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La invasión israelí de Líbano

Una forzosa nueva era comienza para Ios palestinos

La presencia palestina en Líbano, que se manifiesta a partir de la fundación del Estado hebreo, en 1948, y adquiere un carácter militar tras los acontecimientos del septiembre negro de 1970, va a cambiar radicalmente cualquiera que sea el desenlace del actual conflicto entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

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ENVIADO ESPECIALEl junio negro palestino, como llaman algunos diarios de Beirut a la invasión israelí de Líbano, no va a erradicar del país al medio millón largo de refugiados palestinos aquí asentado, pero sí va a modificar su estatuto, suprimir su brazo armado y obligar probablemente -como lo desea Israel- a la dirección de la Organización para la Liberación de Palestina a emigrar a otro país árabe, donde un régimen fuerte controle sus actividades políticas y militares.

En contra de lo ocurrido en Jordania en 1970, donde el aplastamiento militar palestino provocó una huída masiva de civiles, en Líbano, ahora, no parece probable que se produzca un éxodo de tales proporciones.

La mitad aproximadamente de los palestinos residentes aquí poseen la nacionalidad libanesa, y respecto a los demás, instalados generalmente en campamentos, hay, al parecer, un consenso norteamericano-israelí para tratar de forzar su incorporación.

No sólo por razones militares el Ejército israelí ha arrasado los campamentos de refugiados en el sur del país; suprimiendo los guetos palestinos, desaparece también el caldo de cultivo de las futuras generaciones palestinas y un impedimento risico para su integración en el tejido social libanés, opina el Gobierno del Tel Aviv.

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Aun así, cabe preguntarse si Líbano puede asimilar a los 300.000 palestinos apátridas, hasta ahora concentrados en campamentos, que representan el 10% de su población.

El presidente egipcio, Hosni Mubarak, declaró el domingo pasado que había oído rumores de que Siria e Israel estaban planeando el envío de miles de palestinos a Jordania, para redistribuir mejor entre países árabes la carga que suponen estos refugiados.

Por lo que al armamento de la OLP se refiere, las condiciones israelíes de desarme total, respaldadas por los cristianos libaneses y algunos musulmanes, permitirán disponer, todo lo más, al mando de la Lucha Armada Palestina -nombre de la policía palestina- de armas individuales con las que asegurar el mantenimiento del orden.

La gran incógnita consiste en saber qué paradero eligirá la dirección de la central palestina para seguir desarrollando sus actividades, si es que el Ejército israelí la deja salir de Beirut, o en qué capital árabe se instalarán los nuevos dirigentes de la OLP, en caso de que los actuales líderes no estén en condiciones de ejercer sus funciones.

Damasco o El Cairo, posibles sedes de la OLP

Su traslado a Jordania parece tanto más descartado que el rechazo del rey Hussein, que teme una desestabilización de su régimen, y se acompaña del mal recuerdo que conservan los palestinos de sus últimos meses de estancia en aquel país, cuando las guerrillas decidieron abandonar voluntariamente Amman y otras ciudades para acampar en los bosques de AjIun, donde fueron diezmados por sorpresa por el Ejército jordano.

Quedan, pues, dos opciones: Damasco y El Cairo. La primera ofrecería a la OLP la ventaja de poder conservar una estructura armada, aunque bajo el control del Ejército sirio e incluso integrada en él. Esto permitiría a la OLP emprender desde territorio sirio ataques contra Israel, que podrían desencadenar una nueva guerra sirio-palestina.

Pero su traslado a la capital siria conllevaría su sometimiento a un régimen fuerte, que dejaría a la OLP un escaso margen de maniobra. Además, varios de los máximos responsables de la central palestina, como Abu Iyad o Jaled el Hassan, pasan por tener malas relaciones con Damasco, cuya pasividad en el conflicto han criticado enérgicamente.

La solución cairota, propuesta en varias ocasiones por el presidente Mubarak, parece, pues, la más probable. Con mayor razón porque, además de Egipto, Estados Unidos la apoya bajo cuerda como primer paso tendente a insertar a la OLP en la negociación de Camp David o en otra de naturaleza similar.

Los norteamericanos, por una salida política

La Administración norteamericana, según fuentes estadounidenses, se esfuerza por dejar una salida política moderada al alcance de la OLP, para evitar que su total aplastamiento provoque un resurgimiento del terrorismo ciego palestino de principios de los años setenta.

Las relaciones egipcio-israelíes impedirían a la OLP mantener en Egipto una milicia armada, pero su independencia política sería, sin duda, mayor que en Siria, dado el carácter más liberal del régimen de Mubarak, que invitó recientemente a la resistencia palestina a formar en El Cairo un Gobierno en el exilio.

Aunque esta propuesta fue inmediatamente rechazada por la OLP, un sector de la central palestina, encabezado por su propio líder, se inclina a pensar que, "tras el abandono de los palestinos por Siria, sólo queda por jugar la carta egipcia", según afirmó un díplomático de un país no alineado que se entrevistó recientemente con Yasir Arafat.

Egipto es el único país árabe, fronterizo de Israel, cuyo Ejército nunca ha combatido contra las fuerzas palestinas.

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