_
_
_
_
_
LA LIDIA / SEGUNDA CORRIDA DE LOS'SANFERMINES'

Genio y mansedumbre de los toros condesos

ENVIADO ESPECIALCon los toros condesos, que sacaron genio y mansedumbre, Espartaco estuvo valentón, Campuzano estuvo bullidor y Manzanares no estuvo. El público tampoco. Los toros, salvo los dos primeros, escurridos de carnes, tenían irreprochable presencia y todos eran, aparatosamente cornalones y astifinos. Y como además se les había agriado la casta a casi todos, planteaban una lidia de peligro que en cualquier plaza hubiera tenido en vilo a los aficionados.

A los pamploneses, en cambio, salvo excepciones, parecía traerles absolutamente sin cuidado la condición de las reses. Aquí, si un torero pega pases con facilidad y continuidad se le aplaude o se le aclama, y si no los pega no le hacen ni caso o le tiran pan. Hasta qué punto el toro pueda condicionar la actuación del torero, es, una exquisitez o una erudición que no cuenta en Pamplona.

Plaza de Pamplona

7 de julio. Segunda corrida de sanferminesToros del Conde de la Corte, bien presentados, cornalones, con casta y mansos José Mari Manzanares: Estocada caída (pitos). Bajonazo (indiferencia). Tomás Campuzano: Bajonazo (petición y vuelta). Pinchazo, estocada y dos descabellos (palmas). Espartaco: Dos pinchazos bajísimos y bajonazo descarado (silencio). Pinchazo, media y dos descabellos (algunas palmas).

Más información
Un primer encierro rápido y limpio

Entonces, ¿para qué tanto toro, tanto trapío, tanto cuerno?. Posiblemente el prestigio de la llamada Feria del Toro, que existe, lo mantienen unas docenas de aficionados, la crítica y la Casa de Misericordia, la cual manda a Miguel Criado El Potra por esas dehesas a escoger lo más selecto que haya en las ganaderías. El público no lo mantiene. El público, y preferentemente las peñas, que ocupan la media plaza que abrasa el fuerte sol veraniego, están a lo suyo, que es la fiesta sanferminera.

Dos espectáculos paralelos

La mayor parte de las veces el espectáculo se traspasa del ruedo al tendido. Los mozos suelen ser ocurrentes, se tiran cosas -a veces ellos mismos se tiran, rodando tendido abajo-, beben, comen, cantan, y si los aconteceres de la lidia les complacen, entonan olé, con largo acento en la o, que dura cuanto dure cada pase. Los de sombra contemplan el espectáculo de sol, normalmente divertidos -porque es divertido, desde luego- y suele hacerlo con sentido crítico, pues califica si el comportamiento de las peñas se adecua a la tradición sanferminera.

Jugarse el pellejo

Ponerse delante de toros con arboladura, como eran los condesos, en la convicción de que el público ni siquiera lo advierte, debe suponerles a los toreros un tremendo esfuerzo adicional. Espartaco, por ejemplo, ayer se jugó el pellejo de verdad, frente a un tercer toro que desarrollaba sentido, que le llegó a voltear a la salida de un molinete. Campuzano, en cambio, fue más avispado, y al distraido segundo le hizo una faena sin técnica, para la galería, a base de pases sueltos dejando que el animal se escapara a la querencia de chiqueros.

El quinto era escaso de temperamento y Campuzano le dio la réplica con una faenita aburrida y algo desconfiada. De la misma condición el sexto, un preciosos ejemplar castaño ojo de perdiz, Espartaco se arrimó, hizo desplantes con las dos rodillas en tierra, citó entre los pitones. Pero le dio lo mismo. Los mozos habían llenado el ruedo de almohadillas, que arrojaron al picador por excederse en el castigo, y lo del ruedo les traía sin cuidado.

Toro noble el cuarto, Manzanares se atrevió a instrumentarle unos derechazos de costadillo, sin conviccion y citando con la muleta retrasada. Frente al primero, que parecía manejable, aunque embestía con casta -ahí le duele- se asustó y fue incapaz de administrarle dos pases ligados. Esta figura del toreo está en las últimas.

También está en las últimas la sangre brava de los famosos toros del conde de la Corte, que mansearon claramente. Pero, por lo que se vio, conservan la casta, conservan asimismo el tipo inconfundible de la ganadería, y aunque ninguno mereció nota, dieron emoción a la lidia, lo cual, en estos tiempos de reses descastadas y aburridas, es casi un triunfo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_