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QUINTA CORRIDA DE "SANFERMINES"

El Miura de la mirada altiva

ENVIADO ESPECIALMiraba con mirada altiva, por encima del hombro, el Miura Colorao, grandote y de estampa. Miraba como si hubiera aprobado las oposiciones a Hacienda. Decía uno del tendido: «Ese mira como mi parienta». La gente aplaudía al Miura. El Miura era, él solito, un espectáculo. Se asomaba por encima de los burladeros y de los callejones y descubría al personal, al que saludaba: «¿Qué tal, Arbós? ¿A los toros? Con Dios, duque de Veragua ... », etcétera.

Sí, se sabía el poema de Rafael Duyos, y se sabía la Tauromaquia de Cúchares, y, puesto a saber, hasta sabía quién va a ganar las elecciones de 1983. Calvo Sotelo ha perdido ya la ocasión de consultarle, pues el Miura Colorao, grandote y de estampa, está muerto, que lo mató Vargas, de golletazo.

Plaza de Pamplona

Quinta corrida de sanfemines. Toros de Eduardo Miura, con gran trapío, mansurrones y violentos, excepto segundo y sexto, que fueron nobles. Ruiz Miguel, cuatro pinchazos, estocada, descabello, aviso y trece descabellos más (división). Pinchazo y estocada (silencio). José Antonio Campuzano: dos pinchazos y media bala (vuelta).Tres pinchazos y descabello (silencio). Pepe Luis Vargas: tres pinchazos y golletazo (silencio). Pinchazo y estocada caída (vuelta). El sol lució por fin ayer en Pamplona, . la juerga continuó, como siempre, en los tendidos.

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Eso le pasa a Calvo Sotelo por no ir a los toros. La gente de gobierno apenas se deja ver por los toros, y así le va. Los parlamentarios de pura cepa, en cambio, más listos, acuden a las corridas en cuanto pueden y están al día de lo que es emplear la mano izquierda, de. lo que es el pueblo cuando se le permite expresar su opinión en democracia abierta, de lo que es entendérselas con un Miura.

Todos los Miura fueron Miura ayer, salvo uno. Un corridón de toros compusieron los Miura, con el trapío adecuado a su encaste: aquellos corpachones altos, largos, elásticos, la pata fina y la pezuña pequeña; todo fibra. hueso y músculo para revolverse en un palmo de terreno y tirar la tarascada al que no sepa ejecutar las suertes con mando. Unicamente el sexto no parecía Miura, pero tampoco se le podía perder la cara. Vargas se la perdió y salió atropellado de mala manera.

El mencionado Vargas nos tuvo en vilo toda la tarde. En el Miura Colorao, que miraba lo mismo que la santa esposa de aquel señor, le pasó varias docenas de veces el centellear de los pitones ' junto a las hombreras. En el sexto. uno de los dos toros nobles que hubo en la tarde, el susto dicho, más unos estatuarios que instrumentó en el mismísimo platillo y con el toro saliendo de tablas. Después vinieron derechazos y naturales, nada del otro jueves, pero la valentía del torero y el peso de la emoción de toda la corrida le pudieron valer un importante triunfo. Lo perdió con la espada.

El otro toro bueno fue el segundo. Rica canela. suavidad en cada embestida, que condujo muy bien José Antonio Campuzano, con temple y medida, en series de derechazos y naturales. Un innecesario aviso del pico y cierta falta de sentido artístico apagaron el brillo rutilante que debió tener la faena con aquel Miura santo y nada parlamentarlo. El quinto se le quedaba en el centro de la suerte. pese a lo cual porfió mucho para sacarle pases. No se los sacaba. claro. Mas no acabó ahí la tarde interesante de Campuzano. cuya mejor labor la hizo como lidiador. tanto en sus toros como en los de sus compañeros, con la colocación impecable y, el manejo eficaz del capote.

A Ruiz Miguel le correspondió el peor lote: un primer toro violento, que le hacía hilo en el remate de los pases, y otro de temperamento apagado, con media arrancada. No estuvo tan hábil Ruiz Miguel como acostumbra, y en varias ocasiones se vio acosado, sobre todo por el violento, al que no llegó a dominar, y por ese motivo lo mató a la última.

Bien, ya tenemos el toro que queríamos, sale en Pamplona todos los días, y en otras plazas también sale. Ah ora hace falta buscar otros toreros o mandar a la escuela a los que hay, para que aprendan la tauromaquia del toro-toro. Por ejemplo, al Colorao de mirada altiva quizá se le habría podido dominar con muletazos que no fueran necesariamente el derechazo y el natural, y, en cualquier caso, con la adecuada elección de terrenos y distancias, temple y dominio. Pero, entre otras cosas, Vargas se dejaba enganchar la franela y el Miura aprendía. A los Miura, o se les torea como es debido desde el primer pase o se ponen a mirar como la parienta de ese señor. Y eso es lo que sucedió.

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