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Entrevista:

"Responsabilizo a los políticos y dirigentes de nuestra incultura musical"

Entrevista con el compositor "Román Alis

En distintas ediciones acaban de aparecer la Sonata para piano, Op. 45, y la suite Juguetes, Op. 108, del compositor Román Alís. Ambas partituras, compuestas para piano, vienen a favorecer el conocimiento de la producción de este músico mallorquín, uno de los que presenta mayor y más variado número de piezas entre los autores españoles contemporáneos.

EL PAIS: Román Alís, ¿qué representan estas obras dentro de su producción?Román Alis: La Sonata representa la obra grande, brillante, llena de dificultades técnicas, pero pianísticas, dentro de la línea compositiva mía, basada en un tratamiento bastante percutido, y a la búsqueda de grandes sonoridades. Por el contrario, la obra Juguetes equivale a una sucesión de pequeñas piezas fáciles, pensadas para la iniciación pianística de los niños, y tratadas todas ellas con delicadeza sutil, con el fin de acercar a los jóvenes intérpretes al mundo actual lingüístico musical, a través de la suave disonancia.

EL PAIS: ¿Es difícil para el compositor español editar sus obras?

R. A.: ¡Casi imposible! Sobre todo en nuestro país, donde el terreno cultural y comercial de la música culta es casi nulo. La escasa demanda de nuestras obras lleva consigo la inexistencia de grandes editoriales con amplias redes de distribución y de promoción. A pesar de los contratiempos debemos agradecer la reciente creación de determinadas editoras que han comenzado a sembrar con la esperanza de recoger los frutos.

Además de las editoras privadas, es urgente la necesidad de crear una Editora Nacional que difunda por todo el país y el extranjero nuestra ignorada obra, como portavoces que somos de una parcela del pensamiento creador español. A veces, la obra de toda una existencia permanece injustamente silenciada. Nuestra sociedad tiene escasa conciencia de que los músicos existimos y nos esforzamos como el que más en crear algo positivo y perdurable.

EL PAIS: ¿Cómo ve la presente situación cultural de la música en España?

R. A.: Cuando uno recorre la vasta y variada geografía de nuestra tierra, se le entristece el ánimo al percatarse del abandono musical. Si exceptuamos el espíritu de aquellas familias o individuos que han sabido mantener o iniciar una estima hacia la música, y los escasos núcleos de cultura musical de nuestras grandes urbes y, ya en menor medida, alguna ciudad de provincias. El resto de nuestros estamentos sociales es un gran páramo de seres que viven ignorando, por falta de educación, la realidad de un mundo sonoro, lleno de belleza y espiritualidad.

EL PAIS: ¿A qué o a quiénes atribuye nuestra incultura musical?

R. A.: Ciertamente, estamos inmersos en un gran declive cultural desde hace siglos, pero ahora hay que responsabilizar a aquellos individuos que, poseyendo una formación básica media, superior o universitaria, han vivido, o viven, completamente de espaldas al mundo de la música en cualquiera de sus facetas. Responsabilizo a los políticos, dirigentes y ejecutivos, verdaderos responsables de mantener y elevar la cultura del pueblo. No han sabido acercarse ni entender el verdadero sentido formativo de la música. Responsabilizo a la política nefastamente cultural de años pasados que no ha hecho sino contrarrestar toda iniciativa de supervivencia y divulgación de los verdaderos valores humanos y artísticos de la música, procurando la exaltación y el desarrollo de lo mediocre y lo vulgar, como envilecimiento máximo de nuestros gustos artísticos. Responsabilizo a todos aquellos falsos profesionales que pululan por doquier y que no han hecho más que denigrar la profesión, robusteciendo mediocres lazos de amistad en pro de la más absoluta negación de los auténticos valores musicales.

E. PAIS: ¿Cómo ve el futuro de nuestra política musical?

R. A.: Me parece demasiado colorista el juego de la aparente democracia. Suena a falsas músicas esa socorrida cultura recién descubierta en la conciencia de todos los españoles. Mientras no dimitan, o se les haga dimitir, todos aquellos señores de probada ineficiencia, afanosos especuladores a través de sus cargos, e irresponsables e incompetentes a la hora de dirigir los verdaderos destinos de la cultura (y que, como puede verse, continúan en sus puestos o en lugares similares), no iremos a parte alguna positiva.

En todos mis años de profesionalidad no he encontrado más que gente ajena a los conocimientos imprescindibles para resolver la problemática de nuestra vida artística.

Creo que los destinos de la cultura musical y su contorno debieran estar en manos de hombres sólidamente formados, desinteresados, de elevadas miras.

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