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Israel amenaza con una operación “muy intensa” contra Hezbolá en la frontera de Líbano

El Gobierno prevé aumentar a 350.000 el cupo de reservistas, mientras el ultraderechista ministro de Finanzas pide devolver al vecino del norte a “la Edad de Piedra”

Benjamin Netanyahu
Netanyahu, durante la visita a las tropas apostadas en la frontera de Israel con Líbano, este miércoles.GPO (Oficina del Primer Ministro/EFE)
Antonio Pita

Los tambores de guerra entre Israel y la milicia libanesa Hezbolá suenan cada vez con más fuerza. El Gobierno de Benjamín Netanyahu parece decidido a escalar significativamente el conflicto, como le piden los mandos militares, tras ocho meses de creciente ―pero todavía medido― fuego cruzado diario entre ambos bandos en paralelo a la invasión de Gaza. “Estamos preparados para una acción muy intensa en el norte”, ha advertido el primer ministro este miércoles, durante una visita a la frontera.

El Ejecutivo se dispone además a aumentar el cupo de reservistas que puede convocar: de 300.000 (el pico para Gaza fue 287.000, el mayor en la historia del país) a 350.000 para finales de agosto. El ejército lo vincula a las necesidades de la ofensiva en Rafah, pero se produce justo un día después de que el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, asegurase que se “acerca el momento” en que el Gobierno “tendrá que tomar una decisión” sobre una ofensiva en el vecino del norte. La apoya un 71% de los israelíes, según una encuesta de febrero del diario Maariv, para que los 60.000 evacuados de la zona fronteriza puedan regresar a sus hogares, pese a que Hezbolá es un grupo armado muy superior a Hamás y el riesgo de guerra abierta, e incluso regional, es mayor.

“Al comienzo de la guerra dijimos que restauraríamos la seguridad tanto en el sur [la frontera con Gaza] como en el norte, y eso es lo que estamos haciendo […] Quien piense que puede hacernos daño y que responderemos quedándonos quietos está cometiendo un gran error. Estamos preparados para una acción muy intensa en el norte. De una forma u otra, restableceremos la seguridad en el norte”, ha asegurado.

El elemento que parece haber inclinado la balanza es más emocional que táctico y lo mencionó Netanyahu en su discurso. Uno de los drones explosivos lanzados por Hezbolá, que viene perfeccionando sus tácticas para evitar la intercepción de sus lanzamientos (drones, cohetes y proyectiles anticarro), provocó la semana pasada un incendio que ha llenado durante horas los informativos y redes sociales de imágenes tan impactantes como simbólicas. Sin medios suficientes para extinguirlo y con la ultraderecha llamando a hacer que arda Líbano como lo hacía una de las zonas más verdes de Israel, el tono cambió.

Netanyahu convocó de manera extraordinaria en la noche del martes al gabinete de guerra, con la cúpula militar por videoconferencia, para analizar tanto la situación en la frontera libanesa como las negociaciones de un alto el fuego en Gaza. Y el ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich, pidió “devolver Líbano a la Edad de Piedra”. Como bien quiso recordar, la frase no era su invención, sino la que empleó como advertencia hace un año el titular de Defensa, Yoav Gallant. A esto se suma la presión y sensación de olvido de los evacuados de la zona fronteriza. Miles han vuelto a sus localidades, pese al peligro, y otras decenas de miles se han pasado a apartamentos, hartos de tanto tiempo viviendo en un hotel que sufraga el erario público.

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Un acuerdo para no volver al ‘statu quo’

Estados Unidos acaba de enviar de urgencia a Israel al jefe de la CIA, William Burns, pocos días después de que el presidente, Joe Biden, dijese que ha “llegado el momento de acabar” la guerra en Gaza. La idea es que la calma en Gaza sea la llave que abra la puerta de un acuerdo entre Israel y Hezbolá que evite una guerra.

Hezbolá ha reiterado desde octubre que parará el fuego en cuanto Israel deje de bombardear Gaza. Pero el liderazgo político y militar en el Estado judío no se conformaría ya con regresar al statu quo previo al ataque del 7 de octubre. Ahora vive como una amenaza existencial la presencia de hombres armados de Hezbolá al otro lado de la frontera (en vulneración de una resolución de Naciones Unidas que también incumple a diario Israel) con el riesgo de que lancen un ataque sorpresa como Hamás aquel día. Y, una vez que Israel ya no necesita tantas tropas dentro de la devastada Gaza, puede meterse en otra guerra y lidiar con más frentes, si entran en juego a la vez los hutíes desde Yemen, las milicias proiraníes en Siria e Irak o Cisjordania se calienta aún más.

El estadounidense-israelí Amos Hochstein lidera la búsqueda de un acuerdo diplomático que aleje a las fuerzas de elite de Hezbolá de la frontera y determine la frontera terrestre, ya que Líbano tiene reservas sobre la línea de retirada israelí, que vigilan miles de cascos azules bajo la batuta de un español, Aroldo Lázaro, con uno de los dos sectores al mando de España. Hochstein es un asesor de alto rango de Biden que forjó en 2022 (cuando el primer ministro en Israel era Yair Lapid) un importante acuerdo sobre la frontera marítima de Israel y Líbano para la explotación de gas. En una reciente entrevista con el centro de estudios Carnegie, con sede en la ciudad de Washington, Hochstein admitía que no bastaría ya con que Hezbolá dejase de disparar si hay un alto el fuego permanente en Gaza. Hace falta un acuerdo que sostenga esa calma.

En el sur de Líbano, el ejército israelí ha empleado durante estos meses proyectiles de artillería con fósforo blanco contra edificios residenciales de al menos cinco localidades, según una investigación difundida este martes por la organización de derechos humanos Amnistía Internacional. El derecho internacional prohíbe su uso contra civiles o en zonas densamente pobladas por civiles, aunque Israel no ha firmado el protocolo de la Convención de Ginebra que lo regula.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.
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