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Reportaje:

Los amos de internet en España

Era una de esas mañanas de mayo de 2000 en que un tipo corriente de Ávila se levanta con varias citas. Bancos, inversores, entidades de crédito. Nuestro abulense, llamémosle Jesús, lleva un año dándole vueltas a una idea en la que ha metido sus ahorros y a otras cuatro personas con fe ciega en el asunto. Necesita financiación. Unos seis millones de euros. Y mientras piensa en su próxima cita bancaria, en cómo doblma cita bancaria, en cómo doblegar ese rostro rígido que tendrá enfrente para que no apriete los labios y diga "no" con un gesto despectivo, hojea las páginas de un diario económico. Y lee: "La quiebra de Boo.com desata la alarma entre las empresas de Internet". Ouch. Las puntocom en el precipicio. Boo.com había dilapidado 160 millones de dólares en seis meses. Hay que ser un necio o un idealista para enfundarse el traje esa misma mañana e ir a explicar a un posible inversor que un portal inmobiliario en Internet es una empresa rentable, con futuro, sólida.

Unos empujan a otros a crear una empresa nueva, Se dan ideas
Muchos de los gurús surgieron de su salón, tecleando a solas

Cuenta Jesús Encinar, un hombre elegante, de 38 años, rostro cuadrado y frente ancha, que cuando le comentó a su madre en qué consistía esta empresa, su empresa, ella también lo vio así-así y dijo: "Hijo, eres un idealista". El nombre llegó sin más. Idealista.com es, casi desde su fundación, el primer portal inmobiliario de Internet en España. Si su vivienda no se anuncia allí, olvídese de alquilársela o vendérsela a alguien menor de 30 años. Y del resto no esté tan seguro: la visitan 3,5 millones de personas al mes, y posee una base de 300.000 anuncios de construcciones de obra nueva y segunda mano. A simple vista es una página sencilla, sin florituras. Facturó 17 millones de euros en 2007 (un beneficio de explotación de 6,1 millones de euros). Y las opiniones de Jesús Encinar y las de su hermano Fernando, otro de los socios fundadores, son un referente ineludible sobre el sector: suelen aparecer al lado de la de analistas de prestigio y ministros de Economía cuando la cadena británica BBC o la revista The Economist sacan reportajes sobre la vivienda española.

Idealista.com nació en mitad de una crisis, a principios de 2000. Tres años después de su lanzamiento al público empezó a obtener beneficios. Se trata de uno de los mayores éxitos españoles en la segunda era de Internet, tras el pinchazo de la burbuja. Una idea que surgió en el instante preciso. En el lugar correcto.

Su historia no tiene mucho que ver con la clásica imagen de un grupo de chavales con el pelo revuelto, metidos en el garaje de un chalé estadounidense, rodeados de cables y ordenadores. Jesús, antes de prender la mecha digital, fue consultor. Pero la inspiración sí le llegó en Estados Unidos, mientras iba de Boston a San Francisco, de nuevo a Boston y otra vez a San Francisco. Cambios de residencia por trabajo. Corría la segunda mitad de los noventa y en Estados Unidos buscar casa era una cuestión de clics: se hacía en la Red. Cuando a su vuelta a Madrid, en 1998, Jesús se vio obligado a buscar piso, sus amigos le dijeron que lo mejor era echarse a la calle y fijarse en los carteles de Se alquila colgados de las fachadas. Un atraso. La idea le golpeó como un relámpago: era el hueco que estaba esperando. Encinar empezó a tejer su red, su visión del mercado inmobiliario. Y, sin saberlo, estaba dando quizá el primer paso de un grupo de emprendedores que, con valentía y aprendiendo de los errores del pasado, han construido en apenas nueve años la vanguardia de los negocios de Internet en España.

Si hay algo que resulta sorprendente sobre el mundillo de Internet en España son las relaciones de sus gurús en el plano físico. Se conocen todos. Quedan a cenar y a tomar cervezas, organizan charlas y reuniones. Unos empujan a otros a crear una empresa nueva. Se dan ideas. "La clave de nuestro negocio es el networking", suelen comentar. De un encuentro informal, un joven creativo puede sacar al programador de sus sueños. Hay inversiones entrecruzadas. Forman una gran familia. Y aunque todos tienen su blog, su twitter y sus iphone ultraconectados a la Red, el ciberespacio es sólo la excusa. La forma de establecer contacto. En Internet, el contacto real manda. Es insustituible.

