

Su invento de ayer fue el brindis que nunca existió. Brindó el tercer morucho a la presidencia y luego caminó por el tercio con la montera en la mano, se suponía que a brindar a alguien. La gente iba anunciando posibles brindis, según el tendido por donde pasaba: va a ser a Paco Camino, que está en el 1; no, al mayoral, que está en el 2; no, al chulo toriles; no, a la rubia del 3; no, a los médicos, en el 4. Pues resulta que a nadie brindó y dejó la montera en el estribo del 5, por las buenas. Antiguamente a eso le llamaban "diez de mosqueo". La gente se echó a reir, faltaría. más, aunque hubo quien lo tomó por sacrilegio porque el brindis que nunca existió no tenía precedentes en la tauromaquia. Se le explicó que lo había hecho una vez Joselito en Ronda, y dijo que "ah, bueno". Joselito lo legitimaiodo.

El cuarto, además de morucho era inválido y borrego. Niño de la Capea le toreó acompañando el viaje, citando al hilo del pitón, y se divertía de lo lindo. Jamás habrá toreado Niño de la Capea tan relajado, lento y suave como a ese morucho, al que embarcó cien veces al natural por delante de su persona. Y para ganarse a ley la oreja, lo mató recibiendo, con excelente estilo. Alcanzó un triunfo de clamor.

En cambio, Julio Robles, que había hecho un sensacional quite por chicuelinas, lo tuvo más complicado con el genio del quinto, y hubo de mandarle de verdad en los derechazos abierto el compás. Durante la faena sufrió un fuerte golpe, y después de matarlo se retiró a la enfermería. Los dos primeros moruchos no habían admitido ni el morucheo. Eran el orgullo de la moruchada, pues más moruchos no los hay en toda la moruchería universal.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_