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El alcohol en el laberinto del cerebro

Los científicos buscan en la biología molecular razones para explicar los contradictorios efectos de esta droga

Se acerca el final de la fiesta. Varios invitados están tranquilamente charlando. Alguien llora, algunos pelean, hay uno que duerme y otro, que sólo hace media hora estaba feliz y contento, ahora parece sentirse deprimido.Todos están bajo los efectos de la única droga, el alcohol, soluble en la grasa y en el agua, que invade cada una de las partes del cuerpo humano, afectando a cada célula y a cada corriente biológica. Una simple molécula cuyos efectos son tan complejos que hace tan sólo una década los científicos evitaban su estudio.

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En la actualidad, sin embargo, los investigadores del alcoholismo confían profundamente en los instrumentos de la biología molecular moderna, en cuyo terreno se están descubriendo nuevas razones biológicas que, explican el efecto que el alcohol produce en el cerebro humano. Es de esperar que estos descubrimientos ofrecerán elementos importantes de comprensión -tanto psicológicos como genéticos- sobre las razones por las cuales las personas se comportan de forma diferente cuando han bebido, por qué algunas se convierten en alcohólica y la mayoría no, o por qué algunos bebedores se muestran amables y otros, sin embargo, se vuelven agresivos.Estas nuevas investigaciones conducen también a los científicos a la conclusión de que el efecto positivo del alcohol tiene un atractivo tan importante -en pequeñas dosis alivia la ansiedad mejor que ninguna otra droga conocida- que hace que su uso y abuso probablemente nunca disminuyan.

Así pues, un nuevo e importante ojetivo, aunque pocas veces se plantea abiertamente, consistiría en desarrollar una forma benigna

El alcohol en el laberinto del cerebro

de alcohol, una sustancia que produzca efectos positivos y suprima los negativos.Han sido cruciales para la comprensión de este problema los estudios realizados que han puesto de manifiesto los efectos del alcohol en la actividad de las neuronas (ver recuadro). Billones de células cerebrales envían señales eléctricas y químicas que controlan el conocimiento, la consciencia, y virtualmente todo el comportamiento humano; las neuronas liberan moléculas llamadas neurotransmisores, los cuales llevan información a receptores de neuronas cercanas. Si se interrumpen estos mensajes, las emociones y el comportamiento humano se modifican.

Al cerebro también le concierne la síntesis de las hormonas corporales, cuya concentración cambia con el alcohol. Numerosos estudios han demostrado que la ingestión continuada de alcohol reduce el nivel de testosterona de los machos de cualquier especie, incluida la humana.

Componentes desconocidos

"Se calcula que se han descubierto de 50 a 60 neurotransmisores", afirma Floid Bloom, neurobiólogo de la Clínica de La Jolla, Califórnia, "pero es casi seguro que hay por lo menos 10 veces más. Estos desconocidos componentes químicos cerebrales estarían relacionados, con toda certeza, con los muchos efectos producidos por el alcohol". "Tengo la impresión", opina Bloom, "de que el alcohol influye en el proceso por el cual se liberan los neurotransmisores. El alcohol puede anular algunos y promover otros. Se ha comprobado que altera los neurotransmisores conocidos".

La mayoría de las sustancias que alteran la mente, tales como los opiáceos y los tranquilizantes, modifican la descarga, la absorción y el metabolismo de los neurotransmisores. Esto hace que una pequeña cantidad de droga produzca un efecto prolongado. Sin embargo, el alcohol tiene baja potencia, se necesitan miles de unidades más de alcohol que de ninguna otra droga para que afecte a la conducta humana. Algunos científicos opinan que quizá el alcohol no es lo que conduce a un estado de embriaguez, sino desconocidos productos derivados de. él que se forman en pequenas cantidades en el cerebro.

Otras teorías señalan que los alcohólicos podrían tener deficiencias en ciertos receptores del sistema neurotransmisor. Se convierten en adictos cuando el alcohol, de algún modo, corrige esta deficiencia.

La predisposición genética

Sin embargo, sea cual sea la forma en que el alcohol altera la química cerebral, continuará afectando a la gente de diferente manera dependiendo de sus genes.

