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La obra de Rafael de Penagos, reivindicada en un libro publicado por su hijo

Tomàs Delclós

El actor y escritor Rafael de Penagos ha recopilado en un libro 400 muestras de la obra gráfica de su padre, el pintor Rafael de Penagos, un nombre olvidado que, según su hijo, "introdujo el Modernismo en Madrid". El actor insiste en que la motivación del libro no es únicamente filial, "además de ser mi padre, considero que es un artista que injustamente ha padecido la feroz falta de memoria de los españoles" En el libro, se recogen testimonios de artistas y literatos sobre la obra de Penagos, como un argumento de autoridad para quien pueda pensar que se trata de una simple operación de devoción familiar.

"La obra de Penagos no sólo tiene una importancia artística, también es un documento sociológico de una época". Penagos, en los años veinte, creó una imagen de mujer, la madrileñita de que hablaba Julio Camba. Para Edgar Neville, Penagos enseñó a las españolas a no engordar. "Creó un tipo de mujer que no era el reflejo exacto de su época pero que influyó en ella porque, a partir de sus imágenes, fueron las propias mujeres quienes quisieron parecerse al modelo", comenta Rafael de Penagos. Para Máximo, el artista fue un constructor de sueños que creó una mujer que no existía.La vinculación de Penagos a Madrid no fue un obstáculo para que su obra y su propia vida trascendieran esta geografía. En 1941 se trasladó a Barcelona donde impartió clases en el Instituto Montserrat. Suyo fue el cartel anunciador de la Exposición Iberoamericana de Barcelona y Sevilla (19281929) y ganó, entre otros, un concurso internacional organizado por la casa Amatller, una prestigiosa fábrica catalana de chocolate. Su trabajo en el cartelismo, en la incipiente iconografía publicitaria o en la ilustración de revistas (La Esfera, Nuevo Mundo, Blanco y Negro...), puede parecer a algunos una artesanía menor. El crítico A. M. Campoy recuerda que firmas como Kokoscha, Manet o Leger ejercieron ese arte. "Mi padre creó un estilo propio, eso que para algunos es sinónimo de reiteración y aburrimiento pero que, por ejemplo, para Ortega y Gasset es una substancia personal difícilmente alcanzable. Sin las excesivas adherencias que tiene la palabra, podemos decir que Penagos fue un genio de su época".

La vida de Penagos está poblada de nombres propios, ahí está su amistad con Pío Baroja, los superlativos que le dedicó Eugenio D'Or hablando de que su nueva figuración ilustre quedaría en la iconografía de la Inteligencia, su relación con Bagaría -otro dibujante felizmente recuperado-, la tertulia en el Nuevo Café de Levante presidida por Valle-Inclán, su pensionado parisino gracias a las recomendaciones de Joaquín Sorolla y Ramón Menéndez Pidal, su trato con el poeta catalán Apel les Mestres.... Camilo José Cela habla del dandismo de Penagos y Eduardo Zamacois reivindicó el concepto divertido que tenía Penagos del arte. Quizá por ello, y a pesar de que Miguel Hernández dejó escrito que deseaba tener un libro suyo ilustrado por Penagos, Campoy debe lamentar la ausencia de su nombre en las galerías del Museo Español de Arte Contemporáneo. Con todo, y como afirma Antonio Buero Vallejo, el hijo ha salvado a su padre.

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