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Los socialistas franceses acogen con resignación la ruptura de hecho de la 'unión de la izquierda'

En la disputa entre el Partido Comunista Francés (PCF) y el Partido Socialista (PS), este último ha reaccionado con resignación a la realidad de la ruptura, se han tirado los trastos a la cabeza y apuntillan la poca vida que le quedaba a la llamada unión de la izquierda, que desde hace casi tres quinquenios determinaba en gran medida la vida política francesa y que desde 1981 también ha configurado la mayoría gobernante del país.

En la popular fiesta anual del diario comunista L'Humanité, el primer secretario del PCF, Georges Marchais, y el director de dicho periódico, Roland Leroy, condenaron en términos contundentes la política del nuevo Gobierno, dirigido por el joven Laurent Fabius.La dirección del PS, a su vez, reaccionó con frases lastimeras que enmascaran una ruptura de hecho entre lasdos fuerzas de izquierda del país; además, el PS no tiene muchas más salidas frente al PCF, ya que importantes razones electorales le obligan desde hace muchos años a contemporizar con sus adversarios de izquierda: en los comicios legislativos de 1986, en efecto, si los socialistas llegasen a declararle la guerra fatal a los comunistas, estos últimos podrían ordenar a su electorado boicotear a los candidatos socialistas en la segunda vuelta de los comicios referidos.

A última hora del día de ayer, Leroy no se privó de nada de lo que pudiese barrenar la política socialista, advirtiendo de antemano que "nosotros no somos responsables de todo lo que está haciendo el Gobierno actual".

Condena detallada

La condena detallada fue radical: los despidos de las empresas por millares, el aumento impresionante de los precios (el 25% en las cuentas del teléfono), el declive de la industria del automóvil y de la siderurgia fueron expresamente enumerados por Leroy para descalificar la actual política conducida por el presidente de la República, François Mitterrand.El secretario general del PCF, Marchais, en la misma fiesta, anteayer, ya había anunciado que su partido apoyaría al Gobierno cuando realizara algo positivo y que lo combatiría en caso contrario, lo que, en el lenguaje del PCF, quiere decir que en las fábricas y en todos los sectores laborales los comunistas, secundados por el sindicato más poderoso del país, la CGT, que ellos controlan, constituirán una oposición suplementaria al Gobierno socialista; la otra oposición es la de la, derecha liberal conservadora.

El PCF únicamente vive obsesionado por una cuestión: la recuperación de. su electorado, que actualmente es del 11,2%, según arrojó el reciente escrutinio europeo, y que equivale al que había conquistado el partido en el año 1928. Para salir de este atolladero, el PCF no reparará en los medios.

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El último fin de semana también se reunieron los organismos dirigentes del PS, que le son fieles a Mitterrand, pero no con los ojos cerrados, es decir, que la política de derecha que ahora realiza el Gabinete Fabius les decepciona, sin que, por otra parte, propongan nada. A la violenta crítica comunista, los socialistas responden como pueden, y se consuelan afirmando que "nosotros nos negamos a considerar rota la unión, que no sólo consiste en contratos firmados a nivel de las direcciones de los partidos, sino que se funda en la unión de la base".

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