_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El apellido

Pese a su infinita paciencia pedagógica, Domingo Dominguín solía irritarse con sus discípulos -el primero de la clase era siempre Ignacio Aldecoa- cuando farfullábamos alguna que otra reticencia contra los gimnásticos lidiadores de la casa y expresábamos imprudentes entusiasmos por los toreros de sol y moscas, casi todos procedentes del sur de Despeñaperros. Sólo el agotamiento de las reservas alcohólicas ablandaba la ortodoxia toledana de Domingo y su espíritu de militancia mesetaria y dejaba entrever su admirativa nostalgia por el arte de Pepe Luis.Ayer, en Las Ventas. la presencia de Curro Vázquez, vinculado familiarmente a la memoria de Domingo, me trajo el recuerdo de sus prodigiosas cuatro novilladas en Vista Alegre, que hicieron creer a unos que había nacido un nuevo mesías, y equivocarse a otros, al suponer que era hijo o sobrino de Pepe Luis o de Manolo Vázquez. Su precipitada alternativa en 1969, en la que fue cogido de gravedad. seguramente fue la causante de que aquellas esperanzas no llegaran a cumplirse. Sin embargo, nadie puede negarle la posibilidad de regresar a sus orígenes a quien demostró alguna vez casta de torero.

Más información
La gran provocación

Junto a este Vázquez autodidacta hicieron el paseíllo otros Vázquez claramente dinásticos. No me siento con fuerzas para enjuiciar imparcialmente a Pepe Luis hijo, ni para bien ni para mal. He de confesar que los momentos más felices que he pasado en una plaza de toros se los debo al Vázquez ausente, al Pepe Luis de mi afición adolescente, situado en mi memoria por encima incluso del Rondeño y de Camino, y no hace falta ser Sigmund Freud para adivinar la losa que debe representar para el muchacho ser hijo de tal padre. Pero sí puedo, en cambio, echar un cuarto a espadas en la conocida querella de los antiguos y los modernos y poner por testigo a Manolo Vázquez de que hubo un tiempo, no tan Iejano, en el que habla toreros de cuerpo entero, capaces a la vez de lidiar y de poner la carne de gallina en el tercio de quites y con la muleta. Porque Manolo Vázquez no es un torero viejo, sino un torero antiguo, o sea, un torero.

Por lo demás, la invalidez del cuarto toro, y el mal juego de casi todos los restantes, justificó a esos tremebundos toristas, que hacen cada vez menos respetable al público de Las Ventas, para vociferar hasta enronquecer de rabia. No vendría mal que los puestos de venta ambulantes en los días de corrida ofrecieran también tapones de cera para los oídos, a fin de evitar el riesgo de sorderas traumáticas. Empiezo a sospechar que esos energúmenos, más que madrileños, son romanos; pero romanos imperiales, de los que cuenta la leyenda que atestaban los circos para contemplar cómo las fieras. devoraban a los seguidores de Pedro. Sólo la Constitución y el Código Penal podrán evitar que un año de estos alguna peña de gritones le erija a Chopera la organización de festejos, cuyo número central sea la suelta de leones a un ruedo ocupado por una procesión de cristianos encabezada por Lavilla, Alvarez de Miranda o Herrero de Miñón.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_