Así ocurrió entre Jesús Encinar y otro de los chicos de oro de la segunda era digital, Bernardo Hernández. Este salmantino instalado en San Francisco es uno de los responsables del marketing mundial de Google. Pero antes de su fichaje por el gigante de Silicon Valley fue otro idealista. Jesús y Bernardo se conocieron en Boston, en 1995. Se encontraban allí cursando un máster. Dos españoles licenciados en Empresa, con la misma edad y ganas de comerse el mundo. Un amigo común los puso en contacto. Y quedaron en el Boston Common, un popular parque del centro. "Yo llevaré una camiseta de Tintín", dijo Jesús. La amistad entre ellos creció a medida que despertaba la bestia de Internet. A los dos les empezaban a correr los bits por las venas. "Recuerdo algún paseo, pensando en montar algo juntos. Algo en Internet", evoca el de Google. La propuesta la dejó caer Jesús a la vuelta de la aventura americana. Bernardo abandonó su trabajo para convertirse en uno de los socios de Idealista.com.

Un lustro después, las trayectorias de ambos empezaron a divergir. Pero la Red siguió tejiendo su tela de araña. Bernardo daba clases de Empresa en el ICADE, cuando Adeyemi Ajao, un alumno, le habló de un proyecto para el que necesitaba inversores, Who is who, "un Facebook español", dijo. ¿Facebook? Casi nadie en España había oído hablar entonces de la red social con más usuarios del mundo. Pero, como hacía poco que Bernardo acababa de entrar en Google, alguien le había invitado desde Estados Unidos (la versión de Facebook en español se lanzó en 2008). Dice que intuyó el potencial de la web 2.0 y decidió apostar por su alumno. Poco después, Adeyemi le comentó que la idea había surgido hablando con un amigo. Un tal Zaryn Dentzel, californiano, de 22 años, interesado en la política -trabajó como becario para la ONU- y en el poder de las redes sociales como un arma democrática. Bernardo recuerda que le pidió el teléfono de Zaryn y habló con él durante una hora. "Me impresionó. Pensé: este tío pilota. Hay que convencerlo para que venga a España".

Zaryn Dentzel se encontraba en Estados Unidos dirigiendo otra red social. La llamada le hizo cambiar de planes. Siguió el consejo de sus padres, artistas de espíritu libre, que desde niño le habían dicho: "Haz con tu vida lo que te dé la gana". Desembarcó en España en verano de 2006. Y con Zaryn en cabeza, los socios rebautizaron la idea. La llamaron Tuenti, de tu-enti-dad. La lanzaron un año más tarde, después de pasar miles de horas escribiendo líneas de código libre. Hoy es la página con más tráfico de España; tiene 6,5 millones de personas registradas. Más de la mitad de ellas se conectan a diario para contar cómo les va la vida y saber en qué andan sus amigos.

"Nunca imaginé que iba a pasarme en España tres años", comenta Zaryn. Su castellano roza la perfección. Es uno de los consejeros delegados de éxito más jóvenes de España. El chico de pelo revuelto, de ideas innovadoras, que parece salido de un garaje. "Un tipo brillante, pero hermético", dice una de las personas que ha coincidido con él en alguna reunión de los CEO (consejero delegado en inglés). Las organiza Rodolfo Carpintier, uno de los nombres más reputados de la Red y otro de los que apostaron por Tuenti en los orígenes. Su empresa, DAD, es una incubadora de nuevos proyectos: muchos le consideran uno de los padres de Internet en España. Un inspirador curtido en las batallas digitales de los noventa, y al que le gusta reunir a los emprendedores de las nuevas tecnologías. Una vez al año junta a los líderes de las empresas en las que participa en esa reunión de CEO. Y siempre cuenta con algún invitado externo, como Jesús Encinar en la última edición.

"Somos un sector muy unido. Con muchas sinergias. Por eso son tan importantes estas reuniones", cuenta uno de los asiduos, Gustavo García Brusilovsky. "Compartimos ideas y aprendemos unos de otros para no repetir errores". García Brusilovsky, un bioquímico de 43 años, está al frente de BuyVip, un club privado de ventas online surgido de la incubadora DAD. Se creó en 2006 y es otro caso de ascenso meteórico. Aprovechan el stock de las grandes marcas cuando éstas ya no saben qué hacer con los productos no vendidos. En ese momento aparece BuyVip, negocia un precio, lanza un correo electrónico masivo a sus 3,5 millones de clientes y espera respuesta. Si sale, todos felices. Eficiencias de Internet. Es el primer club de compras online de España, y facturó 28 millones de euros en 2007; la segunda de Europa, tras el gigante Vente Privée.

