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Reportaje:

Escasa atención española a sus descendientes, norteamericanos

"No tenemos dinero, pero tenemos los votos", aseguran los líderes de la comunidad en Estados. "Ninguna Administración anterior tuvo tantos funcionarios hispanos", dijo recientemente el presidente de Estados Unidos, el republicano Ronald Reagan, en una recepción en la Casa Blanca a los principales líderes de la comunidad hispana. "Yo creo que no sabe contar muy bien", comenta irónicamente el presidente de una de las más importantes organizaciones al corresponsal de EL PAIS en Estados Unidos, que recorrió recientemente las principales zonas hispanas en Norteamérica.

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Lo cierto es que la comunidad hispana no parece muy satisfecha de la nueva orientación de la Administración Reagan en temas que les afectan. Cambio de rumbo en materia de enseñanza bilingüe, recortes presupuestarios para ayudas sociales que afectan a los hispanos, en la cola, junto con los negros, de la opulenta sociedad norteamericana. Futuro sombrío, en definitiva, para sus aspiraciones.¿Puede producirse un fenómeno de desilusión que origine Movimientos violentos? ¿Puede surgir un Quebec hispano en el suroeste de Estados Unidos? "No, no habrá un fenómeno análogo al Quebec francófono en Canadá con los hispanos en el suroeste de Estados Unidos", dice Raúl Yzaguirre, presidente del Consejo Nacional de la Raza. "Pero", añade, "pueden nacer movimientos violentos de protesta si, crece la frustración entre los jóvenes".

En busca de nuevos líderes

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En Los Angeles, San Antonio, Alburquerque, San Francisco, Nueva York o Washington, la opinión es unánime al consultar a sus líderes sobre el futuro de los hispanos en EE UU. "Hemos entrado en la década de los hispanos. Tendremos más influencia. Nacerán nuevos líderes", aseguran. "No tenemos dinero, pero tenemos los votos", puntualiza por su parte el sacerdote Pedro Villaroya, un español que dirige la oganización Uno, en el barrio hispano de Los Angeles, considerada en todos los medios como un ejemplo de eficacia, en materia de reivindicación de los derechos sociales de la minoría hispana.

"La diversidad de nuestras organizaciones da riqueza al movimiento", afirma Yzaguirre, sin aventurarse a pronosticar nombres y personalidades que en un futuro próximo puedan sobresalir corno líderes de la comunidad hispana.

"Lo cierto es que en la década de los ochenta tendremos mayor representación política. Tres o cuatro senadores y de veinticinco a treinta diputados".

Sensibilizar a la población hispana, que sólo participó en un 30% en la última elección presidencial, es uno de los objetivos de las organizaciones. Para ello luchan contra las tendencias conservadoras del Congreso, que desean modificar el Acta de Derecho de Voto de 1865, que protege al elector que no habla inglés.,

Dentro del fenómeno hispano en EE UU, España permanece prácticamente al margen. "Es un tema que Madrid creo que no se lo ha planteado o que, por el contrario, quiere evitar levantar susceptibilidades en un asunto tan polémico y de tantas vertientes", comenta un diplomático español residente en Washington.

Sin llegar a la situación de México, con posición geográfica e intereses muy específicos en la comunidad hispana en EE UU, sí parece evidente que España debería prestar más atención en lo cultural y en lo económico a la existencia del hecho hispano en EE UU. La "ignorancia" por parte de Madrid llega a tal extremo que hasta hace muy poco ningún embajador español había visitado tan siquiera vestigios históricos de la herencia española en EE UU, como los del Estado de Nuevo México. No hay un solo centro cultural español en ciudades como San Antonio, con una mayoría del 56% de hispanos.

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