Hace más de un siglo que pudo apreciarse cómo el alcoholismo afectaba a determinadas familias. A fin de descubrir si esta tendencia familiar era el resultado de algo genético o el efecto de influencias ambientales, el doctor Donal Goodwin, actualmente en el Centro Médico de la Universidad de Kansas, se dedicó a estudiar el caso de los niños adoptivos cuyos padres biológicos eran alcohólicos. Él mismo, junto con otros científicos, ha descubierto que los hijos biológicos de padre alcohólico tienen cuatro veces más posibilidades de desarrollar esta enfermedad que los hijos de los no alcohólicos, tanto si han sido adoptados como si se han ido a vivir con parientes no alcohólicos.

"Desde 1975, la evidencia de que en el alcoholismo existen influencias genéticas se hizo tan clara que era hora de empezar a observar aquello que podía haber sido heredado", dice. el doctor Marc Schuckit, de la Universidad de California y San Diego.

"Esto no quiere decir que exista un gen que si lo heredas te conviertes en alcohólico", asegura Schuckit, "pero la gente hereda algo que le hace más o menos vulnerable a los efectos del alcohol; naturalmente, esto concierne a muchos genes y hay diferentes formas de convertirse en alcohólico". Desde este punto de vista, el alcoholismo es análogo a la diabetes y a las alergias; algunas personas nacen con mayor factor de riesgo, pero tal vulnerabilidad genética sólo se manifiesta en un entorno ambiental determinado.

De los 10 millones de alcohólicos en EE UU, se cree que la mitad están predispuestos genéticamente y como grupo desarrollan la enfermedad en una edad temprana, muchos a mediados de la veintena. La otra mitad sucumbe ante la presión del ambiente, tanto por factores culturales como psicológicos, y sus miembros tienden a convertirse en adictos al alcohol a una edad madura. En este grupo hay gente que sufre desórdenes de ansiedad, especialmente fobias.

Ante esta nueva estrategia para el estudio del alcoholismo, Schuckit y otros científicos han llevado a cabo experimentos de larga duración, han estudiado cuidadosamente grupos seleccionados de gente joven: la mitad procedía de familias con un pasado alcohólico; la otra mitad, no. Todos ellos bebían mucho, pero ninguno tenia un alcoholismo desarrollado.

Comparando estos grupos, Schuckit no ha encontrado ninguna diferencia personal, ni ninguna otra diferencia, en la rapidez con la que el alcohol se introduce en la corriente sanguínea, si bien los hijos de alcohólicos mostraron un nivel más elevado de alcohol y sus productos analíticos como el acetalhido, producido por enzimas en el hígado. Según Schuckit, se trata de un estimulante. Los hijos de alcohólicos manifiestan sentirse menos intoxicados y menos afectados que los otros después de beber igual cantidad de alcohol.

Preguntas sin respuesta

Estas nuevas aproximaciones a los problemas del alcoholismo no han ofrecido hasta el momento respuestas satisfactorias a cuestiones tales como ¿la enfermedad es heredada?, o ¿cómo altera la química del cerebro y del cuerpo?, o ¿cómo influye el alcohol en ciertos estados de ánimo tales como la ira? Estas preguntas todavía carecen de respuesta.

Hay gente que parece funcionar igual ebrio que sobrio. Según un estudio realizado por la Universidad de Colorado, algunos voluntarios llevaron a cabo una serie de pruebas en las cuales se pretendía valorar su capacidad de enjuiciamiento, su equilibrio y capacidad de coordinación antes de hacerles tomar licor que elevara su nivel de alcohol en la sangre al estado en que estarían ebrios a efectos legales. Se les mantuvo en este nivel durante tres horas, tiempo en el que la prueba se repitió varias veces, comenta el doctor Robert Plommin, del Centro de Investigaciones sobre el Alcoholismo. De un 10% a un 25% de las personas realizaron la prueba igualmente bien tanto en estado sobrio como cuando habían bebido mucho. "La gente que funciona mejor cuando bebe", dice, "es gente que bebe regularmente".

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