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Crítica:TEATRO / GREC - 84
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gozzi , un pretexto para la farsa napolitana

La compañía florentina Pupi e Fresedde se ha presentado en el Grec con su nuevo espectáculo, que fue estrenado -estreno mundial- hace escasos días, el 27 de julio, en Aviñón, en el Claustro de los Celestinos, dentro del programa oficial del festival que acaba de concluir y en el que se anunciaba como una coproducción entre la compañía florentina, el Ente Teatro Romano de Fiesole y la Asociazione Teatrale Pistolese. En el Grec, en su primera función (el espectáculo permanece en cartel hasta el próximo sábado, inclusive), escaso público: apenas unas 10 filas y los laterales vacíos.Es comprensible que la muerte de Burton y la conjura de los obispos contra el blasfemo Boadella acaparen la atención de las páginas de espectáculos, pero el silencio que ha rodeado la presentación de Pupi e Fresedde en el Grec es difícil de digerir. Por lo que a mí respecta, ya lo vengo repitiendo desde el 21 de mayo pasado, en que EL PAlS ofrecía un avance de la programación del Grec 84: Puppi e Fresedde, junto con Gassman, Deschamps y La mie de Pain, es lo mejorcito que nos visita este año. Pero no hay ningún mérito adivinatorio en esta frase: Pupi e Fresedde, con su espectáculo Il convitato di pietra, ovvero Don Giovani e il suo servo Pulcinella, fueron los grandes triunfadores del festival de Sitges del pasado año, junto con Albert Vidal y La Cubana. Bueno es recordarlo: al término de la función, en el teatro Prado, hasta la bandera, el público se puso en pie y vitoreó a la compañía y, muy especialmente, a Pulcínella, al napolitano Gigio Morra, un cómico de primerísima calidad. Pues bien, Gigio Morra está en el Grec. Lo que no entiendo es cómo el responsable del dossier de prensa que se manda a los periódicos olvidase mencionar la extraordinaria acogida que Sitges tributó a Gigio Morra y a sus compañeros durante la pasada edición del festival. En el dossier, de Sitges, ni pío. Si en vez de tratarse de un montaje del Grec se hubiese tratado de un montaje propio, es presumible que este responsable municipal (supongo que Josep Anton Codina) hubiese demostrado una mayor atención para con las notas que se mandan a los periódicos.

L'amore delle tre melarance (El amor de las tres naranjas), de Vicenzo Cerami (a partir de un texto de Carlo Gozzi)

Intérpretes: Gigio Morra, Norma Martelli, Franco di Francescantonio, Francesca Breschi, Ivan De Paola, Roberto Vezossi, Antonella Cioli, Tommasella Calvisi y Fabienne Pasquet. Escenografia y vestuario: Tobia Ercolino. Música: Nicola Piovani. Dirección: Angelo Savelli. Teatre Grec, 6 de agosto de 1984.

Pero, bueno, lo importante es que los florentinos están en el Grec, que a estas horas ya habrán realizado su conferencia de prensa y que, presumiblemente, a partir de esta noche y hasta la noche del sábado, el Grec ofrecerá un aspecto menos bochornoso.

Un cómico que mata

Vayamos al espectáculo. En primer lugar, Gozzi es aquí tan sólo un pretexto. El Gozzi de las comedias fabulosas, mágicas -pienso, claro, en El pájaro verde, aquel prodigio firmado por Benno Besson que, por desgracia, no ha venido a Barcelona-, es utilizado aquí como cañamazo para adentrarnos en el terreno de la opereta y de la farsa napolitana, sobre todo en esta última que es donde Gigio Morra, verdadero motor del espectáculo, se muestra genial.Como todas las fiabe del veneciano, El amor de las tres naranjas tiene un argumento harto complicado y con el que no pienso fatigar al lector. Apuntemos, eso sí, el personaje de Pasquariello, un cómico de la legua que acaba de matar a un espectador porvocándole un ataque de risa y que ha jurado, como penitencia, no volver a interpretar otros personajes que no sean trágicos. Pues bien, ese Pasquariello (Grigio Morra) aterriza en la corte de un rey (Roberto Vezzosi) sumido en la más negra desesperación, pues su hijo, el príncipe (Ivan de Paola), resulta ser un tipo hipocondríaco -como el propio Gozzi- al que nada consigue hacer reir. Y Pasquariello, bajo amenaza de ser ejecutado, deberá hacer reir al príncipe... La risa llegará hasta Oriente y, al final, todo se arreglará, es decir, que cada cual encontrará su media naranja, salvo el pobre Pasquariello que se suicidará... de un ataque de risa.

Vamos, que no se puede contar, que hay que verlo. La técnica de Gigio Morra es admirable. Abundan las morcillas, como en la mejor tradición napolitana, y así los Enriques shakespearianos se enriquecen con un Enrico Fermi, o los textos de las canciones de Carossone se convierten en sentencias. Pasquariello sigue siendo el Pulcinella del anterior espectáculo, un puro disparate, pero controlando, midiendo el efecto de cada uno de sus gags. Antonella Cioli, en el papel de Morgana, realiza con Morra algunas de las escenas más brillantes y divertidas del espectáculo. También hay que destacar la in terpretación de Roberto Vezossi, en el rey y el turcone, respectiva mente. En realidad, todos están estupendos.

Sin micrófonos

El espectáculo está dividido en dos partes. La segunda, muy breve: algo más de media hora. Supongo que esa división obedece al cambio de decorado. Tal vez ganaría de ofrecerse de un tirón. La música de Piovani es excelente -muy distinta -de la de Prokofiev, claro- y está muy bien interpretada por unos músicos, en directo, cuyos nombres, no sé por qué razón no figuran en el programa de mano. Lástima que algunas canciones no se entiendan demasiado bien: Pupi e Fresedde trabaja sin micrófonos.En definitiva; un espectáculo fresco, divertido, muy bien concebido y magistralmente interpretado, en el que destaca un cómico, repito, fuera de serie. Motivos más que suficientes para llegarse al Teatre Grec.

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