Con esa frescura de sector en crecimiento, dinámico, en pañales, las reuniones de emprendedores se han convertido en un pilar para la creación del tejido de Internet. Si uno quiere ser alguien en la web, hay que dejarse caer por el Last Thursday (los últimos jueves de mes, en Madrid), el Iniciador (desplegado por varias ciudades). En estos eventos se mezclan jóvenes con ideas pero sin dinero, programadores, inversores en busca de talento, emprendedores de prestigio narrando aventuras online. Y todos ellos suelen concluir tomando una o dos cervezas, mientras vuelan las tarjetas personales de mano en mano.

Carlos Blanco, de 41 años, fue uno de los pioneros de este tipo de reuniones. En septiembre de 1999 importó el First Tuesday, un evento londinense que empezaba a extenderse por el mundo. A la primera convocatoria de Barcelona asistieron 300 personas. Pero la burbuja puntocom se quedó sin aire y en 2002 fue barrido de un plumazo. Cuatro años más tarde, Blanco, que según cuenta lo perdió "todo" en aquella época, volvió a organizar el First Tuesday. Hoy es una de esas citas mensuales de asistencia obligada. Donde empieza la tela de araña del negocio. Siempre en un pub, con la luz a medio gas. La sesión se abre a última hora de la tarde con unas cervezas. Luego, un ponente de prestigio cuenta su experiencia digital. El público abre los oídos. Aplaude. Y continúa con las cervezas. Tejiendo redes. Los emprendedores llevan un distintivo verde en la solapa. Los inversores, de color rojo. El resto luce un amarillo neutro.

"Lo más interesante son las cenas privadas de después", comenta Blanco, que, aparte de organizar el evento, dirige una miríada de empresas de nuevas tecnologías a través del grupo ITnet. El día previo a los First Tuesday envía un "mensajito" a los elegidos para la cena. Gente consagrada y jóvenes promesas. Unas 15 personas en torno a una mesa. Invita la casa. Vuelan las ideas, se comentan nuevos negocios, anécdotas, oportunidades en la Red. Así es la familia digital. "Funcionamos como un pequeño lobby", comenta Blanco. "En estas cenas hay mucho intercambio de conocimiento".

Ángel María Herrera, un consultor informático del barrio de Carabanchel (Madrid) aficionado a la literatura y a contar cuentos, comenzó a asistir a estas reuniones en 2005. Y cambió su vida. El madrileño había creado en 2000 un portal para su grupo de cuentacuentos, Grupobuho.com. Cuatro años después, la web había crecido hasta convertirse en una de las comunidades literarias en español más visitadas. A finales de 2004, en los atascos de la M-30, pensó que era hora de hacer confluir su rama vocacional, la literatura, y la profesional, la informática. Pidió una reducción de jornada en el trabajo y se fue forjando lo que él llama una "identidad digital": comenzó a escribir un blog, se dio de alta en redes sociales y se hizo asiduo de los eventos de emprendedores.

En 2006, después de asistir a un Last Thursday, le invitaron a una de esas cenas privadas, donde conoció a Antonio González Barros, uno de los grandes cerebros del sector. Ángel María mimó la relación enviándole relatos de su portal. Al año, el de Carabanchel, que también había montado una pequeña editorial a la que llegaban cientos de obras de autores desconocidos, intuyó su baza: crear un sistema online para que los escritores aficionados tuvieran la oportunidad de autoeditar sus libros. Le comentó a González Barros la idea. Y éste fue uno de los primeros en invertir. Así nació Bubok.com, en abril de 2008. Desde entonces se han publicado a través de su web más de 10.000 títulos, algunos de escritores consagrados, la mayoría de autores absolutamente desconocidos. Editan unos 5.000 ejemplares al mes. El autor decide el precio y se lleva el 80% del beneficio. Los libros aparecen colgados en el portal. El lector entra y elige qué quiere leer, paga y le llega el ejemplar a casa. O se descarga el texto en formato digital. En año y medio, Ángel María ha aportado nuevos horizontes al sector editorial español.

Antonio González Barros intuyó el potencial de Bubok quizá porque en eso ha consistido su tarea desde 1995, en identificar el talento. Todo empezó con dos anuncios cruzados en la prensa. Uno suyo decía: "Si tienes una idea y te falta apoyo, somos un grupo de personas con tiempo, capital y experiencia". Hasta ese momento había hecho dinero con la gestión de plazas de parking. El otro anuncio -"Busco financiación para proyecto"- lo había colocado Axel Serena, entonces un ingeniero de telecomunicaciones con ganas de montar un proveedor de acceso a Internet; hoy, otro de los gurús de las nuevas tecnologías.

