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Reportaje:

Hassan II ofrece a los socialistas formar un Gobierno de transición hasta que se resuelva el problema del Sáhara

El rey Hassan II de Marruecos ha ofrecido a la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), que preside Abderrahim Buabid, que constituya un Gobierno de transición para gobernar el país en la difícil etapa que se avecina hasta la solución del problema del Sáhara. Fuentes socialistas consultadas por EL PAIS sobre esta eventualidad afirmaron, sin desmentir ni afirmar la información, que la USFP ha pedido al rey un plazo de reflexión hasta finales de agosto, antes de tomar ninguna decisión.

En buena lógica, es difícil imaginar que los socialistas vayan a aceptar esta propuesta, que les coloca una patata ardiendo en las manos, entre otras cosas porque ellos no están de acuerdo con la política del Gobierno con respecto al Sáhara, desde que el rey aceptara en Nairobi, en 1981, el principio del referéndum de autodeterminación.Según fuentes próximas a palacio, este Gobierno de transición tendría como cometidos principales dirigir el Gobierno hasta que se solucione el conflicto del Sáhara, para lo cual, y según se aceptó en la última cumbre de la Organización para la Unidad Africana (OUA), Marruecos deberá organizar un referéndum de autodeterminación antes del 31 de diciembre de este año y sacar al país de la dificilísima situación económica en que se encuentra, que se agrava día a día por falta de las reformas exigidas por la situación.

La propuesta de Hassan II le fue formulada directamente a Abderrahim Buabid el pasado do mingo, en un encuentro mantenido hasta ahora bajo la máxima confidencialidad entre ambos, propicia do por el propio monarca.

En los círculos próximos a palacio parece haberse impuesto el convencimiento de que para salir de la actual crisis es necesario discutir y dialogar con los sindicatos y garantizar la estabilidad social interna hasta que pase este período crítico. La crisis, además, se agravará este verano si se aplican los consejos del Fondo Monetario Internacional, consistentes en anular todas las previstas ampliaciones de plantilla de la Administración, reducir en un 50% el presupuesto de inversiones, eliminar las subvenciones a los principales artículos de consumo, devaluar el dirham, artificialmente sobrevalorado, y otras medidas.

La actitud del Ejército

La estabilidad social del país es tanto más necesaria por cuanto el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario, con vistas al referéndum de autodeterminación aceptado por la delegación marroquí que acudió a la cumbre de la OUA en Addis Abeba, a últimos de junio pasado, no es aprobado por la mayor parte de las fuerzas políticas del país, y existe la sospecha de que el Ejército, ahora cómodamente instalado en el Sáhara, tampoco lo admite.Los socialistas se inclinaron siempre por una solución del problema del Sáhara en el marco del Magreb, lo cual implicaba el mantenimiento de la soberanía marroquí sobre el territorio, y debido a ello estiman que el encuentro entre Hassan II y Chadli Benyedid, mantenido a finales de febrero de este año, sólo ha beneficiado a Argelia. En aquel encuentro quedó ratificado que el conflicto del Sáhara sólo concierne al Gobierno marroquí y al Polisario.

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De todas maneras, la USFP no había rechazado hasta ahora nunca la idea de participar en un Gobierno marroquí, y hasta el presente sólo se había hablado -y el Rey ya se lo había ofrecido en otra oportunidad- de integrarse en un Gobierno de unión nacional, lo cual no es ahora el caso. Para aquel Gobierno de unión nacional, los socialistas habían impuesto la condición de que se formase sobre la base de un programa muy concreto aprobado por ellos, por lo menos en lo que tuviera relación con las carteras que les fuesen a asignar.

El ala radical del partido se había opuesto siempre a esta colaboración con el poder, por entender que -como decían ellos- al igual que el Istiqlal, la USFP quedaría hecha papilla en la maquinaria del Estado, que tan férrea y absolutamente controla el rey Hassan II. Los radicales de la USFP ya fueron expulsados del partido hace dos meses y éste es ahora mucho más homogéneo en su visión del presente marroquí y, por tanto, más susceptible de admitir un planteamiento como el que les acaba de ofrecer el rey Hassan II.

Ello no es óbice para que si los socialistas aceptan la proposición real se vea en la necesidad de imponer determinadas condiciones que serían, en cualquier caso, un precedente con respecto a lo que los Gobiernos marroquíes han hecho hasta ahora.

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