La mirada de Antonio Resines

Antonio Resines se convirtió en actor casi por casualidad. Se había matriculado a los 18 años en la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid, sección Imagen Audiovisual y, como muchos otros jóvenes de la época, soñaba con hacer cine. “Yo trabajé mucho tiempo en la producción. Lo que pasa es que unos escribían, otros hacían sonido y algunos nos poníamos delante de las cámaras porque no teníamos dinero para contratar a nadie”, recuerda. Y así empezó todo. Una carrera como intérprete que abarca ya más de tres décadas.

El actual presidente de la Academia del Cine Español es uno de los protagonistas de Nuestra memoria, una serie de entrevistas con actores, directores, técnicos y especialistas de los diversos campos de la creación cinematográfica cuya primera entrega podrá verse en TCM este fin de semana, coincidiendo con la celebración de la gala de los premios Goya.

Nuestra memoria: el cine español es una iniciativa de TCM y de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas de España que pretende así homenajear el trabajo de los grandes profesionales del cine español. Por la pantalla del canal, irán pasando cineastas como el compositor Antón García Abril, la maquilladora Romana González; los directores Pedro Olea, Manuel Gutiérrez Aragón, Antonio Giménez Rico, Jaime de Armiñán y Fernando Trueba, y los actores Juan Diego, Álvaro de Luna y Fernando Chinarro.

Antonio Resines reconoce que, al principio de su carrera, apenas interpretaba. “Los diálogos se escribían incorporando cosas de nuestra manera de hablar. Procurábamos acercarlo al lenguaje cotidiano. Eso creó cierta escuela, al principio muy denostada. Decían que no se nos entendía”. Sin embargo, esa manera de trabajar y los personajes a los que dio vida calaron inmediatamente entre el público de la época. “Veníamos de otro sitio y, en cierta manera, éramos representativos de determinado tipo de gente de esta sociedad. Por ejemplo: muchos de los personajes que yo hacía al principio eran divorciados. Eso no existía antes”, afirma.

Echando la vista atrás, el cántabro (Torrelavega, 1954) se siente muy satisfecho de su carrera y de películas como Sal gorda, A contratiempo, Bajo en nicotina, Estoy en crisis, La línea del cielo o La vida alegre. “Las miras ahora y siguen teniendo esa frescura asombrosa. Además, contábamos cosas que tienen que ver con mucho de lo que está pasando ahora”.

Pero a lo largo de los años noventa, Antonio Resines fue explorando papeles más dramáticos. “Fuimos aprendiendo”, afirma. Por La buena estrella ganó el Goya como mejor actor en 1998. En su trayectoria ha habido de todo: grandes éxitos y también películas por las que ha sido muy criticado. Críticas que no siempre ha aceptado bien. “Ahora que soy presidente de la Academia soy más institucional”, advierte con ironía. “A nadie le gustan las críticas malas. Lo que pasa es que, con el tiempo, te das cuenta de que, en algunos casos, tienen razón. Las críticas buenas las guardo. Las malas, ni las miro. Los años dan eso. Te lo tomas todo con más filosofía”, concluye.