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Funeral en Moscú

El vicepresidente norteamericano califica de "útil y constructivo" su encuentro en el Kremlin con Chernienko

Pilar Bonet

El vicepresidente de EE UU, George Bush, valoró ayer positivamente la entrevista de media hora mantenida con el secretario general del Partido Comunista soviético, Constantin Chernienko. En una conferencia de prensa relámpago celebrada en la residencia del embajador de EE UU en Moscú, Bush calificó su encuentro con Chernenko de "útil y constructivo", aunque precisó que "nadie subestima la seriedad de las diferencias entre nuestros dos países". Chernienko también recibió ayer, entre otros líderes, al canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Kohl, a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, y al presidente italiano, Sandro Pertini.

Esta es la segunda ocasión en 15 meses que Bush acude a Moscú para expresar las condolencias del presidente Ronald Reagan por la muerte de un dirigente soviético. En noviembre de 1982, Bush se entrevistó con Yuri Andropov y calificó entonces su conversación de "franca, cordial y sustantiva". El incremento de la tensión internacional en los meses que siguieron no permitió ver reflejados en la práctica tan optimistas presunciones.El vicepresidente norteamericano, que dijo estar "muy satisfecho" de su entrevista con Chernienko, entregó al líder soviético una carta del presidente Reagan. "No puedo explicar con detalle su contenido, pero puedo decir que transmitía la determinación del presidente de avanzar en todos los campos de nuestra relación con los soviéticos y nuestra disposición a mantener discusiones concretas y productivas en cada uno de ellos".

Según Bush, el dirigente soviético está de acuerdo "en la necesidad de que nuestras relaciones adquieran un rumbo más constructivo en interés de la paz".

El vicepresidente manifestó haber subrayado "la particular importancia de resultados reales en la reducción de armas nucleares, resolución de conflictos regionales y mejora de los contactos humanos y de la cooperación". No obstante, "el progreso no será fácil ni rápido".

Bush afirmó que la Administración norteamericana entiende las necesidades básicas de sus aliados y reconoce las de la Unión Soviética.

El vicepresidente de EE UU dijo que la atmósfera de su entrevista con Chernienko fue "buena" y el espíritu de la conversación "excelente". Bush comentó haber tenido la impresión de que el aspecto de Chernienko era bueno. El dirigente soviético, precisó, dominaba la situación, respondía claramente y se ajustaba al temario fijado sin tener que recurrir a las notas.

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Un comunicado difundido por la agencia Tass se limita a señalar que "se intercambiaron puntos de vista a un nivel de principios sobre el estado actual de la situación internacional y de las relaciones soviético-norteamericanas". De la nota de Tass se desprende que la URSS sigue esperando un primer paso por parte norteamericana con objeto de reducir la tensión entre los bloques. "Una muestra por parte norteamericana de disposición práctica para adherirse a estos principios -igualdad, igual seguridad, respeto mutuo y no interferencia en asuntos internos- haría posible empezar el enderezamiento de las relaciones entre los dos países", rezaba el comunicado.

Por su parte, el canciller Kohl -que dijo haber encontrado en Chernienko a un hombre "ocurrente y abierto"- abogó ante el nuevo número uno soviético por una cumbre Washington-Moscú. Kohl, que invitó a su interlocutor a visitar Bonn, manifestó tras su encuentro que no creía que fuese a haber ningún cambio en la política del Kremlin. Thatcher también salió satisfecha de sus entrevista de media hora con Chernienko (que recibió a todos los dirigentes occidentales durante el mismo tiempo) y aseguró que el líder soviético ha bía compartido su punto de vista de que ya es hora de crear un mayor entendimiento entre el Este y el Oeste.

A lo largo de la jornada Chernienko mantuvo una cumbre informal con los restantes los líderes de "los partidos hermanos" del Pacto de Varsovia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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