Una cámara en el diván del psicólogo
Una media de 450.000 espectadores en Estados Unidos aceptó una propuesta arriesgadísima del canal televisivo de pago HBO como si fuera agua. También triunfó en México y es un fenómeno en Argentina, así como en Israel, de donde, curiosamente, procede. "Es la televisión más rompedora que existe en EE UU. Única y diferente", sentencia el actor Blair Underwood. El mismo sentimiento pero diferentes palabras salen de la boca de Rodrigo García, el jefe del producto. "Lo primero que pensé al verla fue cómo no hicimos algo así 20 veces antes", se admira. "Tiene todos los elementos para el fracaso. Dos personas sentadas en una habitación hablando. Le pides al público que haga algo a lo que no está acostumbrado. Que escuche la transferencia erótica de una paciente, que oiga los problemas de una adolescente, que se siente con un matrimonio en crisis, con un profesional al borde del abismo... El secreto es que les ofreces la mejor silla, allí, contigo", resume Gabriel Byrne, protagonista de la serie.
Ahora le toca el turno a España con su emisión desde este mes, de lunes a viernes, en la cadena Fox. "Es una serie que se trasplanta con facilidad, porque se habla poco de psicología. No es psicoanálisis o terapia cognitiva. Es voyerista, real, psicológica, sí, pero con un algo policiaco, porque crees que sabes lo que piensa cada uno, aunque hay sorpresas. Se miente mucho", resume el guionista y realizador, hijo de Gabriel García Márquez, y uno de los talentos detrás de la revolución de HBO, con series como Los Soprano o A dos metros bajo tierra.
A García le puede la modestia. No se arroga ni el descubrimiento de En terapia ni su originalidad. De lo primero da las gracias a HBO, una cadena que, como explica, podría haber optado por hacer series "frívolas y comerciales", dado el dinero con el que cuenta y la falta de censura de la que goza como canal de pago, y por el contrario se inclinó por hacer "lo que les gusta", buscando el riesgo y dando carta blanca. Y sobre la originalidad, le da todo el crédito a la serie israelí Be' Tipul. "Los israelíes lo enfocaron de forma extraordinaria, como centrar la serie en los problemas del médico. Otra decisión muy buena fue la de hacer una entrega de lunes a viernes, un esquema tan audaz como difícil. Pero la más importante es la de realizar una serie donde el conflicto está siempre en la habitación", detalla sobre los puntos clave de En terapia. Una habitación, un sillón y un sofá, y todo un mundo dentro de esas cuatro paredes que son el despacho del psicólogo Paul Weston.
Un mundo que se conoce episodio a episodio, en fragmentos de 25 minutos dedicados íntegramente a cada uno de los pacientes que Weston recibe en sesiones consecutivas. Sin embargo, los viernes le toca a él ser el paciente. "No hay más distracciones, no hay cortes a otra cosa. La acción empieza cuando entran por la puerta y termina cuando se van", asegura García. Lo que la serie revela es algo más que la suma de sus historias; es una visión de la sociedad actual. "Son personajes muy interesantes", comenta Byrne. "Si examinas a cada uno de los pacientes en un marco más amplio, ves cómo la serie te pregunta cómo se siente el país con su política exterior. O su visión de la adolescencia. Uno observa a esa niña en el diván y sólo espera que su hija no sea así. O lo que significa estar casado. Cuál es la dinámica de un matrimonio en la sociedad actual", detalla, sin olvidarse de otros análisis a debate, como la crisis de la mediana edad en los varones, a la que se refiere con humor como manopause, la pitopausia española. "El éxito de la serie no es ninguna coincidencia. No me cabe la menor duda de que en EE UU existe una verdadera necesidad de hablar y de ser escuchado", añade el actor.
