Cannes, la fiesta del talento mexicano
Una generación de cineastas ha convertido el séptimo arte mexicano en uno de los asistentes habituales a los festival de mayor prestigio
El cine mexicano se ha instalado en la cima del éxito. Vuelven los años dorados a una industria a la que no siempre le ha acompañado la fama. Se deja mecer desde hace más de una década en los brazos del triunfo, en un boom que todavía no tiene nombre aunque sí claros protagonistas. El logro lleva por apellido Iñárritu, Escalante, Reygadas, Del Toro, Cuarón, Franco o Ripstein. Ellos son algunos de los autores de esta transformación. Una generación que ha convertido el séptimo arte mexicano en uno de los asistentes habituales al Festival de Cannes, la Muestra de Venecia o los Oscar.
Este éxito solo encuentra parangón en la Época dorada del cine mexicano, en aquel tiempo, entre los años 30 y 50, en el que las producciones se multiplicaron, los actores eran codiciados por Hollywood y las películas traspasaban fronteras. Ahora, los largometrajes conquistan Europa y también Estados Unidos –13 premios Oscar desde el 2000-. Un hito histórico que ha convertido a México en la potencia latinoamericana del cine.
“México resurgió en Cannes hace 25 años. En el primer quinquenio de los años 90 llegaron al festival jóvenes revelaciones como Carlos Carrrera o Guillermo del Toro. Y el segundo fue para un director que consiguió asentarse en él: Arturo Ripstein. Después empieza otra ola de cineastas que encabezó en buena medida Alejandro González Iñárritu con Amores perros (2001) y de ahí surgió una corriente a la que perteneció Reygadas, entre otros, quien podría decirse que se ha domiciliado en el festival”, señala el director del Instituto Mexicano de Cinematografía, Jorge Sánchez.
Ningún país latinoamericano, ni de habla hispana ha logrado batir a México en Cannes desde 2005. Las cifras parecen inalcanzables: 17 cintas han competido en la sección oficial o Una cierta mirada en 12 años, y una docena de mexicanos se han llevado un galardón en este tiempo.
En el festival más importante del mundo siempre hay hueco para México. Este año de la mano de Michel Franco, que ha presentado en el certamen Las hijas de abril, un drama protagonizado por Emma Suárez que cuenta la relación de tres generaciones de mujeres. Se trata del único filme de habla hispana que, junto a las cintas argentinas La Cordillera y La novia del desierto, participa en Una cierta mirada.
Pero la larga historia de México en el bulevar de le Croissette se remonta a 1946, cuando la cinta María Candelaria de Emilio El Indio Fernández se llevó el Grand Prix y el premio a Mejor fotografía. Una trayectoria sazonada también por los éxitos del español, nacionalizado mexicano, Luis Buñuel, quien obtuvo cuatro galardones en las siete ediciones en las que participó.
“México tiene una escuela fotográfica muy fuerte y, de hecho, está muy bien considerada internacionalmente. Además, [su cine] cuenta historias que tienen una incidencia en lo local pero que se vuelven universales, como ocurre en el caso de El violín [de Francisco Vargas]. Historias que conmueven y que demuestran que hay un dominio del lenguaje y la gramática cinematográfica. Técnicamente ha logrado superar el nivel de otras muchas épocas”, ha señalado María del Carmen de Lara, directora del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, la escuela por la que pasaron Emmanuel Lubezki y Alfonso Cuarón.
Además de en Cannes, México también parece tener un asiento reservado en la Muestra de Venecia. En su última edición Amat Escalante se llevó el León de Plata a la mejor dirección por La región salvaje. Y en 2013 y 2014, Gravity y Birdman, respectivamente, fueron las cintas seleccionadas para la apertura del certamen.
El cine mexicano goza de una excelente reputación en Francia o Italia, pero en México viene acompañado de un drama: las películas más afamadas no se convierten en éxitos de taquilla. Los problemas en la distribución, que siempre denuncian cineastas y actores, y la popularidad de la que gozan las superproducciones que exporta el vecino del norte eclipsan la fama.
“Hemos despreciado muchísimo a nuestro espectador dejando que sea carne de cañón para una sola cinematografía que, en general, ha sido la estadounidense. El haberlo menospreciado ha hecho complejo el acercamiento entre creadores y ciudadanos, entre cineastas y espectadores”, defiende Sánchez.
“Para un cineasta lo más importante es que sus películas se vean y, sobre todo, que sea en su país. Pero, ocurre que filmes que son reconocidas en festivales internacionales se exhiben en México durante únicamente una o dos semanas y en horarios muy complejos”, añade De Lara.
Al éxito del cine mexicano le falta nombre, pero ya tiene apellidos y una imagen icónica con la que identificarlo: la fotografía que este miércoles protagonizaron en Cannes Salma Hayek, Diego Luna, Gael García Bernal, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Emmanuel Lubezki. El conocido como dream team del séptimo arte mexicano posó en la alfombra roja del festival para un retrato que tiene visos de ser histórico, Ellos, por sí solos, acaparan 38 premios internacionales.
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