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Azpeitia, el laboratorio vasco sobre el toro, religión… y Bildu

La conservadora localidad guipuzcoana asume con naturalidad la afición a la lidia con un gobierno 'abertzale'

Antonio Lorca
Ambiente en los alrededores de la plaza de toros de Azpeitia, este sábado.
Ambiente en los alrededores de la plaza de toros de Azpeitia, este sábado. JAVIER HERNÁNDEZ

Azpeitia, un enclave bucólico de 15.000 habitantes a 40 kilómetros de San Sebastián y escondido entre montañas, es un caleidoscopio de la sociedad vasca. Allí, la religión —localidad natal de San Ignacio de Loyola—, el toro —uno de sus emblemas más irreductibles— y la política —Bildu gobierna por segunda vez con mayoría absoluta—, conforman una aparente paradoja que no se contradice con una comunidad euskalduna (la inmensa mayoría habla vasco) de clase media, que ha superado la crisis económica —la tasa de paro solo alcanza el 8,9%— con la recuperación del sector industrial, y afronta el porvenir con una profunda transformación de sus raíces.

Esta es, al menos, la opinión de su alcalde, Eneko Etxeberría, profesor de Derecho en la Universidad del País Vasco, que se presentó como independiente en las listas de la formación abertzale, y gobierna con 10 representantes con la oposición de los 7 del PNV.

Reconoce el primer edil que la vinculación a la Iglesia, el conservadurismo de una sociedad muy ligada al mundo rural y la afición a los toros de su pueblo le han brindado su identidad, aunque "esas grandes etiquetas —afirma— están sufriendo una transformación radical".

A su juicio, nada de ello es incompatible con que Bildu gobierne por con mayoría absoluta. "Vuelvo a las etiquetas, que dicen que Bildu es un partido relacionado con el terrorismo y la extrema izquierda, pero las cosas, en realidad, no son así", dice Etxeberria. “Bildu no es un proyecto totalitario, está integrado por gente de diversas ideologías y nuestros planteamientos son transversales. A nivel municipal, es un plan de bienestar que ha sido avalado por la población".

-¿Es usted aficionado a los toros?

- No. Pero tampoco soy antitaurino.

"Este asunto no se puede reducir a estar a favor o en contra de los toros", explica. "Yo reivindico un tercer espacio, basado en que la decisión sobre los toros corresponde a la mayoría social, por lo que no pueden ser prohibidos por un acuerdo municipal".

- Pero Bildu es una formación antitaurina.

-Efectivamente, aunque desconozco si tiene una posición definida. Yo gobierno en Azpeitia, donde el mundo del toro tiene mucha tradición, y no se plantea una posible desaparición. Entendemos que los festejos están avalados por una mayoría y contribuyen al bienestar económico de la ciudad.

Esta posición municipal y el compromiso personal de cuatro vecinos han conseguido que Azpeitia, que celebra su feria de San Ignacio del 29 al 31 de julio, sea un referente de la tauromaquia más exigente.

Paseíllo de la corrida de la feria de San Ignacio, en Azpeitia, este sábado.
Paseíllo de la corrida de la feria de San Ignacio, en Azpeitia, este sábado.JAVIER HERNÁNDEZ

La plaza de toros, de tercera categoría y con un aforo de 4.000 localidades, es propiedad del Ayuntamiento. La cedió en 2003 a una sociedad mercantil —comisión taurina—, liderada por Joxin Iriarte, exindustrial de la madera, que la gestiona, reparte los beneficios entre entidades benéficas y asume las pérdidas, en el caso de que las hubiera. De este modo, el consistorio no invierte dinero público y permite que continúe la tradición taurina de la localidad. En dos palabras, ni hay subvención económica ni negocio. Pero hay toro, reconocido y prestigiado por el peso de la tradición y la exigencia de sus empresarios.

Por esa razón acuden cada año cientos de aficionados franceses. Entre ellos, Jean-Pierre Clarac, cirujano jubilado, que resalta la belleza del entorno y el carácter torista de la plaza: "Merece la pena viajar hasta Azpeitia porque rezuma emoción en todos los detalles". Mariano García Romero es un empresario sevillano que visita esta feria puntualmente desde hace 25 años. "Aquí se valora el toro y me gusta la seriedad del público, es mi Maestranza del norte", asegura.

Hasta el sacerdote responsable de la basílica de Loyola, Ignacio Echarte, confirma que el toro está muy arraigado entre los azpeitiarras, aunque confiesa que no ha pisado la plaza. Aprovecha, no obstante, para comentar que Azpeitia sigue siendo un centro religioso de prestigio mundial. Aquí nació el fundador de la Compañía de Jesús y aquí se erige la basílica de Loyola, el pequeño Vaticano, orgullo de los azpeitiarras.

En esta localidad son aficionadas hasta las monjas de la congregación Siervas de María, que comparten con Cáritas los beneficios de los festejos. Admiten que ven las corridas desde las ventanas del convento, contiguo a la plaza, pero prefieren que no se hable de ellas porque hace unos años recibieron un insultante anónimo animalista, acusándolas de recibir dinero de la tortura.

En la banda de música de la localidad toca el líder de la oposición municipal, Aitor Gorrotxategi, del PNV, que admite que le gustan las corridas, aunque la última parte le resulta "cruel". "A mí no me molestan, y si hiciéramos un referéndum en el pueblo ganaría la opción de la cultura taurina".

Pero también hay antitaurinos en Azpeitia. Pocos, pero los hay. Amaia Garmendia es la portavoz de OINATZ Elkarte Animalista, de la que forman parte "seis o siete personas", según sus palabras. El próximo lunes, 31 de julio, se concentrarán a las puertas de la plaza, y espera que acudan entre 30 y 50 antitaurinos para protestar por la tortura que, a su juicio, se inflige a los toros.

Las tres corridas de la feria las presidirán dos concejales del Bildu y uno del PNV.

-Alcalde, ¿usted no sube al palco?

-No me gusta. El espectáculo taurino es bastante cruento para mí.

"¿Sabes lo que estás firmando?"

Esa fue la advertencia del notario a Joxin Iriarte cuando en 2003 decidió elevar a escritura pública la sociedad que a él y a tres vecinos de Azpeitia más los convertía en empresarios taurinos. "Si hay pérdidas, debéis responder con vuestro dinero, nos dijo, y afortunadamente no las ha habido hasta ahora", subraya Iriarte.

El próximo año se cumplirá el quinto centenario de los primeros toros que se corrieron en la villa en 1518, con motivo de la visita del rey Carlos I. Los festejos taurinos han permanecido unidos a la localidad a través del tiempo, y aún hoy el programa de fiestas recoge la celebración de encierros y juegos con vaquillas para niños.

"El negocio es Azpeitia", dice Iriarte. "Mi objetivo es que se celebren corridas y se reconozca a mi pueblo como ejemplo de seriedad en la organización de los festejos. Buscamos toros que impongan respeto y toreros con ambición”.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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