El aburrido vodevil
Prohibido seducir a los casados es una comedia antigua. Se dice con esto lo que contiene de bueno y de malo. De bueno tiene la acción bien contada, el ritmo regular, la moderación de su sencillo objetivo de divertir y la ausencia de las sólitas groserías. De malo tiene el desvaimiento, la falta de originalidad de la historia, la sosegada pausa de las situaciones, la timidez en los recursos seleccionados del gran catálogo del vodevil.Ha dirigido el texto, sin gran imaginación, Alfonso del Real, repartiéndose, además, el inevitable tipo del alegre y divertido señor maduro. Alfonso del Real es uno de nuestros mejores y más desaprovechados actores de un género muy simpático: la comicidad humana y entrañable. Todo lo que hace está siempre bien hecho, aunque lo que hace no sea bueno. Lástima. Con él comparte la cabecera una actriz de gran belleza y buena fibra cómica: Belinda Corell. Tampoco aquí su trabajo puede lucirse. Y otro tanto hay que decir de Ana Shievers y Pilar Cansino, que, con Roberto Caballero, completan el reparto de este estreno del Fígaro. Es lástima que proyectos como el de Prohibido seducir a los casados no salgan más redondos. Hay un sitio, evidentemente, para este leve teatro de la evasión sonriente; lo que sucede es que ese teatro, como todo, tiene que cumplir lo que promete y cumplirlo a fondo: reflexionar, sufrir o sonreir son propuestas que se identifican en una eterna exigencia de rigor y calidad. Se diría que Julio Mathias estaba muy aburrido cuando escribió esta obra.