De este cruce surgió la compañía Intercom, en principio destinada a dar acceso a la Red. El cambio de rumbo llegó en 1997, cuando la persona encargada de seleccionar al personal técnico comentó: "Creo que hace falta una herramienta en Internet para los que buscamos profesionales". El chico de la idea tenía 23 años: Nacho González Barros. Antonio, su hermano mayor, vio posibilidades al asunto y le animó a seguir adelante. "Estuvo trabajando durante mucho tiempo solo", recuerda. "Era él pensando y unos pocos programadores que traducían lo que tenía en la cabeza". La herramienta terminada se llamó InfoJobs. Hoy es la piedra angular de la búsqueda de empleo en España. El grupo la vendió definitivamente en 2009 por mil veces el capital invertido.

Otro de sus grandes hallazgos, Softonic, también surgió desde dentro como quien no quiere la cosa. Se le ocurrió a Tomás Diago, otro de los empleados. Dijo: "No puede ser que si te quieres bajar un software gratuito, tenga que ser de una página en inglés". Y le pusieron a trabajar en ello. Softonic es la segunda web de descargas a nivel mundial, con unos beneficios netos de 7,6 millones de euros en 2008 y cerca de 30 millones de descargas al mes. "Pero Internet ha evolucionado", dice González Barros, que ha ayudado a desarrollar otros 48 proyectos al frente de la empresa. "Ya no basta con tener una buena idea y una persona trabajando en ella día y noche. Para empezar de cero se necesita un equipo potente, de muchas personas".

Ésa quizá sea otra historia, la de los genios de mañana. Muchos de los gurús de hoy surgieron de la esquina de su salón, tecleando a solas. "Con filosofía de guerrilla y bocata", dice Marta Esteve, cofundadora de TopRural.com y Rentalia.com, portales líderes del sector vacacional. Ella y su marido, el belga François Derbaix, decidieron montar un tándem en 2000. Ella trabajaría en una empresa (de Internet), para que hubiera algún ingreso seguro, mientras él se adueñaba de la habitación junto al salón para empezar de cero. Pensaron el nicho: casas rurales. Estaban entonces en boca de todos. Y no existía una guía. En un Last Thursday conocieron al programador que habría de traducir sus pensamientos en realidad digital. Y pronto se expandieron de la salita al salón. La cosa marchaba. En 2003, con parte de los beneficios, le llegó la hora a Marta Esteve. Como en Toprural.com sólo se anunciaban casas rurales con sello oficial, se les ocurrió el próximo hueco: una guía de alquiler vacacional, de casas con sello y sin él. Marta Esteve, una de las escasas mujeres que han seguido con éxito el camino del bit, se lanzó así a dirigir Rentalia.com en solitario.

Poco después de aquello, Jesús Encinar entró de golpe en la vida de la pareja hispano-belga. De un café surgieron inversiones cruzadas. Encinar apostó por los proyectos de alquiler vacacional, convirtiéndose en socio. Y les convenció para que hicieran lo mismo con su nueva idea: 11870.com, una red social con opiniones de los usuarios sobre sitios y servicios de la ciudad.

En el camino hacia el éxito, Encinar encargó un estudio sobre los teléfonos de información 118 en los que se había inspirado a un consultor, Julio Alonso, que en aquella época no sabía demasiado de la web 2.0. Después del encuentro, en 2003, el consultor decidió crear su blog. Contaba esas típicas historias que a uno le interesan, pero ningún amigo escucha. La respuesta en Internet fue distinta. "En la Red, la distancia no es geográfica, sino por grupos de intereses", dice hoy su creador. De esto sabe. En 2004 puso la primera piedra de su imperio de bitácoras. Creó Xataca, un blog especializado sobre gadgets tecnológicos, con clara vocación comercial. No lo escribiría él, sino gente aficionada. Sin cobrar demasiado. Casi por placer. Desde su casa o el trabajo. Luego lanzó otro. Y otro. Julio Alonso, de 40 años, fue construyendo así Weblogs, SL, uno de los primeros medios de comunicación españoles nativos de Internet y líder en solitario: en junio de este año, los 39 blogs de temática variada que lo componen recibieron 12,9 millones de visitas únicas. A su creador le gusta decir: "Es la venganza de los aficionados". Cosas de Internet. Todo empezó en el salón de su casa. Con tiempo. Y la inspiración de un tipo corriente de Ávila.

Julio Alonso, fundador de Weblogs, SL, compendio de 39 "blogs" de temática especializada
Julio Alonso, fundador de Weblogs, SL, compendio de 39 "blogs" de temática especializadaPEDRO WALTER
Vídeo: J. L. ARANDA / P. CASADO

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