Una cosa es hablar y otra muy diferente escuchar. De ahí la insistencia tanto de Rodrigo García como de Gabriel Byrne en la importancia de los silencios. Aunque el guionista y director subraya que los diálogos de En terapia estuvieron desarrollados sin la participación de los actores, la opinión de Byrne prevaleció durante las 12 semanas de rodaje. El intérprete, que trabajó con la crema del cine independiente (Wim Wenders, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Bryan Singer, los hermanos Coen, Costa-Gavras o Ken Loach, entre otros), se impuso a la hora de marcar un ritmo lleno de silencios y en el que fue eliminado todo lo superfluo. Como recuerda García, fue "un río de páginas de unas 1.200 de guión", pero donde el acento estuvo en las pausas, muchas de ellas creadas o aumentadas en el montaje.
Aquí es donde se ríe Melissa George, la actriz australiana encargada de convertir a Laura en ese vortex sexual irresistible. "Me hace gracia pensar que fuimos elegidos por nuestros silencios", admite divertida. A ella la seleccionaron de entre otras 200 o 300 actrices que se presentaron para el papel y, pese a lo mucho que deseaba este trabajo, cuando llegó la hora de la verdad, no veía el momento de salir de los estudios Paramount de vuelta a casa tras dos intensas jornadas de rodaje.
A sus 57 años y cerca de tres décadas como actor, Byrne ni se compadece ni intenta disimular el cansancio, aunque es generoso con quienes le rodean. Nada es color de rosa y, como dice, "siempre hay con quien te llevas mejor o peor". Pero en esta ocasión, lo mejor de la serie fue tener delante a un nuevo grupo de actores cada dos días. "Así disfruté de una nueva dinámica cada 48 horas", recuerda de una experiencia especialmente placentera cuando le tocaba trabajar con Dianne Wiest, no por los dos oscars que tiene la actriz, sino porque con ella, su personaje pasaba a ser el paciente.
Byrne, considerado en más de una ocasión como uno de los galanes de mayor atractivo, puede responder con facilidad a ese aspecto cadavérico con el que es descrito en la serie, tan taciturno en persona como lo es su personaje, aunque en este caso, sus palabras y su biografía lo explican todo sobre su apariencia. Cuando subraya la importancia del silencio y dice eso de que "escuchar es como ponerse a rezar". Es fácil pensar en esa miscelánea que es la vida de este irlandés que dejó su Dublín natal por una vocación de seminarista en Londres, y también tuvo sueños de arqueólogo antes de encontrar su carrera en las artes escénicas, en su opinión, "otra forma de escapar del mundo". Candidato este año al Emmy por su trabajo en esta serie, filmes como Miller's Crossing y Sospechosos habituales son algunos de los más recordados de su carrera, aunque en la actualidad tiene más en la mente ese momento en el que le tiró el café en la cara a Underwood por sorpresa para obtener la mejor de las reacciones, suya y de su compañero de reparto. Esa capacidad de respuesta, de sorpresa, es precisamente la que García buscó durante todo el rodaje para que En terapia no decayera entre silencios y palabras.
sólo Byrne, por razones obvias, conocía el arco completo de su personaje. El resto recibió los guiones cada 10 días, cuando tenía que rodar, y García nunca quiso mostrarles toda la serie israelí para que, como los pacientes que interpretaron, fueran descubriendo algo de ellos y de sus personajes en estas sesiones de terapia televisiva. "Fue un rodaje muy catártico, y es normal, porque somos humanos y todos llevamos mucho dentro", admite George, como el resto de sus compañeros de filmación, alguien que nunca ha pisado el despacho de un psicólogo.
Ahora sabe de la necesidad de ir a un psicólogo, aunque piensa que nunca podrá pisar una consulta. A Byrne le pasa lo mismo: "Al final, las preguntas son las mismas que las que se planteó Hamlet. ¿Quién soy? ¿Qué es la vida? ¿Adónde vamos? ¿Existe el cielo? ¿Cuáles son mis responsabilidades morales? ¿Cómo es hacerse viejo?
En España, 'En terapia' se ha estrenado esta semana en el canal Fox (Digital +).
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