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El Festival de Aviñón ofrece diariamente más de un centenar de espectáculos teatrales

El espejismo teatral que aparece cada año en Aviñón y dura un mes ha comenzado. Con un calor húmedo y sofocante, se desarrolla la primera parte de la 37ª edición del festival. Es esperada la aparición del famoso mistral, que refresque el ambiente y las ideas, para asimilar mejor la variedad de estilos y tendencias teatrales que ofrece a los miles de festivaleros la amplia programación. La ciudad está al completo, los alojamientos se dispersan a más de 30 kilómetros y hay grandes dificultades para conseguir entradas. Diariamente, desde las once de la mañana hasta bien entrada la noche, se suceden más de 150 espectáculos, entre los oficiales y los off (sin contar los debates, conferencias, ciclos de cine y vídeo, etcétera).

Realmente, hasta no pisar el suelo de la plaza del Reloj no se llega a Aviñón. En ella se suceden día y noche las actuaciones callejeras. Hadas, brujas, exhibicionistas, gánsteres, piratas, policías y ladrones anuncian sus espectáculos off. Por la noche se citan en ella actores, directores, críticos, periodistas, promotores, etcétera. Se comentan los espectáculos y se hacen grandes proyectos para el futuro. En la plaza del Reloj se catapultan los espectáculos, o se los entierra con todos los honores.Los 800 comediantes y técnicos de los 509 espectáculos invitados al festival, más los 400 colaboradores, harán posible más de 350 representaciones. Los organizadores estiman una afluencia de 130.000 espectadores, que tienen a su disposición este año un servicio de Tele-tel, con el que pueden informarse con detalle de cada espectáculo: horario, duración, autor, reserva de entradas, transportes, meteorología, etcétera, además de poder poner en conocimiento de la organización del festival las impresiones, sugerencias o críticas de los espectáculos vistos.

La nueva generación francesa

Éste es el cuarto festival dirigido por Bernard Faivre d'Arcier, nombrado cinco años para este cargo. Su ambición es hacer un festival de creación, ligado a nuestro tiempo. Para ello, ha invitado a la nueva generación del teatro francés. Autores y directores de menos de 40 años y equipos como los de Grenoble, Estrasburgo y Lille, que están removiendo los cimientos del teatro francés y metiendo al público en sus aventuras artísticas. La gran mayoría de los espectáculos ha sido producida o coproducida por el festival, que cuenta con dos asesores de excepción: Guillaume Gronier, especializado en administración y finanzas, y Marie-Annick Duhard, responsable del sector de información, que, junto con Bernard Faivre, forman el verdadero motor del festival. Un motor que gasta 19 millones de francos (360 millones de pesetas) en sus 30 días de funcionamientoLa única representación española de este año corre a cargo del grupo catalán Els Comediants con tres espectáculos en la segun da parte del festival. Una actriz madrileña, Cristina de la Cruz, es la protagonista de la obra de Yu kio Mishinj Aya no tsuzumi, dirigi da por Gerard Gelas, de la compa ñía Chene Noir. Dos autores clásicos españoles están siendo representados: El retablo de las maravillas y otros entremeses, de Cervante;, dirigidos por Jean Jourdheuil, y La devoción de la Cruz, de Calderón, puesta en esce na por Daniel Mesguisch, el niño prodigio que cumple 31 años durante el festival.

El cineasta chileno Raúl Ruiz, por encargo del festival, está rodando una película basada en El gran teatro del mundo, de Calderón; según comentó, "se trata de hacer propuestas sobre posibles 'puestas en escena' de algunas escenas de la obra". En la sección del boletín del festival titulada Entre nosotros, dedicada a dar la bienvenida a personalidades, aparecen estos días Garrigues Walker, jefe del partido liberal español; Mariano Rubio, gobernador del Banco de España; Francisco Ortega, director de la Escuela de Teatro de Zaragoza; César Oliva, director del festival de Almagro, y Joan Ollé, autor y director de teatro. La devoción de la cruz era uno de los espectáculos más esperados del festival, sobre todo porque Mesguisch había dejado el pasado año una gran polémica con su El rey Lear y porque está en "su momento".

Al tándem Fassbinder-Hourdin corresponde uno de los mayores éxitos del festival, con su Libertad en Breme. Un grito de liberación y vida a través de la muerte. Nos cuenta la impresionante historia de una mujer (Geesche Gottfriend, Breme, 1820) que envenena en pocos años a una veintena de personas, entre las que se encuentran sus seres más queridos: madre, padre, hermanos, hijos, etcétera, y que, al final, termina envenenándose ella misma. Fassbinder escribió la obra en una sucesión de escenas cortas de realismo negro.

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