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HOY SERÁ ENTERRADO SADAT

La oposición legal egipcia concede un voto de confianza inicial a Hosni Mubarak como sucesor del "rais"

A diferencia de las formaciones políticas que subsisten en la clandestinidad y no ocultan su satisfacción por la desaparición física de Anuar El Sadat, los dos grandes partidos de la oposición legal que existen en Egipto, la Unión Nacional Progresista (UNP), de Jaled Mohiedin, y el Partido Social Laborista, de Ismail Chucri, consideran que un cambio de rumbo en la política egipcia no está asegurado todavía, en términos de una mayor democratización, aunque admiten que el futuro presidente, Hosni Mubarak, puede contribuir a una mejor defensa del problema palestino en las futuras negociaciones con los israelíes.

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Jaled Mohiedin y el secretario general de la UNP, Lofti Wakid, un ex oficial nasserista, son los principales dirigentes de una oposición que se autodefine como "izquierda progresista". Ambos formaron parte del consejo revolucionario que incluía a Nasser y Sadat, organizador de la llamada "revolución de los oficiales libres" de 1952 contra la monarquía.Nasseristas, marxistas, panárabes nacionalistas, liberales y elementos religiosos coptos y musulmanes integran el abanico político relacionado estrechamente con la UNP. El comité ejecutivo de este último partido tiene previsto reunirse mañana y, en opinión de Wakid, podría adoptar una nueva plataforma política de la oposición abierta a aquellos que residen en el extranjero, como el general Sadedin Chazli, aunque según ambos dirigentes el ex jefe de Estado Mayor del Ejército egipcio, emigrado en Argel, no es el personaje más indicado para suceder al rais.

Para Jaled Mohiedin la situación actual es "tan complicada o más de lo que era a comienzos de septiembre", cuando Sadat ordenó la detención de más de 1.500 personalidades de la oposición re ligiosa y laica.

Contra una política peligrosa

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"Nosotros", agregan los dos dirigentes de la UNP, "no nos oponíamos a Sadat por razones personales, sino que luchábamos contra una política preparada por el Gobierno y el Partido Nacional Democrático (la formación gubernamental); nuestro partido no acepta. el principio de que una manera de resolver los problemas puede ser recurrir al asesinato, pero declaramos que éste puede haber sido una forma de manifestar el rechazo a una política peligrosa".

A propósito de la importancia del movimiento extremista islámico, acusado por el Gobierno de haber organizado y ejecutado la muerte del rais, Wakid subraya que la UNP no conoce la verdadera razón que impulsó al comando suicida, "pero no hay que olvidar que la importancia de la oposición popular a Sadat creó una atmósfera que podía ser propicia a este tipo de gestos. Trasladar esa atmósfera al acto físico era una hipótesis que Sadat mismo no desechaba. Nuestro partido había advertido al Gobierno que las presiones contra la democracia harían emerger un clima de violencia, que la ola de represión fomentaría la violencia y el ciclo infernal, sin posibilidades de ser controlado".

Para el secretario general de la principal formación política de la oposición egipcia, resulta "complicado" definir la importancia real del movimiento integrista. "En cambio, el Gobierno disponía de medios capaces para conocer y valorar ese movimiento. La UNP no tiene ninguna información sobre los asesinatos".

"Nosotros no estamos seguros de que Sadat haya sido asesinado por los extremistas musulmanes", subraya por su parte Lofti Wakid, aludiendo a la falta de detalles ofrecidos por las autoridades sobre el trasfondo del magnicidio. La tesis de la UNP consiste en considerar que la operación del comando sólo pudo materializarse gracias al concurso y la complicidad de otras fuerzas ocultas, aunque no descarta la vinculación de los asesinos a los Hermanos Musulmanes.

La eventualidad de que el futuro presidente egipcio ponga en libertad a los dirigentes religiosos y laicos detenidos a principios de septiembre, como un gesto conciliatorio, es deseada por la UNP, aunque ambos dirigentes rehúsan pronunciarse sobre el tema.

Una bomba retardada

Interrogados sobre la opinión que les merece el general Chazli, la respuesta común traduce una buena dosis de prudencia: "Hemos oído a Chazli por la radio, pero creemos que la solución de los problemas de Egipto depende de las fuerzas políticas que existen en el país. Es posible que él (Chazli) adopte un mismo lenguaje que nosotros, que haga un llamamiento a las auténticas fuerzas del nacionalismo que combaten contra el sionismo y el imperialismo; es posible que imite o copie nuestras expresiones, pero en la medida en que no tenemos relaciones directas con esas fuerzas que radican en el exterior no tenemos ninguna responsabilidad acerca de lo que digan o realicen."

Una pregunta obligada, que incide en la propia sustancia del rechazo de la oposición al régimen de Sadat, es la relativa a los acuerdos de paz con los israelíes. Según los dirigentes de la UNP, Camp David y la normalización con Tel Aviv constituyen una especie de "bomba de efecto retardado", ya que jamás fueron aceptados por los egipcios.

"El pueblo egipcio no rechaza la paz con Israel, pero se opone visceralmente a algunas claúsulas del tratado, porque considerar que éste justifica una voluntad de paz en términos que no merecen ser defendidos. Lo que desea Egipto es una paz para toda la zona, no solo para los egipcios, sino para los palestinos, sirios y libaneses, y cuando exista un tratado de ese tipo será posible normalizar nuestras relaciones con Israel, entre ambos pueblos. Dictar a los egipcios esa normalización en términos que favorecen a Israel es aberrante, porque equivale a justificar la ocupación de los territorios árabes, el asesinato de jóvenes palestinos, la destrucción del reactor nuclear iraquí. ¿Cómo es posíble afirmar por la televisión, como hacía Sadat, que somos amigos de los israelíes?". A propósito de la personalidad de Hosni Mubarak, Wakid insiste en la "falta de elementos" para juzgar al hombre que permaneció más cerca del rais: "Nuestra opinión sobre Mubarak carece ahora de gran importancia, ya que son las circunstancias políticas las que van a determinar, en buena parte, su línea de acción. Esas circunstancias son, qué duda cabe, favorables a una reparación de los errores cometidos por su predecesor, a la reconstitución de un Frente Nacional encargado de restituir la imagen rutilante de Egipto en el mundo árabe..., pero para ello debe reforzarse el carácter de no alineado de la política exterior egipcia".

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