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Argentina, una operación de sumas y restas

Los militares argentinos han aprendido, tras su larga experiencia en golpes de Estado, a sumar y a restar antes de disparar un tiro. La fórmula aritmética ofrece resultados positivos cuando se trata de derrocar Gobiernos civiles. Cuando el enfrentamiento es entre ellos, las sumas y restas pueden fallar porque los presuntos apoyos militares al líder de un golpe dependen, en último término, de un profundo estudio de la correlación de fuerzas y los pronunciamientos esperados suelen tardar hasta que la situación se clarifica.De cualquier manera, los últimos sucesos argentinos indican que la vieja dicotomía entre los duros y los blandos que derrocaron al Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón ha alcanzado su punto culminante. El líder visible de los primeros, general Luciano Benjamín Menéndez, no podía esperar más tiempo para lanzarse contra la cúpula del Ejército: octubre es el mes en que se reúne la Junta de Calificaciones del arma para decidir quién asciende, quién se queda donde está y quién pasa a retiro forzoso.

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Otros factores, tanto de índole militar como política y económica, se han unido a la crisis que estallara en la madrugada de ayer en la ciudad de Córdoba, epicentro en numerosas ocasiones de los cambios que ha padecido el país del Plata:

1. En el sector militar, Menéndez defendía no sólo su propia permanencia en el cargo de comandante del Tercer Cuerpo de Ejército (el más poderoso del país, ya que comprende a diez provincias, entre ellas las más importantes: Córdoba, Mendoza y Tucumán), sino también la posibilidad de que uno de los suyos, Carlos Suárez Masón, actualmente jefe del Estado Mayor del arma, ascendiera a la Comandancia General. Si esto ocurría por una simple operación escalafonaria, Menéndez sería el jefe del Estado Mayor.

2. En el plano político, los «duros» han defendido siempre la posibilidad de una represión más violenta de los grupos guerrilleros y aun de los simples simpatizantes de la izquierda. Cabe recordar al respecto que Menéndez fue el único general que, en junio de 1976, invitó a la prensa cordobesa a un acto público de quema de libros «marxistas y subversivos». Videla y Viola hicieron, hace dos años, una maniobra magistral por la cual designaron a ese general ministro de Planeamiento y Desarrollo, con lo cual podía escribir muchos planes ideológicos, pero se quedaba sin mando de tropa.

3. En el plano de la lucha guerrillera, Menéndez y sus hombres han sostenido siempre que el Gobierno de Videla, respaldado por Viola, ha actuado con blandura (pese a muertos, presos y desaparecidos). Además, hubo dos hechos que parecieron colmar el vaso de la paciencia de los «duros»: la liberación y expulsión del país del periodista Jacobo Timerman, acusado por los militares de connivencia con los grupos Montoneros, a nivel económico, y la reducción a escombros de la casa de Guillermo Walter Klein, brazo derecho del superministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz.

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Menéndez tiene un curriculum de golpes que se inicia con su padre, del mismo nombre, que hace veintisiete años intentó el derrocamiento de Juan Domingo Perón y que por ello sufrió prisión, al fracasar el golpe. A partir de esa fecha, participó en cuanto golpe hubo en un país que se ha caracterizado por su inestabilidad política.

Sin embargo, Menéndez contaba con un gran prestigio dentro de las filas del Ejército, y prueba de ello es que se ha mantenido en el comando del poderoso III Cuerpo por más de cuatro años. Además, ganó prestigio en su arma a raíz de su belicosa actitud hacia Chile. Cuando el año pasado ambas naciones estuvieron a punto del hecho bélico fue Menéndez quien urgió a los más altos mandos de las Fuerzas Armadas para que no se negociase y se lanzase un ataque relámpago contra Chile, «hasta que los echemos al Pacífico».

La historia podría completarse con los convidados de piedra de la última y de casi todas las crisis: Marina y Aeronáutica, fuerzas, la primera, elitista y aristocrática, y la segunda, permanentemente en las posiciones más derechistas que, sin embargo, opinan generalmente cuando ya se sabe quién va a ganar. Ayer no fue distinto, con lo cual parece confirmarse una realidad: el Ejército es el verdadero protagonista del proceso argentino. La historia o, como señalaba un analista de la situación argentina con algo de humor, la «historieta», puede ser apasionante: crímenes, inflación, duros, blandos, comunicados, conspiraciones. La tragedia reside, claro está, en que el peso de toda esa desgraciada historia recae siempre sobre el inerme pueblo argentino.

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