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El señor Minondo y la senda de la Constitución

Ángel S. Harguindey

Todo parece indicar que el Gobierno Civil de Madrid ha entrado en la tercera fase de la democracia y el civismo. Tras una etapa de transición en la que las dudas -inevitablemente- ocupaban el lugar central de las reflexiones del poder, Francisco Javier Minondo, gobernador en funciones, ha conseguido plasmar el nuevo talante administrativo con una sensata decisión: prohibir un festival rockero ante «las posibles alteraciones del orden público».El viernes 27 de junio se reunieron 25.000 personas en la plaza de toros de Las Ventas sin ningún problema. El sábado 28, unas 7.000 en el mismo lugar. El clomingo 29, nadie pudo escuchar a Bob Marley por los incidentes del concierto de Lou Reed. A partir de ahora -al menos tenemos el derecho de su ponerlo- se prohibirá todo es pectáculo o acontecimiento social que pueda dar lugar a «posibles alteraciones del orden público». En primer lugar se prohibirá el País Vasco, pues es evidente que de consentir su subsistencia el orden público se, puede alterar en extre mo. Se prohibirán también las provincias de Alicante y Málaga -de momento-, pues el orden pú blico no está asegurado. Ni qué decir tiene que el gobeirnador civil en funciones de Madrid prohibirá la central nuclear de Harrisburg ante la constancia de sus desaguisados. Y si amplía las prohibicio nes al terreno de lo personal, no dudamos en que el señor Minondo pedirá la Inhabilitación de Martín Villa, por ejemplo, puesto que cuando ocupaba la cartera de Interior propuso suspender la licencia del casino de Torrelodones, decisión que acaba de ser antilada por el Tribunal Supremo y que le ha costado al contribuyente cerca de setenta millones de Ipesetas. No es exactamente una alteración del orden público, pero sí del orden económico, tan vinculado a lo social, como se sabe. Felicitémonos, pues, de esta nueva etapa en la que entramos todosjuntos, por la senda de la Constitución.

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