_
_
_
_
_

El fracaso de la "cumbre" de Fez consagra la división árabe

El fracaso de la cumbre de Fez, que apenas si duró cinco horas, ha consagrado la división del mundo árabe, al tiempo que constituye un duro golpe para los planes de liderazgo regional de Arabia Saudí. Con la decepción profesional propia de las circunstancias, los periodistas presentes en Fez relatamos en la oscuridad de la noche del miércoles el ruido de los aviones que se llevaban a los mandatarios árabes que asistieron a la fallida duodécima cumbre árabe. Los diez jefes de Estado y los demás dirigentes se habían marchado ya ayer, con la prisa que suelen tener siempre, a las pocas horas de haber llegado.

Más información
Satisfacción en Israel
El plan saudí no es una panacea, según Argelia

En los bares permanecen sin descorchar las botellas de agua mineral y gaseosa que, debido a un austeridad de circunstancias, sustituyeron al champaña, que de todas maneras nadie habría necesitado en las cuatro ciudades -Fez Mequinez, Ifrane y Sidi Harazem- directamente relacionadas con la duodécima cumbre, y en cuya región se produce uno de los vinos más famosos de Marruecos.La cumbre de la unidad, como la había bautizado, con su proverbial optimismo, un diario marroquí, ha terminado consagrando la división de hecho que separa a los países árabes. Tras sólo unas horas de discusión, los jefes de Estado comprendieron que las divergencias en torno al plan Fahd eran tan grandes que no valía la pena intentar prolongar la cumbre en los plazos previstos y salvar las apariencias.

Desorganización

Fracaso, pues, para el rey Hassan II de Marruecos, que, pese a ser ésta la cuarta cumbre árabe que Rabat organiza, de las doce realizadas, parecía ser un modelo de desorganización, no toda imputable, es verdad, a los marroquíes. Fracaso también, y éste doblemente duro, para Arabia Saudí, que con el plan Fahd solicitaba el relevo en ese liderazgo árabe, vacante desde la muerte de Gamal Abdel Nasser, en 1970, y que el rey Hassan II no dejó de mencionar en su alocución de apertura.A pesar de su hermetismo de un principio, en medios próximos a la delegación siria, aparentemente alegre después del fracaso de la duodécima cumbre, se afirmaba con tono paternal a los periodistas: "Habéis apostado todos a que el dinero saudí impediría que el plan Fahd fuese rechazado. Esto debe servir de prueba que para Siria y la OLP el dinero no es lo principal".

El dinero sí ha sido, sin embargo, lo principal para la delegación libanesa, que, en medio de los desgarramientos que produjo la cumbre desde el principio, logró que fuese discutida la cuestión del sur del país y la ayuda financiera a Líbano, que es el tema que Beirut plantea en todas las cumbres, y sobre el cual, como si pagar fuese lo que menos-problemas causa a los pagadores del Golfo, siempre ha existido unanimidad.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Los palestinos, pues, ayudados por Siria, como era previsible, han sido los principales causantes del fracaso del plan Fahd. La OLP y Siria dependen ambas enormemente, sin embargo, de la financiación saudí.

Cabe prever dificultades futuras para Siria, aunque, en lo que alude a los palestinos, los saudíes, incluso en los peores momentos, han sido siempre muy cuidadosos de no cortarles las subvenciones.

Parece un hecho, no obstante, que la decisión de hacer estallar la cumbre la tomaron los saudíes. El príncipe Fahd, según se cree, se sintió muy incómodo porque determinados países, en particular del Golfo, que le habían prometido por anticipado un apoyo de principio, se lo retiraron al ver el sesgo radical de las discusiones. La ausencia del presidente sirio, Hafez el Assad, colmó el vaso e hizo, al parecer, estallar al hombre fuerte de Riad.

Visto con cierta perspectiva, el fracaso saudí de hoy puede trocarse mañana en un éxito. Al fin y al cabo, los países árabes han demostrado en la cumbre de Fez que son incapaces de adoptar una política común, una estrategia de acción, y no de rechazo, como dijera el propio príncipe Fahd, con respecto a Israel y a un conflicto que se eterniza desde hace 33 años.

Con toda la hostilidad que todos siguen manifestando a Egipto por su paz separada con Israel, éste es el único país que en un plazo razonable puede aspirar a recuperar los territorios que el Ejército israelí le ocupó en 1967. Naturalmente que esto, por ahora, es a expensas de los derechos del pueblo palestino a su tierra; pero, honradamente, los defensores del plan Fahd se preguntan hasta qué punto es verdad que son los derechos del pueblo palestino los que motivan las actitudes de los países del rechazo, y no sus intereses.

El plan Fahd ha sido calificado por el delegado libio a la cumbre de Rabat como sucedáneo de Camp David, pero que pretende ser avalado por todos los árabes. Nadie, sin embargo, se ha tomado la molestia de considerar el plan Fahd siquiera como punto de partida para una discusión en la que éste podría haber sido modificado y reformado en un mayor acercamiento a la legítima postura palestina.

El príncipe Saud al Feysal, ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, dijo a medianoche del miércoles a un grupo de periodistas en Fez que lo ocurrido le parecía "muy triste" y que, en su opinión, no era probable que esta reunión de ministros se celebrase en los próximos dos meses.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_