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Crítica:'ROCK'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Calpe Rock-84, por y para extranjeros

Con escasísima asistencia dieron comienzo el pasado miércoles, día 15, los tres conciertos que la empresa británica Marquee ha organizado en la localidad alicantina le Calpe, bajo el nombre de Calpe Rock Music Festival 84. La mencionada empresa, con 24 años de experiencia en la organización de conciertos, pretendía trasplantar a nuestro país la fórmula de conciertos monstruo, en cuanto a tiempo (tres días) y nivel de figuras internacionales.El desarrollo de la primera jornada no cumplió ni de lejos las expectativas de este magno acto. El desbarajuste organizativo provocó un continuo retraso entre la aparición en escena de grupo y grupo. A última hora se produjo la ausencia de Alaska y Dinarama, sin que nadie pudiera ofrecer una explicación satisfactoria, y Boomtowri Rats, última actuación prevista para esta primera noche, se negaron a tocar. Con todos estos inconvenientes, el plantel de figuras quedó reducido a Dave Edinunds y su banda, que hicieron una actuación correcta, aunque muy relajada; la Orquesta Mondragón, que tuvo multitud de problemas (no les dejaron probar sonido, tuvieron dificultades a la hora de cobrar -lo cual motivó un enorme retraso en su salida al escenario- y sólo les dejaron tocar 40 minutos, bajo amenaza de "cortarles el sonido si continuaban tocando"), y Jimmy Cliff, que realizó el espectáculo más completo.

Un pobre resultado, teniendo en cuenta el precio de las entradas (2.000 pesetas -por concierto o 4.500 por los tres) y la magnitud y experiencia de la empresa organizadora, que equivocó sus planteamientos de cara a un público desconocido para ellos.

Cabe resaltar la falta de sensibilidad en la que incurrió dicha empresa, que no dudó en traerse un elevado contingente de personas para cumplir prácticamente todas las funciones de la organización del concierto, dejando a sus colaboradores españoles, en ridícula minoría, los trabajos menos claros. Prácticamente nadie en la organización hablaba castellano, y, lo que es peor, ni siquiera intentaban hacerse entender. Toda una empresa británica trasplantada a nuestro país.

Y es muy triste que para un trabajo tan duro y desagradable como las taquillas de los conciertos no se dudara en poner a trabajar ajovencitas de Calpe, a las que ni siquiera se pagó. Tan sólo se les dejó ver gratis el concierto.

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